martes, 14 de junio de 2016

LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-10





Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú) Carta-10


La tranquilidad no duró mucho, el progreso progresa solo con independencia de la vida y su calidad. 
Aún existe en mi memoria el bosque donde crecí corriendo tras mariposas y coleccionando las blancas flores de un cactus, que se preparaba durante varias semanas para desplegar todo su esplendor un día, un solo día, esa fue mi primera lección para vivir el presente, único escenario donde ocurre la vida y sus milagros. 
Quedé con ella en reunirme más tarde, no somos amigos íntimos, pero hemos entrelazado una profunda amistad. 
Verla me recuerda otro tiempo, su ropa deja escapar caudales de erotismo mal disimulado. 
Pedí un té de hierbas, ella una cerveza, abandonó el protocolo, desató sus lágrimas, por un momento pensé que yo era la persona equivocada. En pleno pensamiento, un niño, inaugurando sus primeros pasos, terminó en sus piernas, manchando las medias que pigmentaban su piel del color deseado. 
Creí haber visto a ese niño en un sueño pasado; quizá la vida es solo un sueño que soñamos, quizá nos enseñan todo menos lo único que tendríamos que saber: aprender a vivir. Alguien dijo, ese día, al salir del restaurante donde dialogaba con mi amiga: «El mundo se está calentando». Al despedirme de ella, esa frase quedó conmigo. ¿El mundo se calienta por iniciativa propia? Parece erróneo hablar así. Millones de chimeneas y escapes, miles de contaminantes enviados a la atmósfera. 
Hace mucho que no me había sentido tan intranquilo, en verdad, estamos serruchando la rama en la que estamos sentados como humanidad. Recuerdo un viaje en el que quedé conmocionado al dialogar con un científico octogenario que llevaba cincuenta años midiendo unos glaciares en Alaska. 
Su retroceso le preocupaba inmensamente. 
Él miraba con temor el futuro, sentía el olor a destrucción que se avecinaba si los estilos de vida contemporáneos no se
modificaban drásticamente. 
Recuerdo cuando viajé por África, cientos de kilómetros de erosión, contexto óptimo para hambrunas, incrementadas por la cíclica aparición de plagas. Todo esto denuncia un paradigma antiecológico, antisaludable y antihumano. Vivir sin aprender a vivir, siembra muerte y patrocina holocaustos. 
Vivir sin reverencia hacia la Madre Tierra significa quedar huérfanos de su energía protectora, sanadora y purificadora. Comencemos aceptando que somos hijos de la Tierra, que ella es simultáneamente nuestra casa y nuestra madre, que la vida no está detenida en el tiempo ni colgada en el vacío, que dependemos de ella para permanecer en este plano. 
Danzan los rayos, se multiplican los desastres naturales, el holocausto parece ser para algunos la terapia necesaria, mientras el presente permanece desolado y el futuro teme morir envenenado. Y mientras el río fluye entubado hasta morir intoxicado, mientras la selva se convierte en un lejano recuerdo, mientras muchas especies animales se extinguen, la salud se arrastra por el suelo sin comprender esa extraña ecuación que concluye destruyendo toda forma de vida sobre la Tierra.
¿Te imaginas continuar destruyendo el único lugar que tenemos para vivir? Contemplo el otoño, crece mi incertidumbre, evoco el paisaje donde crecí, aparecen encarnizados recuerdos, tendré que sobrevivir al ecocidio, hablo conmigo mismo, me parece casi insoportable la ausencia del pájaro que con su canto cada mañana inaugura mi día. 
Me produce un extraño dolor el punto de irremediable destrucción al que estamos llegando con fervor. Me recuesto sobre la tierra, entonces aparece el abuelo, el primer anciano de sabiduría que conocí y mientras degustamos uvas sembradas por él mismo, revisamos sus mejores enseñanzas. 
Deja que tus pies entren en contacto directo con la piel de la Madre Tierra. Esa práctica simple puede mejorar la circulación sanguínea y con ello la oxigenación y purificación del cuerpo. Caminar descalzo es poderosa práctica sanadora, al igual que la respiración consciente, que te permite darte cuenta de que estás vivo, que eres parte de un ecosistema que posee inteligencia propia para autorregularse, a condición de que no se le interfiera. ¿Ya abrazaste un árbol? ¿Te sentaste a sus pies, apoyando tu árbol vertebral al tronco, posibilitando de esa manera un momento energizador poderoso? El conocimiento que posibilita el reencuentro del hombre con la sabiduría ancestral requiere salir de la niebla de la ignorancia inducida. 
