lunes, 6 de julio de 2020

TUS ZONAS SAGRADAS.- SEGUNDA PARTE: LAS CUATRO CLAVES DE ACCESO A LA CONCIENCIA SUPERIOR."CULTIVAR LA CONDICIÓN DE ESPECTADOR" PARTE 4 y última


A menudo, este acto de observación dará como resultado la sensación de que el problema se ha disipado. Si eso ocurre, obsérvelo también desde la posición del observador comprensivo.
Yo practiqué este acto de observación cuando me lesioné y no podía jugar al tenis. Al principio reaccioné ante el dolor que sentía en el pie con frases como: «Esta lesión no me dejará hacer lo que quiero, y eso me fastidia». Me encontré con que, independientemente de lo que intentara, el dolor persistía y yo era incapaz de girar sobre el pie y, en consecuencia, tuve que interrumpir una actividad que me encantaba.
Luego adopté la postura del espectador. Ya no me vi a mí mismo
como alguien con una lesión. Atribuí el dolor sólo a mi cuerpo y no a mí. Presencié toda la situación y me limité a observarla. Observé amorosamente el dolor, la forma en que aparecía, mis sentimientos de frustración por él, el color de la hinchazón, todo. Pero me negué a pensar en él como mío. Era sólo el problema de mi cuerpo. El mismísimo día en que hice eso, todo el malestar desapareció.
Había concentrado mi atención en lo que ocurría, y me había distanciado de ello; y en lo que pareció unas pocas horas, ya no sentía el dolor y estaba jugando al tenis como si nunca hubiera tenido lesión alguna.

• Con el fin de conocer los beneficios que depara el observar, tendrá que desterrar la duda. Recuerde que le han enseñado a creer que su cuerpo es la esencia de su humanidad. Le han enseñado a abordar los problemas con sus recursos físicos e intelectuales, no con su yo espiritual.
Tenga presentes las palabras de Carlos Castaneda en El poder del silencio: «Lo que necesitamos hacer para permitir que la magia se apodere de nosotros es desterrar la duda de nuestra mente... Una vez desterrada la duda, cualquier cosa es posible».
Si no destierra la duda se encontrará con que sólo experimentará
frustración, lo cual le conducirá de nuevo a la duda, y entonces verá los frutos de la duda manifestarse en su vida.

• No se obsesione con la idea de tener éxito o fracasar en alcanzar la posición de espectador. Emprenda esta aventura con total desapego de los resultados. Sólo tenga presente que dentro de usted hay alguien que conoce. Uno que percibe. Un divino espíritu silencioso que es omnipresente en su vida. No pida nada más. No caiga en la tentación de evaluar sus progresos. Limítese a acoger en su vida a este nuevo fenómeno de observación como un regalo de su yo espiritual. Llegado el momento percibirá los resultados.

• Practique nuevas frases para el monólogo interno a fin de
reemplazar su antigua identificación con su cuerpo físico. «Yo soy el que posee el cuerpo.
No soy el cuerpo. No pueden alcanzarme si vienen con odio o enojo.
No puedo preocuparme cuando me niego a ser el que se preocupa y me limito a observar al que tiene esas preocupaciones.»
Estas frases del monólogo interno le mantendrán centrado en su
dominio espiritual. Descubrirá que muchas de las cosas por las que se preocupa o que experimenta de manera negativa comienzan a perder negatividad.

• En lugar de trabarse en confrontaciones con los demás, intente ser un observador.
Elévese por encima de la tentación de demostrar que alguien está equivocado, y en cambio obsérvese a sí mismo y a su «oponente».
Pronto verá la necedad de trabarse en esta confrontación que provoca ansiedad, y cambiará a una reacción más espiritual. Tenga presente la siguiente frase; sirve para desactivar las confrontaciones y mejorar las relaciones: «Cuando tienes la elección entre tener razón y ser amable, escoge siempre la amabilidad».
Oí esa frase mientras estaba observándome a mí mismo en medio
de la agitación por algo que mi esposa no entendía. Había estado tan ocupado en intentar demostrarle que estaba equivocada y convencerla de lo correcto de mi postura, que me sentía cada vez más angustiado.
Entonces me llegó la frase. Me ha resultado muy útil para desactivar situaciones como ésa.

