domingo, 24 de mayo de 2020

LIBRO DEL EGO.- CAPÍTULO 9: LA TERAPIA (3ª PARTE)


¿Podría hablar sobre la locura? He comprobado que los psiquiatras no saben nada de ella apesar de todos sus esfuerzos. Al parecer, hay dos tipos de locura. Usted ha hablado de la locura como un paso hacia la iluminación, y también ha dicho que la psicosis es una
forma grave de cobardía ante la realidad de la vida. No parece que todos los locos que aseguran ser Jesucristo hayan tenido una experiencia de Dios.

Hay dos clases de locura, pero la psiquiatría moderna solo es consciente de una, y como no es consciente de la otra, su comprensión de la locura es sesgada, errónea, imperfecta y además dañina.
La primera clase de locura que tienen en cuenta los psiquiatras es la que se sitúa por debajo de la mente racional. Cuando no puedes soportar las realidades, cuando resultan excesivas, cuando no puedes más, la locura es una forma de huir a tu propio mundo subjetivo, para olvidar las realidades. Creas tu propio mundo subjetivo, empiezas a vivir en una especie de mundo imaginario, empiezas a soñar incluso con los ojos abiertos, de modo que puedes evitar las realidades que te resultan excesivas, insoportables. Eso es una evasión; caes por debajo de la mente racional, vuelves a la mente animal, y eso significa caer en lo inconsciente.



* Tradicionalmente, un sanyasin es un buscador espiritual que renuncia al mundo; como utiliza Osho el término, es un buscador, o discípulo, que permanece en el mundo pero trata de traer la meditación y la conciencia a todo lo que hace. (N. del T.)
Otras personas consiguen lo mismo de otras maneras. El alcohólico lo consigue con el alcohol. Bebe demasiado; se queda completamente inconsciente. Se olvida del mundo, y de todos sus problemas y ansiedades: la mujer, los hijos, el trabajo, la gente. Se
traslada a su inconsciente con la ayuda del alcohol. Se trata de una locura transitoria que desaparecerá al cabo de unas horas.
Y siempre que se presentan momentos difíciles en el mundo, las drogas adquieren gran importancia. Tras la Segunda Guerra Mundial, las drogas adquirieron enorme importancia en todo el mundo, especialmente en los países que habían sido testigos de esa guerra, en los países que habían tomado conciencia de que estamos sobre un volcán que puede entrar en erupción de un momento a otro. Hemos visto Hirosihma y Nagasaki arrasadas en cuestión de segundos... cien mil personas muertas en cinco segundos. Entonces, la realidad resulta excesiva, no es soportable, y de ahí que la nueva generación, la generación más joven, empezara a interesarse por las drogas.

Las drogas, su influencia en el mundo entero y en las nuevas generaciones se remontan a la experiencia de la Segunda Guerra Mundial. Fue la Segunda Guerra Mundial lo que dio lugar a los hippies, lo que ha creado a los drogadictos. Como la vida es tan peligrosa y la muerte puede sobrevenir en cualquier momento... ¿cómo evitarlo, cómo olvidarse de todo?
En épocas de tensiones y problemas, a la gente le da por tomar drogas. Siempre ha sido así. Es una forma de crear una locura transitoria. Y cuando hablo de locura me refiero a caer por debajo de la mente racional, porque solo la mente racional puede ser
consciente de los problemas. No conoce las soluciones; solo conoce los problemas. De modo que si los problemas son manejables y puedes coexistir con esos problemas, sigues cuerdo. Cuando te das cuenta de que es excesivo, te vuelves loco.

La demencia es un proceso intrínseco para rehuir los problemas, las realidades, las angustias, las situaciones de tensión.
Hay muchas formas de rehuir las cosas. Algunos se hacen alcohólicos, otros toman LSD, otros fuman marihuana. Y hay otras personas que no tienen tanto valor, y que se ponen enfermas. Sufren cáncer, tuberculosis, parálisis, y así dicen al mundo: «¿Qué puedo hacer? Estoy paralítico. Si no puedo enfrentarme a las realidades, no es mi responsabilidad. Estoy paralítico». O: «Si mi negocio se está hundiendo, ¿qué puedo hacer? Tengo cáncer».
Así es como las personas protegen su ego, con métodos lastimosos, pero al fin y al cabo, métodos para proteger el ego.
En lugar de librarse del ego, la gente lo protege sin cesar.
Siempre que la vida presenta demasiada tensión ocurren estas cosas. Las personas sufren enfermedades extrañas, enfermedades incurables, incurables porque en el interior de la persona se presta gran ayuda a la enfermedad, y si no colabora con la medicina y
con el médico no existe ninguna posibilidad de curación. Nadie puede curarte en contra de tu voluntad. Recuerda: es una verdad fundamental.
Si inviertes mucho en el cáncer, si quieres que siga ahí porque te protege, tendrás la sensación de por causa del cáncer no puedes luchar en el mercado de trabajo, que no puedes competir, que es debido al cáncer, si has invertido en él... y nadie puede curarte, porque seguirás creándolo. Es una enfermedad psicológica; está enraizada en tu psique.
Y lo sabe todo el mundo. Los estudiantes se ponen enfermos cuando se aproximan los exámenes. Algunos hasta enloquecen. Y después de los exámenes, todo va bien. Cada vez que tienen un examen, se ponen enfermos: fiebre, neumonía, hepatitis, esto y lo de más allá. Si lo observas te sorprenderás... ¿Por qué se ponen enfermos tantos estudiantes en la época de exámenes? Y tras los exámenes, de repente todo va bien.
Les dicen a sus padres: «¿Qué podía hacer, si estaba enfermo? Por eso no he aprobado», o «Estaba enfermo. Por eso he sacado un aprobado raspado. "Si no, matrícula». Es una estrategia.
Si tu enfermedad es una estrategia, no hay forma de curarla. Si tu alcoholismo es una estrategia, no hay forma de curarlo, porque quieres continuar con él. Eres su creador, lo creas tú mismo, aunque quizá no conscientemente.

