jueves, 11 de agosto de 2016

Libro el Ojo del Yo (David R. Hawkins) CAPÍTULO 7 PRIMER ESCRITO (La Mente)


SECCIÓN III.
El Camino De La Conciencia. 
CAPITULO 7.
La Mente 
Introducción 
Los caminos tradicionales hacia Dios se han descrito en términos generales como los grandes yogas: Raja Yoga, Karma Yoga y Advaita, entre otros. 
Hay caminos a través del corazón, de la entrega, el amor, el servicio, la adoración, la devoción y, finalmente, Advaita, el camino a través de la mente. 
Se dice que el camino de la mente no es adecuado para la mayoría de los buscadores en este Kali Yuga (un eón, o 58.000 años de una revolución completa del Zodíaco), debido a que hay demasiadas distracciones mundanas. 
El sendero de la mente precisa de cierta capacidad de concentración o enfoque de la mente. 
Sin embargo, puede ser el mejor camino para la persona que canaliza su energía a través del pensamiento mas que del sentimiento. Lo que viene a continuación es una orientación general para aproximarse y comenzar este camino. 
La mayoría de los buscadores también hacen el camino del corazón al mismo tiempo; es simplemente una cuestión de énfasis en uno u otro. Por supuesto, no son caminos exclusivos y, al final, se convierten en lo mismo. 
Esto también nos introducirá en un debate sobre un estilo concomitante de meditación. 
La Observación Al empezar a observarla, la mente parece ser una máquina de palabrería ininterrumpida, con un bombardeo constante e interminable de pensamientos, ideas, conceptos, significados, recuerdos, planes, aprensiones, dudas, repeticiones y versos sin sentido. 
Después surgen fragmentos musicales, acontecimientos pasados, historias, párrafos, situaciones, opiniones, especulaciones, imágenes de objetos, y personas del pasado y del presente. 
Mas tarde, vienen imaginaciones, fantasías, sueños cotidianos, temores, especulaciones y diversa fantasmagoría. 
Entremezclado con todo este interminable parloteo hay fragmentos de noticias, eventos mediáticos, escenas de películas, espectáculos de televisión y conversaciones de Internet. 
Y por encima de todo esto hay preocupaciones económicas y del trabajo, facturas que pagar, proyectos, familia, cultura, política, preocupaciones y así hasta el infinito. 
A primera vista, se encuentra uno con un cenagal abrumador y desesperanzador sobre el cual tiene muy poco, o ningún control. Con enfoque y concentración, es posible alguna secuencia de pensamiento lógico, pero luego la mente vuelve rápidamente a su incansable mar de pensamientos, imágenes y fantasías incesantes. ¿Tiene algún sentido todo esto? 
Existe algún punto desde el cual uno pueda aproximarse siquiera a esta casa de locos? 
El Buda dijo que el verdadero yo se vislumbra en el espacio entre los pensamientos, y sin embargo, las interminables actividades de la mente parecen no cesar. Si acaso, la mente parece sumergirse en una actividad frenética interminable, como si temiera un instante de silencio mas que ninguna otra cosa. 
¿Acaso ese miedo al silencio significará que le ha llegado su fin? Es como si fundara su esperanza de supervivencia en una palabrería sin fin. Su voluntad, de hecho, llenará rápidamente cualquier posibilidad de silencio con rimas absurdas o sonidos sin sentido; se pondrá a cantar el “cha-cha-cha” o “ itty-bitty-bu” o “bi-bop-a-bu” — cualquier cosa antes que el silencio.
¿Que está pasando en el mundo con la mente? El Motivo A través de la observación, se puede ver que, bajo las imágenes y palabras en si, hay una energía impulsora, un deseo de pensar, de opinar, de mantenerse ocupada con cualquier cosa que pueda encontrar para llenar los huecos. 
Uno puede detectar un impulso hacia “el pensar”, un impulso que es impersonal. Con la observación, puedes detectar que no hay ningún “Yo” pensando los pensamientos. 
De hecho, el “Yo” rara vez interviene. El “Yo” real tiene dificultades incluso para introducir unas cuantas palabras o pensamientos sensatos, y cuando es capaz de hacerlo, le llamamos a esta intervención “concentración”, pero lleva mucho esfuerzo y energía dejar de lado el parloteo y la distracción para ser capaz de organizar una secuencia de pensamientos lógicos. 