• En un lugar tranquilo, observe sus pensamientos durante treinta minutos.
Limítese a acallar su mente y contemplar los pensamientos que van y vienen. Mientras hace esto, no deje de recordarse que los pensamientos no son usted.
Se encontrará con que un pensamiento aparece en su mente, y a los pocos instantes aflorará otro por completo opuesto. Advierta los pensamientos que llegan y luego obsérvelos al marchar. Esto resulta particularmente útil cuando uno se siente trastornado por algún hecho externo, como qué oferta de trabajo aceptar o si debe vender su casa.
Su atención se volverá hacia esos pensamientos que le proporcionen la solución. A menudo, lo que debe hacer se volverá claro como el cristal.
Habrá desterrado la duda y creado un saber, todo mediante el acto de observar desde un punto de vista distante.
Resulta inevitable que tenga que llevar a término tareas que sean
desagradables o que no tengan ni el más mínimo interés en absoluto.
En lugar de quejarse por lo injusto que es, o por ¡o aburrido que le resultan esos trabajos, recuerde que no es su cuerpo, sino el que es eterno e inmutable, y que tiene la posibilidad de no sentirse víctima.
Puede desprenderse del cuerpo, observarlo pasar por el tedio, y no garse a identificarse con él. Entonces se encontrará en la posición de observarse sin identificarse con el cuerpo. Este proceso de observación destierra de inmediato el enjuiciamiento de la actividad y le proporciona un estado de contento.
Yo solía aplicar esta técnica cuando trabajaba para una gran cadena de supermercados. Una de mis tareas consistía en descargar un remolque lleno de pesadas cajas. A menudo tenía que hacer el trabajo en solitario.
Era un trabajo aburrido, fatigoso. Entonces yo no sabía que lo que hacía para que fuera más llevadero era adoptar la posición del espectador, pero, al mirar ahora el pasado, veo que hacía eso.
Me observaba realizando todos los movimientos. Y las cajas ya no
pesaban. Yo no las levantaba. Contemplaba a mi cuerpo hacer el trabajo.
El tiempo pasaba volando y, antes de que tuviese siquiera ocasión de sentir aburrimiento o cansancio, el trabajo estaba acabado. Era capaz de transformarme y hacer esa tarea desde la perspectiva del observador.
He hablado con prisioneros que han usado esta técnica para soportar su condena, particularmente cuando se hallaban en condición de aislamiento.
Algunos son capaces de observar la totalidad de la experiencia en lugar de aferrarse a ella, y descubren que sus sentimientos de aislamiento desaparecen. De hecho, los que han sobrevivido a la tortura en campos de prisioneros, a menudo dicen que se negaron a pensar en sí mismos como los que estaban siendo torturados. Consiguieron abandonar sus cuerpos y contemplaron cómo se infligía la tortura, apartando asi el dolor de su conciencia.
En cualquier momento, en cualquier trabajo, puede encomendarle la tarea a su cuerpo, apartando de sí el cansancio, el aburrimiento o cualquier otro sentimiento.

•Intente la recapitulación. Puede recapitular su vida, hasta su nacimiento. si cree que puede ser útil. Este proceso implica imaginarse a las personas y los hechos que han formado parte de su vida.
Comience moviendo la cabeza de izquierda a derecha con mucha
lentitud mientras trae a la conciencia a las personas y los hechos. Mientras mueve la cabeza de un lado a otro con mucha lentitud, empieza a recobrar la energìa que ha perdido en esas circunstancias. Está recuperando la energìa que ha disipado.
ALGUNAS PERSONAS han pasado hasta dos años en este proceso de recuperación; cuando acabaron, se encontraron recargados de energía y  pudieron acceder a su nueva energía, para transportarse al interior, hacia nuevas dimensiones de realidad: nuevos mundos internos que desafiaban todo lo que hasta entonces habían creído posible.
La práctica de la recapitulación proporciona un cuadro más claro de la necesidad de que todo lo que sucedió en su existencia tuviera lugar de la forma precisa en que lo hizo. La recapitulación hace trizas la creencia de que la energía, una vez consumida, no se puede recuperar.

Usted puede acceder tanto a su cuerpo como a su cuerpo energético y conocer nuevos mundos. La recapitulación es una entrada a esos mundos.
Estas ideas de recuperación de energía, limpieza de energía e intercambio de energía entre las personas puede que le parezcan absurdas. De ser así, ello se debe a que ha llegado a confiar en sus cinco sentidos hasta tal punto que cualquier realidad extrasensorial le parece increíble.
Todo es energía en el universo. Usted no puede moverse sin influir en la energía. Usted es un conjunto de energía, y siempre lo ha sido. Vaya más allá de sus sentidos y experimente un nuevo tipo de energía que le pondrá en contacto con mundos que tal vez nunca ha imaginado. El proceso de recapitulación es algo increíble. Usted puede redistribuir su energía normal e intensificarla de tal modo que dé un salto espectacular hasta el mundo de lo inimaginable. Le recomiendo que lea el libro de Taisha Abelar, The Sorcerers' Crossing, para obtener una descripción detallada del proceso de recapitulación.

Aunque le resulte difícil alcanzar la posición de observador, lleve a la práctica algunas de estas ideas. Más que nada, la perspectiva del espectador le hace conocer su yo espiritual. Le hace compartir el gran secreto: usted no es sus problemas, ni sus frustraciones, ni siquiera su vida física. Es el que percibe todo esto.
No puede aferrar ni examinar ese glorioso aspecto de sí mismo porque reside en el yo invisible. Sin embargo, es el núcleo de su búsqueda espiritual.
Usted ha de conseguir que sea su yo espiritual quien gobierne su
vida. Necesita una experiencia más profunda y rica de la vida. Esta le será esquiva si no llega a conocer ese aspecto superior de sí mismo. El ser un espectador le iniciará en este conocimiento. Nisargadatta Maharaj afirma en / Am That: «Es la idea de que yo soy mi cuerpo la que resulta tan calamitosa. Te ciega por completo ante tu verdadera naturaleza.
Aunque sea por un momento, no pienses que eres el cuerpo. No te
des ningún nombre, ninguna forma. La realidad se encuentra en la oscuridad y el silencio».

FINAL DEL CAPITULO

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