jueves, 10 de marzo de 2016

EL LIBRO DE LA NADA OSHO



Capitulo VII (Tercer Escrito)
TODOS LOS SUEÑOS DEBEN CESAR.
¿POR QUÉ A TI TE AGRADAN ciertas cosas y te desagradan otras? ¿Cómo ocurre eso de que a ti te agraden unas cosas y te desagraden otras? ¿Cómo ocurre esta división? ¿Has penetrado alguna vez en el mecanismo del agrado y el desagrado? Merece la pena tratar de profundizar en ello.
Dices: «A mí me gusta esta persona, y esta otra no». ¿Por qué? Y de repente un día esta no te gusta y te ha empezado a gustar la otra. ¿Por qué? ¿Cuál es el mecanismo? ¿Por qué te gusta una persona? Te gusta una persona si te permite fortalecer tu ego; si se convierte en una pantalla y te ayuda a soñar.
Te gusta una persona si se ajusta a tu sueño.
Pero si, por el contrario, una persona no se ajusta a tu sueño, si no te permite soñar, te desagrada, te molesta. No encaja, no te hace de pantalla. No es pasiva, es activa; por eso te desagrada. Quieres que sea una pantalla pasiva, para que coopere con lo que sueñes, sea lo que sea. Ouspensky, el principal discípulo de Gurdjieff, dedicó su libro En busca de lo milagroso a su Maestro, con estas palabras:
«A la persona que destruyó todos mis sueños».
Pero una persona que destruya todos tus sueños no será de tu agrado. Hasta Ouspensky tuvo que abandonar a Gurdjieff, y en los últimos años nunca volvió a verle. Empezó a trabajar por su cuenta. Y al final murió enemistado con Gurdjieff. Hasta una persona de la consciencia de Ouspensky, que podía sentir que este hombre destruía los sueños, tuvo que abandonarle.
Puede que te des cuenta pero, cuando alguien realmente va destruyendo y destruyendo, sientes que ese hombre es un enemigo. Un verdadero Maestro siempre parecerá un enemigo: este es el criterio para saber si es verdadero o no.
Un Maestro falso te ayudará siempre a soñar; nunca perturbará tus sueños.
Sino que, por el contrario, te consolará, te dará tranquilizantes.
Te consolará, te aliviará. Sus enseñanzas serán como una hermosa canción de cuna. Te cantará para que puedas dormir bien, eso es todo. Pero un verdadero Maestro es peligroso. Acercarse a él es un peligro. Te acercas bajo tu propio riesgo, porque no te puede permitir soñar, no te puede ayudar a soñar, ¡porque entonces se pierde todo el propósito! Él destruirá. Y los sueños están muy cerca del corazón. Crees que tus sueños son tu corazón, y cuando destruyen los sueños, sientes que te están destruyendo a ti.
Es como si alguien te estuviera matando.
Los hindúes se han dado cuenta de esto, por eso dicen que un verdadero Maestro es como la muerte. Cuando te acercas a un Maestro vas hacia la muerte. Tendrás que morir porque, a no ser que mueras, no podrás renacer. Cuando se rompen los sueños, la verdad llega a la existencia, la verdad se manifiesta.
A ti te gusta alguien cuando ayuda a tu ego. Te gusta una chica porque dice que eres el hombre perfecto.
Una vez escuché a dos jóvenes amantes hablando.
Estaban sentados a la orilla del mar y las olas eran enormes.
El muchacho dijo: «¡Venid, hermosas olas, cada vez más grandes!». Y las olas se iban haciendo cada vez más grandes. La chica dijo: «¡Qué maravillad ¡El mar te obedece!». Esta persona te gustará.
Si alguien alimenta tu ego, tú estás dispuesto a agrandar el suyo a cambio. Te gusta alguien cuando todo encaja.
Es un acuerdo mutuo. En el momento en que alguien va a lo suyo o que algo no encaja o que esa persona es inflexible, que empieza a dominar, a poseer o herir tu ego... Y eso va a suceder, porque el que tu ego se engrandezca no es la causa de que gustes a esa persona; le gustas porque su ego se engrandece.
Tú le gustas a él por él mismo, por su ego, y a ti te gusta porque tu ego se engrandece. Vuestros propósitos son diferentes.