La primera parte de este proceso consiste en enfocarse en lo deseado y limitar la corriente del contenido al tema elegido para la contemplación. Aquí, los psicólogos conjeturan que la corriente de pensamientos viene determinada por los impulsos instintivos, o que el contenido del pensamiento se organizan por asociación y condicionamiento. Todas las teorías sobre la naturaleza de los pensamientos asumen por supuesto que hay un “pensador” interior, un homúnculo invisible que se encarga de esta serie de procesos multifactoriales en curso que llamamos actividad mental. Los informáticos están estudiando estos fenómenos con la esperanza de desarrollar programas de inteligencia artificial. 
Sin embargo, en el mejor de los casos, estos programas solo imitan determinados procesos lógicos limitados. 
Los complejos procesos de múltiples facetas de la mente total son no lineales y no se pueden enmarcar dentro del paradigma newtoniano con el fin de adecuarlos para ser computarizados. 
Su contenido primario se describe mejor como aparentemente aleatorio o caótico, operando entremezclados la lógica, la razón, la o inteligencia que se desvanecen tan rápidamente como el ruido del interminable parloteo vuelve de nuevo. 
Los periodos de secuencias lógicas inteligentes parecen surgir caóticamente. Al igual que las ensoñaciones, las fantasías y los sueños cotidianos, la mente selecciona aleatoriamente cortos periodos de procesamiento secuencial centrado en la realidad. Los saltos intuitivos tienen lugar sin previo aviso. 
También se pueden dar periodos de bloqueo del pensamiento, lapsus, olvidos y diversos fragmentos perdidos en un laberinto interminable. Una cosa es obvia: la mente no es nada fiable. 
No se puede depender de ella en absoluto. No es capaz de ser constante, y su actuación es esporádica y también errática. 
Se olvidara de llevarse las llaves de la oficina, olvidara números de teléfono y direcciones, y será fuente de frustraciones o molestias. 
La mente esta contaminada por emociones, sentimientos, prejuicios, puntos ciegos, negaciones, proyecciones, paranoias, fobias, miedos, lamentos, culpas, preocupaciones, ansiedad y de los temibles espectros de la pobreza, la vejez, la enfermedad, la muerte, el fracaso, el rechazo, la perdida y el desastre. 
Además de todo lo anterior, la mente también ha sido programada inocente y erróneamente con multitud de propaganda, slogans políticos, dogmas religiosos y sociales, y distorsiones constantes de los hechos, por no mencionar las falsificaciones, los errores de juicio y la desinformación.
Hasta las instituciones sociales tradicionales, cuidadosamente orquestadas y disciplinadas, como las leyes y los procedimientos legales, los juicios y los procesos legales, están llenos de errores (como se ha revelado en toda su crudeza con las pruebas de ADN). Hasta los testigos oculares se equivocan completamente una y otra vez. Pero por encima de todo, el principal defecto de la mente no son solo sus contenidos, normalmente irrelevantes o equivocados, sino en que no tiene modo de discernir la verdad de la falsedad. Es simplemente un tablero de juego. 
Como Proceder Por todo lo explicado anteriormente, se puede ver que es inútil intentar encontrar la verdad a través de la mente. (La ventaja del camino del corazón o Amor Incondicional, es que atraviesa muchas de las trampas de lo que llamamos mente.) 
Aun cuando se pudiera confiar en la mente para que generara un producto lógico y estable, no conseguiría captar la importancia del contexto, e interpretaría los resultados o los aplicaría mal; como se puede ver, por ejemplo, en el actual juego de lo “políticamente correcto”, que nunca consigue anticipar consecuencias inesperadas. 
El camino a través de la mente es, en realidad, el camino de la “no mente”, dado que sus técnicas están diseñadas para atravesar tanto la mente como el pensamiento. 
La mente se parece a una pecera llena de peces de colores. 
El agua es la conciencia en si. Los peces son los pensamientos y los conceptos. Mas allá de los contenidos de la mente está el contexto o espacio en el que los pensamientos suceden. 