Mientras te escribo esta carta, comienza la lluvia; si el clima lo permite, cúrate del miedo al qué dirán, vive con la intensidad de quien sabe que está de paso y danza bajo la lluvia. No se trata de un baño higiénico, no se trata de hacer algo en el nivel visible, sino de una purificación energética, invisible a los ojos; se trata de ampliar la libertad y sentir nítidamente el sabor del saber, la fragancia de la vida. 
Cuando arde la ignorancia, que es totalmente combustible, se rehabilita la felicidad y la posibilidad de ser tú mismo, pero tu mejor versión. Toda persona que se respete deberá reencontrarse con la vida en todas sus expresiones. 
Desde la ventana del presente podrá ver que habitar esta existencia incluye un constante diálogo con el mundo mineral, vegetal y animal, océano de energía donde un día fuimos arrojados, para explorar en todas sus posibilidades esa aventura llamada vida, escenario natural para otorgar continuidad a la historia evolucionaria de la que somos parte. 
El mundo mineral vive su propio tiempo. Su lento metabolismo simula ausencia de vida. Sucede que las piedras pueden curarte y la tierra hablarte, que la materia, como sombra de la energía que es, porta y transporta viejas novedades. 
Ellas viven más tiempo que nosotros; acostúmbrate a aprender de su silencio y que su voluntad pétrea inspire en ti una racha de iniciativa pedagógica. Aprender de las montañas y de la Madre Tierra, convierte a la vida en una escuela. Las raíces, que un día dialogarán con nuestros minerales, son otra aula donde podemos aprender mensajes de otros tiempos, cuentos que son ciertos pero no en esta realidad. La personalidad de los árboles, su extensa salud, su memoria laminada, su esencia convertida en enseñanza, son valiosa compañía. Desde el presente que te corresponde, acostúmbrate a vivir en la pedagogía de la Madre Tierra, permanece cerca al único planeta que tienes para habitar, camina con reverencia, atento para que tus pasos no devengan en agravio ni tu estilo de vida en agresión. Desentierra tu sensibilidad y reencuéntrate también con el mundo animal, que es parte de la familia grande, esa red de energía protectora que no admite protocolos metafísicos: conectarse con el mundo vegetal y animal solo requiere de una alta dosis de inocencia. La salud es otra beneficiaria directa del contacto con la naturaleza. 
Pierde el miedo, descarta el prejuicio, camina descalzo, baila bajo la lluvia, saborea amaneceres, colecciona arcoíris, usa el pasaporte de la humildad y la credencial de la reverencia, y cuando profundices la experiencia, acumulando un profundo silencio, viaja hasta el corazón de la Madre Tierra y constata que ella eres tú, que todo es uno y todo está vivo. 
Participa en la vida sin dejar de contemplarla, enarbola lo sagrado que inaugura lo mágico, instala tus otros cuerpos en el edificio multidimensional de esta existencia. Es curvo el planeta y está bordado en el exterior con hilos del tiempo que nos hablan de la eternidad. La vida es una cinta mágica que nos conecta al paraíso, que es un estado superior de conciencia. 
Cada planta, cada animal, cada piedra, son un mensaje para el alma despierta y la conciencia sensible. En cada parte de la naturaleza está escrito un secreto que tu espíritu un día tendrá que develar. Permanecer cerca de la Madre Tierra, escuchar su canto, recibir su terapia, sintonizar el silencio, inaugurar el ritual, son pasos necesarios para descubrir nuestro propósito en la Tierra. La felicidad será la consecuencia de haber iniciado esta sagrada caminata. La próxima carta retorna a lo humano y a la necesidad que tiene cada persona de aprender a triunfar en la vida. El emprendedor existencial será el eje temático que nos reunirá en la próxima cita, a la cual no precisas ser invitado.
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