Y lo mismo ocurre con la locura, el último recurso. Cuando todo lo demás falla, incluso el cáncer, el alcohol, la marihuana, la parálisis, cuando todo falla, queda el último recurso, el de volverse loco.
Por eso la locura se da más en los países de Occidente que en los de Oriente, porque la vida aún no está tan cargada de tensiones en Oriente. La gente es pobre, pero la vida no está tan cargada de tensiones. La gente es tan pobre que no puede permitirse semejantes tensiones. La gente es tan pobre que no puede permitirse el lujo de la psiquiatría y el psicoanálisis.
La locura es un lujo. Solo pueden permitírsela los países ricos. Este es uno de los tipos de locura de la que son conscientes los psicólogos: caer por debajo de la mente racional, dirigirse hacia lo inconsciente, dejar a un lado la poca conciencia que tenías. No tenías mucha desde el principio; solo una décima parte de la mente es consciente. Eres como un iceberg: una décima parte por encima de la superficie, nueve partes por debajo. Nueve décimas partes de la mente son inconscientes. La locura significa desprenderse de esa décima parte de conciencia, de modo que todo el iceberg se esconde bajo la superficie.
Pero existe otro tipo de locura —también hay que llamarla locura porque guarda cierta semejanza— que superar la mente racional. Una consiste en ir por debajo de la mente racional; la otra, en ir por encima de la mente racional, en ir hacia arriba. La mente racional se pierde en ambos casos: en uno de ellos te vuelves inconsciente, y en el otro superconsciente. La mente normal se pierde en ambos casos.

En uno de los casos te vuelves completamente inconsciente, y surge cierta integridad. Se puede observar: los locos tienen cierta integridad, cierta coherencia, son uno. Se puede confiar en los locos. No son dos; solo uno. Es coherente porque solo tiene una mente, la inconsciente. Ha desaparecido la dualidad, y también se descubre cierta inocencia en el loco. Es como un niño. No tiene malicia; no puede tenerla. En realidad, se ha vuelto loco porque no podía ser malicioso. No podía desenvolverse en un mundo de malicia. En el loco se descubre cierta sencillez, cierta pureza.
Si observas a los locos te enamorarás de ellos. Poseen una especie de unidad. No están divididos, no son dobles; son uno. Naturalmente, son uno en contra de la realidad, son uno en su mundo de sueños, en sus ilusiones, pero son uno. La locura posee coherencia, unidad. En ella no cabe lo duda; todo es pura creencia.
Y lo mismo se puede aplicar al otro tipo de locura. Una persona supera la razón, va más allá de la razón, se hace completamente consciente, superconsciente. En el primer tipo de locura, la parte que era consciente se disuelve en las nueve partes que eran inconscientes. En el segundo tipo de locura, las nueve partes que no eran conscientes empiezan a ascender y salen todas a la luz, por encima de la superficie.

Entonces toda la mente se hace consciente. Ese es el significado de la palabra «Buda», hacerse completamente consciente. Pero esa persona también parecerá loca, porque será coherente, absolutamente coherente.
Estará centrada, más centrada que ningún loco. Estará perfectamente integrada. Será un individuo, literalmente un «individuo», es decir, indivisible. No tendrá ninguna división.
De modo que ambos se parecen: el loco cree, y el Buda confía. Y la creencia y la confianza se parecen. El loco es uno, completamente inconsciente; el Buda también es uno, completamente consciente. Y la unidad también se parece. El loco ha abandonado la razón, el razonar, la mente; el Buda también ha abandonado el razonar, la
racionalidad, la mente. Son parecidos, y al mismo tiempo polos opuestos. El primero ha caído por debajo de lo humano; el segundo se ha elevado por encima de lo humano.
La psicología moderna seguirá siendo incompleta a menos que empiece a estudiar a los budas. Seguirá siendo incompleta, con una visión incompleta, parcial, y una visión parcial es muy peligrosa. Una verdad parcial es muy peligrosa, más que una mentira, porque da la sensación de que se tiene la razón.
La psicología moderna tiene que dar un salto cuántico. Tiene que transformarse en la psicología de los budas. Tendrá que internarse en el sufismo, en el hasidismo, en el zen, en el tantra, en el yoga, en el taoísmo. Solo entonces será realmente psicología.
La palabra «psicología» significa la ciencia del alma. Aún no es psicología, aún no es la ciencia del alma.