El agua es siempre la misma y no se ve afectada por los pensamientos. Pero tendemos a aferrarnos a los pensamientos porque el ego, en su vanidad, los clasifica como “míos”. 
Se trata de la vanidad de la posesión que automáticamente añade valor e importancia a cualquier cosa (posesiones, país, familiares, opiniones) tan pronto como el pensamiento “mío” es prefijado. Una vez que es realzado el supuesto valor de un pensamiento con el prefijo “mío”, este asume un papel tiránico y tiende a dominar los patrones del pensamiento, distorsionándolos automáticamente. 
La mayoría de las personas siente pavor de su propia mente y viven temiéndola. Puede quitarles la paz mental en cualquier momento, sin previo aviso, con miedos repentinos, pesares, culpabilidades, remordimientos, recuerdos, etc. 
Para anular el dominio de los contenidos mentales, es necesario eliminar la ilusión de que los pensamientos son personales, que son valiosos, y que pertenecen al propio yo o se originan en el. 
Al igual que el cuerpo, la mente y sus contenidos son en realidad un producto del mundo. 
Uno nace con un órgano llamado cerebro, que esta predeterminado genéticamente con ciertas estructuras y capacidades, así como también con limitaciones, dependientes de los cromosomas y las combinaciones genéticas, las secuencias de ADN, etc. A partir de todo este conglomerado genético surge un frágil y complejo patrón de crecimiento de neuronas y sinapsis cerebrales sujetas ahora a las influencias intrauterinas y a sucesos postnatales, tales como la nutrición, la cría y el clima emocional e intelectual. Junto a todo esto, hay que contar con la influencia de un numero infinito de neurotransmisores, neuro-hormonas, azares ambientales y programaciones accidentales. 
El cociente intelectual (CI) ya esta establecido; las circunvoluciones están ya en su lugar, y ahora uno tiene que sacarle el mayor partido a todo esto porque la sociedad, con todas sus complejidades y errores, empieza a programar sistemáticamente este órgano defectuoso con software de cuestionable exactitud, utilidad o veracidad.
Al igual que el cuerpo, la mente no es el yo verdadero de uno, y al igual que el cuerpo, es básicamente impersonal. 
Tiene pensamientos, pero estos pensamientos no son un producto del yo. Aun cuando la persona no quiera una mente, se le da una de todos modos. No hay elección en este asunto; la mente se le impone a uno aunque no la pida. 
El hecho de que tener una mente sea una imposición involuntaria ayuda a darse cuenta de que no es algo que uno elija o decida.
Mas Observaciones Después de que uno haya observado el campo general de la mente, se hace evidente que los contenidos concretos de la corriente de pensamientos, por si mismos es poco probable que resulten gratificantes. 
Uno tiene que detenerse y pasar al siguiente nivel de conciencia, y preguntarse a que está prestando atención, que está observando o de que está siendo consciente, y registrar el flujo de pensamientos. Del mismo modo que el ojo no se ve afectado por lo que observa o el oído por lo que oye, existe un proceso constante de presencia que no se ve afectado por lo que se está presenciando. Tampoco aquí hay una entidad que este pensando; ni hay un testigo tras el acto de presenciar. 
Presenciar es un aspecto impersonal e innato, y una característica de la propia conciencia en si misma. Puedes dejar de implicarte en los contenidos de pensamiento y elegir optar el punto de vista de observar o presenciar. 
Lleva algo de practica ser competente en esto. Para hacerse una idea, uno puede practicar mirando a través de la ventanilla de un automóvil, fijando la mirada en un punto concreto de la ventanilla; el foco no se pone entonces en cada objeto concreto sino en una ranura imaginaria a través de la cual los objetos parecen proyectarse; y, como consecuencia de ello, uno no puede identificar con certeza cada objeto porque no se concentra en ellos individualmente. Al presenciar u observar te centras en una idea o imagen, sino que dejas que fluyan sin implicarte. 
Entonces nos damos cuenta de que las imágenes del pensamiento suceden espontáneamente, y que los pensamientos no son una decisión personal, sino que la corriente de pensamientos es impersonal. 
