lunes, 29 de agosto de 2016

Libro el Ojo del Yo (David R. Hawkins) CAPÍTULO X (La Naturaleza De Dios)


CAPITULO 10 

La Naturaleza De Dios 
Introducción 
Aunque pueda parecer que se pone el carro por delante de los caballos, conviene que el aspirante espiritual sepa algo acerca del destino de su viaje con el fin de evitarle extravíos innecesarios. 
El error esta a la orden del día, y a menudo domina entre las diáfanas masas de personas que siguen conceptos equivocados y engañosos haciendo proselitismo de sus errores. Conocer a Dios a través de una experiencia directa es sumamente raro. 
La iluminación le ocurre a menos de una persona entre mas de diez millones. Los verdaderos maestros son pocos y los que pretenden serlo abundan. Si las multitudes fueran dirigidas en la dirección correcta, la santidad y la iluminación serian algo común. Pero no es así. 
Buda dijo: “No pongas cabeza alguna sobre tu cabeza. 
Sigue simplemente las verdaderas enseñanzas”. 
El camino verdadero es sencillo y directo. 
Las Cualidades De La Divinidad. 
Es importante comprender este conocimiento para que puedas rápidamente discernir lo que no es Dios. 
Muchas religiones enseñan lo que no es Dios gracias a sus malos entendidos y distorsiones de la verdad debidas a las malas interpretaciones y proyecciones de las percepciones antropomórficas del ego. 
Saber lo que es Dios y disponer de una herramienta que permita calibrar los niveles de verdad nos puede ayudar mucho ante lo que, en ocasiones, puede ser un viaje o proceso difícil. 
Dios esta presente en todas partes, incluyendo el aquí y ahora. Dios no esta en algún otro sitio, como en un distante cielo únicamente, o en el futuro, de modo que solo esté disponible cuando llegues al cielo. 
La presencia de Dios esta disponible para cualquier persona en todo momento. Darse cuenta de esto es solo una cuestión de consciencia. Se dice que sin la ayuda de un gurú, un salvador, o un avatar, seria poco probable que esta consciencia se diera a lo largo de la vida de la mayoría de las personas, lo cual puede ser cierto. Dios está mas allá de la percepción, la dualidad, el posicionamiento, o de tener partes. 
Dios esta mas allá de todos los opuestos, como el bien y el mal, lo correcto y lo erróneo, ganar o perder. 
Como el Sol, Dios brilla por igual para todos. 
El amor de Dios no está reservado para unos pocos privilegiados. Es sin embargo, experimentado directamente solo por unos pocos, aunque brilla a través de las nubes con el amor que sentimos por los demás, incluso por nuestras mascotas y por la naturaleza. El grado en el cual uno experimenta la presencia del amor de Dios varia considerablemente de una persona a otra, en función del propio nivel de conciencia. 
La presencia de Dios es la quintaesencia de una paz profunda, serenidad y amor. 
Tal profundidad resulta abrumadora. Envuelve por completo, y el amor es tan poderoso que disuelve cualquier remanente de “no-amor” que pueda mantener el ego residual. 
Al igual que el espacio vació que sigue inmaculado sea cual sea su contenido, o el agua, que no se ve afectada por el pez que nada en ella, la realidad de Dios esta mas allá, y sin embargo, incluye toda forma. Y al igual que el espacio, esta igualmente presente en el interior de los objetos. Aquel que es omnipotente, omnisciente y omnipresente no es vulnerable a la amenaza o a la alteración emocional; así, Dios no es proclive a la venganza, los celos, el odio, la violencia, la vanidad, el egotismo, ni tiene necesidad de adulación o cumplidos. El beneficiario de la adoración es el adorador. Dios es total y absolutamente completo, no tiene necesidades ni deseos. 
Dios no se siente desdichado ni se altera si nunca has oído hablar de El o no crees en El. Muchas de las descripciones de Dios del mundo antiguo son ciertamente reprensibles, productos de las proyecciones de la culpa y el miedo del hombre. 
Los primitivos pensaban que cuando había una tormenta significaba que Dios estaba furioso y necesitaba sacrificios para calmarse. Los volcanes también eran indicio de la ira de Dios. 
El ego exige explicaciones y busca “causas”. Por tanto se racionalizaba a Dios como “causa” de los acontecimientos terrestres temibles, como los terremotos, las hambrunas, las inundaciones, las epidemias, las tormentas, las sequías, la esterilidad o una mala salud. 