En eso consisten las dos posibilidades: ir por debajo de ti o ir por encima de ti.
Vuélvete loco como Buda, Bahaudin, Mahoma, Jesucristo. Vuélvete loco como yo. Y esa locura posee una inmensa belleza, porque todo lo bello nace de esa locura, y todo lo poético fluye de esa locura. Las mayores experiencias de la vida, los mayores éxtasis de la vida nacen de esa locura.
En Occidente, el psicoanálisis se ha desarrollado gracias a Freud, Adler, Jung y Reich, para resolver los problemas que surgen del ego, como las frustraciones, los conflictos, la esquizofrenia y la locura. 

Por favor, ¿podría explicar las contribuciones, limitaciones y fallos del psicoanálisis para resolver los problemas humanos enraizados en el ego en comparación con sus técnicas de meditación?

Lo primero que hay que comprender es que cualquier problema enraizado en el ego no puede resolverse sin trascender el ego. Puedes aplazar el problema, puedes procurarte un poco de normalidad, puedes diluir el problema, pero no resolverlo. Se
puede conseguir que una persona funcione con más eficacia en la sociedad gracias al psicoanálisis, pero el psicoanálisis no resuelve ningún problema. Y cuando un problema se aplaza, se desvía, crea otro problema. Simplemente lo cambia de lugar, pero el problema continúa. Tarde o temprano volverá a estallar, y cuando se produzca el nuevo estallido del antiguo problema resultará más difícil aplazarlo y desviarlo.
El psicoanálisis es un alivio temporal porque no puede concebir nada que trascienda el ego. Solo se puede resolver un problema cuando se supera. Si no puedes ir más allá, entonces el problema eres tú. ¿Y quién lo resolverá? Entonces tú eres el problema; el
problema no es algo distinto de ti.
El yoga, el tantra y todas las técnicas de meditación tienen diferentes bases.
Aseguran que los problemas están ahí, que los problemas están a tu alrededor, pero que tú nunca eres el problema. Puedes trascenderlos; puedes mirarlos como un observador contempla el valle desde la montaña.
El ser que actúa como testigo puede resolver el problema. Solo con actuar como testigo se resuelve la mitad del problema, porque cuando puedes observar un problema, ser testigo imparcial, puedes quedarte al margen y mirarlo. La claridad que proporciona el hecho de ser testigo te da la clave, te ofrece la solución. Y casi todos los problemas existen porque no se pueden comprender con claridad.
No necesitas soluciones; necesitas claridad.
Un problema debidamente comprendido se resuelve, porque el problema surge debido a una mente que no comprende.
Tú mismo creas el problema porque no comprendes. De modo que lo fundamental no consiste en resolver el problema; lo fundamental consiste en crear más comprensión.
Y si existen más comprensión, más claridad, y si puedes enfrentarte al problema imparcialmente, observarlo como si no fuera contigo, como si fuera asunto de otra persona, si puedes crear un distanciamiento entre el problema y tú... solo entonces se
puede resolver.

La meditación crea distanciamiento, proporciona perspectiva. Vas más allá del problema. Cambia el nivel de conciencia.
Con el psicoanálisis te mantienes en el mismo nivel. El nivel nunca cambia; vuelves a ajustarte al mismo nivel. No cambian ni tu conciencia, ni tu estado de alerta, ni tu capacidad de ser testigo. A medida que te vas adentrando en la meditación te elevas más y más. Puedes contemplar los problemas desde arriba. Están en el valle, y tú has llegado a la cima de una montaña. Con esa perspectiva, desde esa altura, todos los problemas parecen diferentes. Y cuanto más aumenta el distanciamiento, más capaz eres de observarlos como si no fueran contigo.
Has de recordar una cosa: si un problema no va contigo, siempre estarás dispuesto a aconsejarle a otro cómo resolverlo. Si el problema es cosa de otra persona, si otra persona se encuentra en dificultades, siempre tienes algo que decir. Siempre puedes dar un buen consejo, pero si el problema es asunto tuyo, no sabes qué hacer. ¿Qué pasa? El problema es el mismo, pero en este caso estás implicado. Cuando se trataba del problema de otra persona, mantenías un distanciamiento desde el que podías considerarlo de una forma imparcial. Todo el mundo puede dar buenos consejos a los demás, pero cuando se trata del problema de uno mismo, se acaban los consejos, porque se pierde el distanciamiento.


Continuará...


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