Y un acuerdo de ese tipo no puede ser eterno.
Y no es sólo que vuestros propósitos sean diferentes sino que son opuestos, porque solamente uno puede ser el maestro y ambos tratáis de serlo. Al principio seréis muy cariñosos porque el terreno es desconocido. Pero poco a poco, a medida que las cosas vayan asentándose, os volveréis más y más inflexibles, posesivos, dominantes, agresivos con el otro.
Y entonces empezáis a dejaros de gustar.
Tú odias a quien de alguna manera trata de derrocar tu superioridad. Amas a quien te hace sentir superior. El ego sufre continuamente de complejo de inferioridad. Por eso a un hombre le gustaría amar a esta mujer y a aquella, a miles de mujeres.
Se puede convertir en un don Juan porque, aunque sólo sea al principio, la mujer siempre coopera. Y esta es una estrategia, una estrategia femenina: la mujer coopera sólo al principio. En cuanto siente que ya no te puedes escapar, que estás atrapado, empieza a dominarte. Te gustaría conquistar muchas mujeres, pero sólo en el comienzo. Fíjate, todos los amores son maravillosos sólo al principio. Es muy difícil, muy raro, encontrar un amor hermoso al final. Y si puedes encontrar algo así, entonces te darás cuenta de que esta relación ha sido un amor verdadero. Lo importante es el final, no el principio, porque al principio todos los amores son hermosos, pero sólo al principio; porque al principio ambos son diplomáticos, ambos están atrayéndose, se están mostrando el uno al otro lo hermoso de sí mismos; forma parte del negocio.
Pero una vez que se ha vendido el producto, los rostros cambian, y entonces lo auténtico sale a la superficie, entonces comienza a trabajar el ego agresivo. Esta es la auténtica cosa que aparece al final. Lo verdadero aparece al final, nunca al principio, porque al principio ambos intentan acercarse.
Y una vez que están cerca, cuando todo se da por hecho, entonces lo verdadero entrará en erupción. ¿Por qué te gusta alguien? ¿Por qué te gusta algo? ¡Deja aparte las personas!: ¿por qué te gusta algo? Porque hasta las cosas refuerzan tu ego.
Si tu vecino se compra un coche más grande, tú también tienes que comprarte otro más grande, porque lo importante no es el coche. Puede que el más pequeño sea más cómodo, más adecuado para el tráfico moderno; puede que tengas menos problemas con el pequeño. Puede que el más grande sea más problemático, más costoso, quizá ni te lo puedas permitir; pero si el vecino se ha comprado un coche más grande, tú también tienes que comprarte otro. Te gusta. ¿Por qué te gusta? Todos tus gustos proceden del ego: un coche más grande te da prestigio.
Una vez ocurrió que: El jefe de Mulla Nasrudin le llamó a su despacho muy enfadado. Le hizo sentarse y le dijo: «¡Nasrudin, esto ya es demasiado! He oído que ayer por la noche, después de la fiesta que dimos en la oficina, cogiste una carretilla con alguien montado en ella y os fuisteis a la calle principal del pueblo. ¿No te das cuenta que haciendo eso dejas el prestigio de la compañía por los suelos? Nasrudin dijo: «Pues no le di ninguna importancia, porque usted era el que iba en la carretilla. Los dos estábamos borrachos, así que no pensé que fuera una cuestión de prestigio (pues el jefe iba en la carretilla). De modo que nos fuimos a dar una vuelta por la calle principal. Todo el mundo estaba feliz, la gente se lo pasó en grande». El prestigio; sólo te olvidas del prestigio cuando estás borracho. Entonces haces cosas absurdas. Pero entender eso es hermoso. El prestigio debe de tener alguna relación con el alcohol, porque sólo cuando te intoxicas te olvidas de él.
De otra forma siempre estás obsesionado con el prestigio, el respeto, la respetabilidad. Cuando algo te da prestigio, te gusta.
Te gusta una casa porque te da prestigio.
Puede que no sea conveniente ni cómoda. Fíjate en el mobiliario moderno. No es en absoluto cómodo, pero ¿quién quiere tener muebles antiguos? Lo moderno es mejor, más incómodo que lo antiguo, ¡pero moderno! Da prestigio. Lo que da prestigio es alcohólico, te intoxica. Te sientes poderoso. Pero ¿a qué viene este anhelo de poder? Y recuerda, si lo que quieres es poder, nunca alcanzarás la verdad.