Los pensamientos no son “míos”, del mismo modo que no hay un “yo” involucrado. A medida que el ojo físico ve imágenes, no reivindica la autoría de esas imágenes ni tampoco el oído reclama la autoría de los sonidos. Por tanto, con algo de experiencia en presenciar y la pura observación, se hace evidente también que los pensamientos no son autorizados por un único personaje denominado “Yo”. 
Son el resultado de combinaciones y permutaciones de programas ideales y emocionales que están actuando sobre un tablero de juego. El darse cuenta de que la mente no es lo mismo que el “Yo” o “mi” rompe la identificación del yo con la mente. 
Esta realización se extrapola también al cuerpo cuando te das cuenta de que simplemente eres el testigo, el experimentador y el observador de las sensaciones. En realidad no experimentas el cuerpo sino tan solo las sensaciones. 
La aproximación a presenciar u observar es experimentar. 
Se da el presenciar y la observación, y luego esta la experiencia de lo que se presencia y se observa. Cambiando el punto de observación desde lo que esta siendo presenciando hacia lo que lo está presenciando, el siguiente paso en el campo de la conciencia es la consciencia de experimentar.
 ¿La experimentación la hace un “quien” o un “que”? A través de la observación, uno descubrirá que “algo”, y no “alguien”, esta funcionando como experimentador y observador impersonal, algo que no cambia ni se ve afectado por el contenido de lo que se esta experimentando, observando o presenciando.
De lo siguiente que hay que darse cuenta es que el contenido de la mente es forma; y de que, para que la forma sea observable, debe tener lugar contra un fondo de no forma. 
Análogamente, los objetos son visibles en el espacio solo porque el espacio esta vacío y no tiene forma. 
Igualmente, uno solo puede escuchar el sonido contra un fondo de silencio. La utilización del sonido rosa para difuminar las conversaciones es un ejemplo obvio. 
Gracias a que la conciencia es sin forma y esta desprovista de contenido es por lo que es capaz de reconocer la forma. 
Los pensamientos solo son discernibles si se mueven en un campo de no pensamiento. Por tanto la base de la mente es el silencio del propio campo de conciencia. 
A su vez, la conciencia, que es un campo de energía potencial, es detectable porque esta iluminada por la luz de la consciencia, que es el Ser.
Meditación: Observación del Fluir de la Mente de la conciencia Intencional El flujo de pensamiento se propaga y vigoriza mediante capas de motivos e intenciones que se pueden identificar como sigue: 
1. El deseo de verbalizar emociones: Esto toma la forma del recuerdo, ensayos, y procesamiento repetitivo de acontecimientos e ideas que están vinculados a emociones. 
A veces, se hace referencia a este proceso como el de la mente que opera a través de sus fracasos. 
2. La anticipación: Hacer planes para futuros acontecimientos esperables o posibles, o para posibles conversaciones o encuentros. 
3. Hacer un refrito del pasado. 
4. Reescribir situaciones, reales o imaginarias. 
5. Crear situaciones imaginarias (soñar despierto). 
6. Recordar (reposiciones y reiteraciones). 
7. Resolver problemas. No Intencional 
1. Repeticiones no solicitadas de lo anterior. 
2. Divagaciones sin sentido, frases, fragmentos de pensamientos, voces de fondo y música. 
3. Comentarios. 
4. Recuerdos disfóricos, momentos dolorosos, acontecimientos y sentimientos desagradables. 
Silenciar la Mente; Ir Más Allá de Ella Los Motivos Puedes observar que la mente obtiene satisfacción de sus reflexiones y del proceso del pensamiento. Se obtiene placer de pensar y de la función de “hacer algo” ; por ejemplo, “No me molestes, estoy pensando”. Parte del placer de hacer algo estriba en la ilusión de estar logrando algún objetivo, generar soluciones a través del ensayo y la planificación, corregir errores imaginarios o dar a los demás algunas de nuestras opiniones. 
De ahí que exista el motivo de rehacer la propia vida e historia bajo un aspecto mas favorable y satisfactorio. 
También esta la intención de restablecer la autoestima e incrementar la propia capacidad de supervivencia. 
Las intenciones básicas de la actividad mental ordinaria son 
(1) sentirse mejor y (2) sobrevivir.
David R. Hawkins.
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/

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