lunes, 14 de marzo de 2016

EL LIBRO DE LA NADA OSHO




Capitulo X
NI AYER NI MAÑANA NI HOY
A causa de las palabras, los símbolos, el lenguaje. No estás perdido en la realidad, estás perdido en un juego lingüístico; porque la realidad está siempre delante de ti, pero tú no estás siempre delante de la realidad; estás en cualquier otro lugar, siempre en otro lugar, porque eres una mente y mente significa algo que se ha ido. Mente significa que ahora no estás mirando lo que hay, estás pensando acerca de ello. El «acerca de» es el problema, el «acerca de» es la manera de perderse la realidad.
En el momento que pienses acerca de ella, nunca se alcanzará la diana. ¿Qué es el pensar? Es un sustituto. Si conoces el amor, nunca piensas acerca de él. No hay ninguna necesidad de pensar en él.
Si no conoces el amor, piensas acerca de él; en realidad, no piensas en otra cosa. ¿Cómo vas a amar a través del pensamiento?; porque amar es una experiencia existencial. No es una teoría, no es una especulación. Para conocerlo tienes que vivirlo. ¿Por qué habla la mente acerca de cosas que no ha experimentado? Porque se trata de un sustituto; todo el ser siente la necesidad, ¿qué le vamos a hacer? Tan sólo con hablar acerca de ello te sientes mejor, como si hubiera ocurrido algo, como si estuvieras experimentando.
Esto ocurre en sueños y ocurre mientras estás despierto; porque la mente sigue siendo igual estés despierto o dormido.
Todos los sueños son sustitutos y todos los pensamientos también, porque pensar es soñar mientras se está despierto y soñar es pensar mientras se está dormido. No son cualitativa mente diferentes, son el mismo proceso. Si puedes entender el soñar, te será posible comprender el pensar. Soñar es más primitivo, por eso es más simple. Pensar es más complicado, más evolucionado, por eso es más difícil de penetrar. Y cuando quieres penetrar en algo, es mejor penetrar de la forma más simple. Si no has comido el día anterior, por la noche soñarás con comida, soñarás que estás siendo invitado por un rey, que estás comiendo deliciosos manjares. Si tienes una gran necesidad de sexo, tendrás un sueño sexual. Si tienes una gran necesidad de poder y prestigio, tendrás un sueño que lo sustituya: que te has convertido en un Alejandro Magno o en un Napoleón o en un Hitler, tú dominas el mundo. El sueño siempre es acerca de lo que te falta mientras estás despierto; aquello que has echado de menos durante el día viene a los sueños. Si no echaras de menos nada durante el día, los sueños desaparecerían. Un hombre que esté absolutamente satisfecho no soñará. Por eso los Budas nunca sueñan. No pueden soñar aunque quieran, porque todo se completa y se acaba, nada queda pendiente en la mente.
Un sueño es una resaca; algo incompleto que está tratando de ser acabado. Y los deseos son tales que no puedes acabarlos.
Van creciendo y se hacen más y más grandes. Hagas lo que hagas, siempre falta algo. ¿Quién llenará ese vacío? El sueño llenará ese vacío. Has ayunado, y se crea un agujero en ti. Es incómodo cargar con ese agujero, así que por la noche, en los sueños, comes.
La mente te ha engañado, la comida no ha sido real. No se puede convertir en tu sangre; no puedes digerir un sueño, no puedes vivir de eso. ¿Entonces para qué sirve? Para una cosa: puede ayudar a conciliar el sueño, es una ayuda para dormir. Si no sueñas y tienes deseos incompletos, te será completamente imposible dormir, el sueño se interrumpirá muchas veces. Estás hambriento, ¿cómo vas a dormir? Pero el soñar te da una falsa solución: que ya has comido, que has tomado una comida deliciosa; ahora puedes dormir. Y tú te lo crees, porque no hay forma de saber si es verdadero o falso.
Estás tan profundamente dormido, tan inconsciente que ¿cómo vas a saber si es verdadero o falso? Porque la verdad de algo sólo puede saberse con la consciencia y tú no eres consciente. Y luego, además, el sueño es muy bonito, satisface una profunda necesidad. ¿Por qué preocuparse entonces? ¿Para qué tratar de descubrir si es verdadero o no? Cuando estás feliz nunca intentas descubrir si eso es verdadero o no.