También a veces llamas a la puerta de Dios pidiendo poder; pero te equivocas de puerta. La puerta de Dios es sólo para aquellos que se han hecho absolutamente conscientes de que el poder, la búsqueda de poder, es una tontería, una locura. Aceptas y rechazas según el ego. Si no hubiera ego, ¿dónde estarían el agrado y el desagrado? Simplemente desaparecerían. No tendrías esta mente que divide, que acepta y rechaza y crea alternativas.
Cuando estás a gusto contigo mismo...; y el ego nunca está a gusto consigo mismo; es una constante molestia, porque el ego tiene que mirar todo el tiempo a su alrededor, y hay millones de personas. Alguien se compra un coche más grande, ¿y qué vas a hacer tú? Alguien consigue una mujer más hermosa, ¿y qué vas a hacer tú? Alguien tiene más salud que tú, ¿y tú? Alguien tiene unos ojos más bonitos que tú, ¿y qué vas a hacer tú? Alguien es más inteligente, más listo, tiene más dinero...
Y hay miles de personas a tu alrededor, y tú estás en competencia con todo el mundo. ¡Te volverás loco! Es imposible. Nunca llegará el momento en el que te sientas contento. ¿Cómo va a ser posible? Hasta los emperadores...
He oído que una vez: Alejandro Magno intentaba llegar a un cuadro que había en la pared. El cuadro estaba inclinado y quería colocarlo correctamente, pero no llegaba porque era un hombre bajo (sólo media un metro y medio). Su guardián media casi dos metros, así que inmediatamente se acercó y lo colocó en su sitio.
Pero eso ofendió mucho a Alejandro. El guardián dijo: «Señor, siempre que necesite alcanzar algo dígamelo. Soy mas grande que usted». Alejandro dijo: «¡Más grande no! ¡Más alto; pero no más grande!». Y siempre que Alejandro se encontraba con otros más altos que él (y se los encontraba porque muchos de sus soldados eran más altos que él), se sentía humillado.
Puedes poseer el mundo entero, pero un mendigo puede ser más alto que tú y entonces pierdes el mundo entero, ya no eres nada. Puedes ser el emperador, pero un mendigo puede cantar mejor que tú. No puedes tenerlo todo. Lo que sea que poseas no te satisfará.
La mente, el ego, se sentirá siempre insatisfecho. El agrado y el desagrado se deben al ego, y el ego sufre inmensamente. Cuando no hay ego no hay cuestión de agrado o desagrado. Te mueves en este mundo como una brisa. No decides «voy hacia el norte», no sientes agrado o desagrado. Donde sea que la naturaleza te lleve, fluyes.
Si la naturaleza fluye hacia el norte, el viento sopla hacia el norte. Si la naturaleza cambia y comienza a soplar hacia el Sur, el viento sopla hacia el sur. No tiene elección propia. Un hombre del Tao no tiene elección propia. Va donde el río le lleve. Nunca empuja al río, nunca lucha contra él. No tiene elección, no tiene preferencias, ni siente agrado ni desagrado. Puede que te dé la impresión de que tiene preferencias y aversiones, pero eso es porque no lo puedes entender. Puede que hasta sientas que la nube se mueve hacia el norte, puedes interpretar que la nube se mueve hacia el norte porque tiene elección, que ha elegido moverse hacia el norte.
Pero te equivocas. La nube no tiene elección. Al igual que la nube, el hombre del Tao no está determinado a ir a ningún sitio, no tiene un destino. Se mueve simplemente porque toda la naturaleza se mueve en esa dirección. Él no lo ha elegido. La elección permanece en el todo; el agrado, el desagrado, permanecen en la totalidad; no son de su incumbencia. Está despreocupado y donde sea que llegue es la meta. No hay una meta predeterminada; donde sea que llegue es la meta. Cuando es así estás contento donde estés.