Se consideraba a Dios como el gran castigador que imponía su voluntad, y también aquel que recompensaba. Así surgieron numerosos dioses con diferentes descripciones en las tradiciones de las culturas en las cuales se originaron estos mitos. (Dese cuenta que los desastres naturales ya sucedían antes de que la humanidad estuviera siquiera sobre el planeta.) 
El dios de antaño es la proyección de las energías del ego asociadas tradicionalmente con el chacra del bazo. 
Los dioses de la cólera son en realidad graves conceptos erróneos habida cuenta del hecho de que muchas de las antiguas religiones y escrituras debilitan en la prueba muscular. Representan a los dioses demoníacos del miedo, el odio, la envidia, los celos y el desquite. 
El miedo a la “justa ira” de Dios sigue imperando hoy en día. 
A primera vista uno puede ver que esa justicia no es más que una mera vanidad arbitraria del posicionamiento, y que la ira no deja de ser una limitación emocional para un Dios omnipresente y todopoderoso. Dios no se ofende por las malas acciones de nadie, de modo que no hay trauma que vengar. 
La imagen del Dios que toma represalias y castiga cruelmente es difícil de erradicar del pensamiento. A Dios se le echa la culpa de todo aquello que, en realidad, es producto del ego. 
Es el ego el que es origen de la culpa, el pecado, el sufrimiento y las condenas, y crea todos los infiernos. 
Busca su salvación culpando de todo a Dios. 
Y lo hace transformando a Dios en Su opuesto. 
Los dioses de las regiones inferiores son realmente demonios. 
De hecho, a Dios no se le puede manipular, engatusar, trapichear, ni mangonear hasta llevarlo a una posición de ser verdugo o victima. Dios no es co-dependiente ni neurótico, y no sufre de psicosis paranoica con delirios de grandeza. 
Aquel que es conocedor de todo y está presente en todo lo registra todo. La conciencia detecta y registra instantáneamente cualquier acontecimiento, pensamiento, sentimiento y ocurrencia, y así sabe completamente todo eternamente. 
Puedes verificar mediante una sencilla prueba muscular que cada cabello de cada cabeza esta contado, anotado, y archivado en el conocimiento de la Conciencia Infinita. 
Este acontecimiento es impersonal y automático, y se debe a las cualidades innatas de la conciencia. Dios no tiene intereses personales en todo esto ni reacciona ante ello. Dios no se altera ni se ofende ni se le caen los anillos por cualquier impertinencia o falta de buen gusto.
La misericordia infinita y el perdón de Dios están más allá de todo concepto y no está concernido en absoluto de las trivialidades de los acontecimientos del mundo. 
Dios no es la mitad de una dualidad. En lo Infinito, no hay “esto” (mal) ante lo cual reaccionar, ni “aquello”. Dios no es sádico ni cruel. No puede ser injuriado y por tanto, no tiene deseo alguno de venganza. 
La experiencia de Dios no es posible para el ego, que esta limitado a la percepción y se ocupa de los conceptos, sentimientos y la forma. Dios es inmaterial y no es detectable por los rayos X, los espectrómetros, la película fotográfica, los contadores Geiger, los detectores de metales, ni los detectores ultravioletas o infrarrojos, que son las herramientas favoritas de los investigadores paranormales cuando buscan “espíritus”. 
El amor de Dios es incondicional. 
No es arbitrario ni evanescente, ni esta dosificado en función del merecimiento. Entender que Dios es amor excluye todas estas nociones. Dios no toma decisiones, no necesita ninguna noticia, ni precisa de informes favorables para funcionar. 
Aquel que es completa y plenamente la totalidad del amor no puede dejar de ser lo que es. Por analogía, podemos decir que el espacio no puede decidir convertirse de repente en no-espacio. Todo es absolutamente idéntico a la esencia de su propia existencia. El amor no se puede tornar en no amor, ni Dios en no-Dios, del mismo modo que una jirafa no se puede convertir en una no- jirafa. Dios no es un niño inquieto ni un padre. 
No lee las noticias ni castiga a los malvados. 
Ningún juicio arbitrario requiere un universo que es innatamente justo y que se auto-equilibra. Cada entidad experimenta las consecuencias de sus propios actos, sus propias decisiones, sus propios deseos y sistemas de creencias. 
Aquello que es todo serenidad, silencio, paz y amor repele de por si todo lo que es no amoroso, no-silencioso y no-pacifico. 