Te gustaría que fuera verdadero; es una satisfacción del deseo.
Y es peligroso intentar pensar acerca de ello; puede ser irreal, ¿qué hacer entonces? Así que es mejor no abrir los ojos. El sueño es precioso, estás durmiendo bien. ¿Por qué no descansar?
Por la noche, si sientes la necesidad de ir al baño, inmediatamente surge un sueño: estás en el baño. Así es como el sueño protege el dormir, de otra forma tendrías que ir. La vejiga está llena y eso te está haciendo sentir incómodo; tendrías que ir al baño.
Pero el soñar protege, el sueño dice: «Estás en el baño, ya te has descargado. Ahora vuelve a dormir». La vejiga sigue llena, la incomodidad sigue igual, pero el sueño la cubre con una capa de comodidad y se hace más fácil de tolerar. En realidad la situación permanece igual, pero el sueño produce la falsa ilusión de que la realidad ha cambiado. Entonces, ¿cuál es el profundo significado del soñar? El profundo significado del sueño es que la realidad es tan dura que no la puedes tolerar. La realidad como tal, desnuda, es demasiado, y no estás preparado para soportarla. El sueño llena el vacío; te ofrece una realidad que tú puedes tolerar.
La mente te ofrece la realidad de tal forma que puedas ajustarte a ella. Cuanto más creces menos sueñas, porque hay menos problemas que resolver. Así que, cuanto más creces menos sueñas. Si creces totalmente en consciencia dejas de soñar, porque cuando eres totalmente consciente no quieres cambiar la realidad. Simplemente te haces uno con ella. No luchas contra ella, porque cuando eres completamente consciente llegas a darte cuenta de que lo real no se puede cambiar. Lo único que se puede cambiar es tu actitud, tu mente; lo real permanecerá igual. Tú no puedes cambiar la realidad, sólo puedes parar este falso proceso de la mente. Normalmente intentamos cambiar la realidad para que se ajuste a nosotros. Una persona religiosa es la que ha abandonado todo ese estúpido afán: no intenta cambiar la realidad para que se ajuste a ella, porque eso es una tontería. El todo no puede caber en la parte, el todo no puede de ninguna manera seguir a la parte; la parte tiene que seguir al todo. Mi mano tiene que seguir a mi cuerpo orgánico, mi cuerpo entero; mi cuerpo no puede seguir a mi mano, es imposible. La parte es mínima, atómica. ¿Quién eres tú frente a esta vasta realidad? ¿Quién eres tú para adaptar esta vasta realidad a ti? Es el ego el que dice: «Sigue esforzándote; un día u otro la realidad tendrá que adaptarse a ti». Entonces te sientes angustiado, porque eso no va a ocurrir. Eso no puede ocurrir por la propia naturaleza de las cosas: una gota intentando cambiar el océano, ¡una gota intentando hacer prevalecer sus ideas en el océano! ¿Qué es tu mente? ¡Ni siquiera una gota en el vasto océano! ¿Qué estás intentando hacer? Estás intentando hacer que la realidad te siga a ti, que la verdad se convierta en tu sombra.
Esta es la estupidez de todos los hombres mundanos, de todos aquellos que piensan que son materialistas. Entonces, ¿qué es un hombre religioso?, ¿qué es una mente religiosa? El hombre religioso es aquel que llega a comprender que eso es completamente imposible, que está tropezando contra un muro imposible de traspasar. No es posible que se abra una puerta ahí; tan sólo conseguirás hacerte daño, angustiarte, sentirte frustrado, convertirte en un fracaso. Es lo único que puede pasar. Es lo que, al final, les pasa a todos los egos: acaban heridos, frustrados, preocupados (esto es lo que, al final, les pasa a todos los egos.
El ego sufre, el ego siempre está crucificado; crucificado por su propia estupidez). Cuando se asienta la comprensión, cuando puedes mirar y darte cuenta de que solamente eres una parte, una parte infinitesimal de un Universo infinitamente grande, simplemente no intentas hacer el estúpido.