Pero la mente seguirá interpretando de acuerdo a sus propias leyes. Si ves a un buda, también te dará la impresión de que tiene preferencias y aversiones, pero estarás equivocado porque le interpretarás de acuerdo a tu mente. A veces se dirigirá al norte y pensarás que así debe de haberlo elegido, ¿cómo si no? ¿Por qué si no ir al norte? A veces le prestará más atención a otra persona que a ti; pensarás que debe de haberlo elegido él. «Si no, ¿por qué? ¿Por qué no me está prestando a mí la misma atención?».
Y yo te digo: él no lo ha elegido, sólo el todo decide. Él ya no es un factor decisivo, es sencillamente como una nube.
Que le esté prestando más atención a una persona sólo quiere decir que la atención se mueve de esa manera, como una nube.
Esa persona debe de estar más necesitada, esa persona debe de estar más vacía y atrae más atención. Es como si cavas un agujero en la tierra: el todo atraerá agua hacia él, porque el agua fluye hacia abajo. Si esa persona es más meditativa, Buda le concederá más atención; pero recuerda, él no lo está haciendo: ha sido atraído. Es un simple fenómeno natural. No es su elección o su gusto. Buda dio un mensaje silencioso a Mahakashyapa.
Le dio una flor, entonces alguien preguntó: «¿Por qué a Mahakashyapa? ¿Por qué no a otro?». Porque allí había otros y algunos eran discípulos más respetados. Estaba Sariputra, que era uno de los discípulos más famosos, muy conocido en todo el país.
Él mismo era un maestro. Antes de entregarse a Buda, él ya tenía quinientos discípulos que le seguían. Y todos se entregaron a Buda porque su Maestro se había entregado a él. Sariputra era un erudito muy famoso. ¿Por qué no a él? ¿Por qué no a Ananda? Ananda había vivido junto a Buda durante cuarenta años, como una sombra, sirviéndole en todo lo que fuera necesario, como un criado, era como un hermano para Buda, de su misma sangre, de la misma familia real. ¿Por qué no a Ananda? ¿Por qué no a Modgalyayana, que era otro gran erudito respetado por miles de personas? ¿Por qué a Mahakashyapa, a quien nadie conocía? ¿Por qué en el que nunca había pensado nadie y de quien no se conoce nada excepto este suceso? Buda salió una mañana con una flor y se quedó sentado mirándola, en silencio. La gente allí reunida empezó a inquietarse porque habían acudido para escuchar un sermón. Entonces Mahakashyapa se rió, y Buda le hizo llamar, le dio la flor y dijo a los allí reunidos: «Todo lo que se puede decir os lo he dado a vosotros y lo que no puede ser dicho se lo doy a Mahakashyapa». Este es el único suceso que se conoce de Mahakashyapa. Antes de esto era desconocido, y después de esto no se vuelve a saber nada de él. ¿Por qué a Mahakashyapa? No es una elección, porque si lo fuera la hubiera recibido Sariputra. No es un gusto, si fuera cuestión de gustos entonces la hubiera recibido Ananda. Buda dijo que no tenía ninguna alternativa. Mahakashyapa era el único que podía recibirla: era el único que estaba en silencio y entendió.
La historia cuenta que Buda dijo: «Aunque no se hubiera reído yo hubiera ido a él y le hubiera ofrecido la flor, porque era el único disponible, el único vacío en toda la asamblea. Aquí hay grandes eruditos, pero todos están llenos de su erudición. También está aquí Ananda, pero está lleno de excesivo afecto y apego hacia mí. Mahakashyapa está simplemente vacío; es una casa vacía, ha desaparecido». Ha atraído a la nube. Pero fíjate en la actitud de sus discípulos; deben de haber pensado que eso debía de significar algo. «¿Por qué está Buda tan apegado a Mahakashyapa? ¿Por qué no puede darnos a nosotros lo que no puede darse en palabras? ¿Por qué tiene que hacer de Mahakashyapa el primero?» Pero recuerda, un hombre del Tao, un hombre iluminado, simplemente fluye como una nube. No tiene preferencias ni aversiones, porque todo eso pertenece a la mente soñadora, al ego soñador.
Actividad y descanso derivan de la ilusión; en la iluminación no hay agrado ni desagrado. Todas las dualidades proceden de ignorantes deducciones. Son como sueños o flores en el aire: es estúpido intentar atraparlas. Ganancia o pérdida, correcto o incorrecto: tales pensamientos tienen que ser finalmente abolidos de una vez por todas.

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