Dejas de hacer estupideces. Por el contrario, empiezas un nuevo viaje: tratas de ajustarte a la realidad. Cuando empiezas a intentar ajustarte a la realidad, poco a poco, dejas de soñar; porque ajustarse a la realidad es posible, de hecho es lo único que puede ocurrir y ocurre. Y cuando ocurre se deja de soñar. Cuando intentes cambiar la realidad para que se ajuste a ti, te convertirás en un pensador, porque tendrás que ingeniar artimañas, formas y maneras, para forzar a la realidad a que se ajuste a ti. Puede que te conviertas en un gran científico, puedes llegar a ser un gran matemático, un gran filósofo, pero estarás lleno de ansiedad y de angustia. No te convertirás en una danzante Meera, o en un silencioso Buda, o en un extático Sosan, no; porque su enfoque es diametralmente opuesto. Ellos se ajustan al Universo, se hacen uno con él, fluyen con él, se vuelven tan sólo una sombra en él.
Ellos no luchan, ellos no tienen ningún conflicto o argumentación en relación a la existencia. Ellos simplemente dicen sí a todo lo que hay. Ellos no son de los que dicen no, son de los que dicen sí. Eso es lo que significa ser religioso: ser alguien que dice «sí».
No es cuestión de si crees en Dios o no. Buda nunca creyó en ningún Dios, pero es un hombre religioso porque es de los que dicen sí. No importa a quién le digas el sí. Tú di el sí; eso es lo que cambia todo. Que se lo digas a un Dios con cuatro cabezas o con cuatrocientas, con dos manos o con dos mil, que se lo digas a un Dios hindú, cristiano o musulmán, o que se lo digas a la naturaleza o al destino, no supone ninguna diferencia. La cuestión no es a quién vaya dirigido. Si dices sí, un sí total por tu parte, te vuelves religioso.
Si dices no, significa que continuarás con la lucha. Lucharás contra la corriente, irás en contra del río. Te crees más sabio que el Tao, crees que eres más grande que la existencia. Entonces por supuesto, naturalmente, obviamente, te sentirás frustrado porque no es cierto. En el momento en que dices sí, tu vida empieza a florecer en una nueva dimensión. La dimensión del sí es la dimensión de la religión. La dimensión del no es la dimensión de la política, de la ciencia y todo lo demás. Un místico es uno que fluye con el río, no lo fuerza. Ni siquiera nada en el río, porque nadar también es una lucha; simplemente flota. No tiene ninguna meta que alcanzar, porque ¿cómo vas tú a determinar una meta? ¿Quién eres tú? ¿Cómo puedes tú fijar una meta? Cuando te dejas llevar por el río, el río se mueve; tú te mueves con él. Tu meta es la meta del río.
Ni siquiera te preocupa dónde está; si es que la hay. Has aprendido el gran secreto de decir sí. De hecho, donde sea que estés, estarás en la meta, porque el sí es la meta. No es cuestión de llegar a alguna parte; donde sea que estés di sí, y allí estará la meta. Y si eres adicto al no, donde sea que estés siempre estarás de camino, nunca será la meta. Donde sea que llegues, tu no llegará contigo. Aunque llegues al cielo, tu no llegará contigo. ¿Dónde vas a dejarlo?
Si te encuentras con la fuerza suprema tal como eres ahora, dirás no, porque estás muy acostumbrado a eso. ¿Cómo vas a decir sí de repente? Aunque te encuentres con Dios dirás no. Le encontrarás muchas faltas porque, para la mente que niega, nada puede ser perfecto; nada puede ser perfecto. Y para la mente que afirma, nada puede ser imperfecto.
Para la mente afirmadora hasta la imperfección tiene su propia perfección. Sonará contradictorio. Él dirá: «¡Qué maravillosamente imperfecto! ¡Qué perfectamente imperfecto». Para él, hasta en el caos hay cosmos. Y hasta en la materia, el sí penetra y encuentra lo Divino. Cada piedra está llena de lo Divino, Dios está en todas partes. El que dice sí, le encontrará en todas partes. Y el que tan sólo puede decir no, no le encontrará en ninguna parte. Depende de ti, no depende de él. Una comprensión que conlleva transformación es: no luches contra el todo. Es un esfuerzo absurdo. Y el todo no sufrirá por ello, porque el todo no está luchando contra ti.
Aunque te parezca que la totalidad está luchando contra ti e intentando destrozarte para salir victoriosa, estás equivocado.
Si luchas contra ella, se refleja tu propia lucha. El todo no está luchando contigo, ni siquiera se le ha ocurrido. Es tu propia mente reflejada; y el todo resuena. Lo que sea que hagas se refleja: es un espejo. Si tienes una actitud peleona creerás que todo el mundo está tratando de destrozarte. Intenta nadar contra la corriente: parece como si todo el río te estuviera empujando a ir con la corriente, como si el único motivo de la existencia del río fuera derrotarte. ¿Pero está ahí el río sólo para derrotarte? Puede que el río ni siquiera sepa que estás ahí.
Y cuando no estabas en él, también fluía en la misma dirección.
Y cuando ya no estés allí, seguirá fluyendo en la misma dirección. No es que fluya en esa dirección por ti. Y si sientes que fluye en contra tuya, es por ti: eres tú quien está intentando ir en contra de la corriente.
Una vez ocurrió que: La mujer de Mulla Nasrudin se cayó a un río durante una crecida. Los vecinos fueron corriendo y le dijeron: «Tu esposa se ha caído al río, y el río se ha desbordado, va con mucha corriente. ¡Ven rápidamente». Nasrudin corrió al río, saltó al agua y empezó a nadar en contra de la corriente. La gente que estaba allí reunida y observando dijo: «¿Qué estás haciendo, Nasrudin?».
Nasrudin dijo: «Yo conozco muy bien a mi mujer; ella siempre intenta ir contracorriente.
No puede ir con la corriente, eso es imposible. Puede que vosotros conozcáis el río pero yo conozco a mi mujer. Así que no tratéis de ...». Hay personas que siempre van en contra de la corriente, a todos los sitios que vayan. Y a causa de su propio esfuerzo creen que el río está destrozándoles, luchando, intentando vencerles y salir victorioso. El todo no está en tu contra, no puede ser; el todo es tu madre. Tu vienes del todo, te disolverás con el todo. ¿Cómo va estar el todo en contra de ti? Simplemente te ama. Que vayas en contra de la corriente o a favor de la corriente, no tiene ninguna importancia para el todo; pero sólo por amor el todo no puede fluir contra la corriente. Y recuerda, si fluyera en contra de la corriente, tú empezarías a ir en su contra; porque esa no es la cuestión.
La cuestión es tu mente que dice no, porque el ego se refuerza a través del no. Cuanto más digas no, más poderoso se sentirá el ego; cuanto más digas sí, más desaparecerá el ego. Por eso es tan difícil decir que sí a cualquier cosa, incluso a cosas normales.
El niño quiere jugar en la calle y le pregunta al padre: «¿Puedo salir a jugar a la calle?». «¡No!». ¿Qué motivo hay? ¿Por qué el sí no sale fácilmente? ¿Por qué el sí es tan difícil? Porque cuando luchas sientes que eres. De otra forma todo encaja perfectamente, no puedes sentir que eres. Si dices sí, no estás.
Cuando dices un verdadero sí, estás ausente. ¿Cómo vas a sentir? Sólo puedes sentir en contra, entonces te sientes poderoso. El no te da poder. ¿Y cómo puede darte poder el no? Porque, al decir no, te separas de la fuente de todo poder. Es un sentimiento falso, es una dolencia, una enfermedad. Di sí y empezará a ocurrir una transformación. Normalmente dices no hasta que tienes que decir sí. Cuando dices sí, no te sientes muy bien; como si estuvieras derrotado, como si te sintieras impotente. Cuando dices no, te sientes bien: sales victorioso, puedes poner a los demás en su sitio; has dicho no, eres más poderoso. El no es violento, agresivo. El sí es devoción, oración. No hay necesidad de ir a la iglesia, a la mezquita o al templo; la vida es un templo bastante grande. Simplemente empieza a decir sí y en todas partes te sentirás devocional, porque en todas partes el ego estará ausente.
Y cuando el ego no está presente, el todo, de repente, fluye en ti.
No estás cerrado, estás abierto. Entonces una nueva brisa llega desde el todo, una nueva fuente de energía entra en ti. Entonces te renuevas momento a momento.

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