Y es esto lo que el ego experimenta como el infierno, que es así auto-creado. Todas las acciones, acontecimientos, pensamientos, ideas, conceptos, y decisiones vienen acompañados por un campo de energía que puede ser calibrado. 
Así, por sus propios actos, el ego se lleva a si mismo a su propio nivel en el mar de la conciencia. Al igual que la flotabilidad, la cualidad impersonal del mar de la conciencia determina automáticamente el nivel al cual uno se eleva o se hunde. 
Esto no es más que la naturaleza del universo siendo lo que es. La explicación que utiliza el ego y la percepción para describir el resultado automático de las acciones recibe el nombre de “juicio”, el cual es una ilusión, del mismo modo que se atribuye a la “causalidad” la explicación de los acontecimientos en el mundo material. 
Dios no esta limitado por conceptos, ideas, pensamientos o lenguajes. Debido a la cualidad de la omnipresencia, la presencia de Dios abarca Todo Lo Que Es, incluyendo el pensamiento del hombre pero de por sí no participar de el. 
Dios no habla con nadie. Oír una voz estruendosa que proviene del cielo es en el mejor de los casos la interpretación de una experiencia interior que se ha proyectado sobre el mundo físico. El sonido es una vibración física. Dios es omnipresente dentro de lo físico. Aquello que es sin forma no manipula las ondas sonoras. Los seres iluminados no relatan ninguna experiencia de estar conversando con o ser dirigidos verbalmente por Dios. 
Esto supondría una dualidad de Dios frente a la persona a la cual Dios está hablando. 
En realidad, el Ser, Dios y la Totalidad son uno y lo mismo. 
No hay separación entre el que habla y aquel al que habla. 
Los místicos sintonizan con Dios mediante un conocimiento interior sin palabras.
Los mensajes de Dios provienen del ego espiritual, que se ha disociado y se ha proyectado como “otra” realidad. 
Las “voces de Dios” son, normalmente, alucinaciones. 
En ocasiones, se deben a entidades astrales, algunas de las cuales reivindican ser “Divinas”. 
La Infinita Presencia no tiene intenciones porque, una vez mas, tendría que darse la dualidad de alguien que tiene la intención de hacer algo, algo que es deseado, y de aquello a lo cual se dirige la intención. Todas estas construcciones son conceptualizaciones basadas en la dualidad perceptiva. 
Dios es no dualista, total, completa Totalidad y Unidad. 
Las malas interpretaciones de Dios surgen del ego al ocuparse de la percepción y de la forma. 
Y también se identifica erróneamente la fuerza como poder. 
El poder se parece a un campo gravitatorio o magnético en el que todo lo que ocurre en su interior es la consecuencia impecable y automática de la naturaleza del campo en si. 
El campo no “elige” atraer nada, ni tiene reglas diferentes para diferentes objetos. El campo representa la igualdad total. 
Del mismo modo, en un campo espiritual de poder, todo y todos se ven atraídos e influenciados por virtud de su propia constitución o “peso” espiritual, vibración o campo de atracción. 
Algunas entidades o egos personales son repelidos por un campo positivo. Muchas personas son sinceramente “apartadas” ante cualquier cosa que sea amorosa, espiritual o benévola. 
Multitud de personas realmente odian el silencio y la paz; las vuelve locas. ¿Acaso el peor de los castigos no es el del confinamiento solitario y el silencio? 
Parece que en el nivel de conciencia 200 se da un cambio de polaridad. Es como si de 200 hacia arriba, la entidad se cargara positivamente, y por debajo de 200, se cargara negativamente. 
En nuestra sociedad es obvio que aquellas personas que tienen tendencias criminales son atraídas hacia la criminalidad y hacia otras personas del mismo tipo, mientras que aquellos que eligen la paz y el amor son atraídos por otros con las mismas tendencias. Los principios que resultan obvios y atractivos por encima del nivel del 200 pueden ser repulsivamente absurdos y a menudo ridículos por debajo de 200. 
Las sociedades cuyo poder deriva de mantener el nivel de consciencia del pueblo extremadamente bajo, tal como ocurrió no hace mucho en Camboya, llegan a tomar pociones políticas enfrentadas al amor y a todas sus expresiones. 
En cambio, una persona motivada espiritualmente tomaría la paz y el amor como la mayor de las oportunidades. 
Aunque pueda parecer absurdamente simple y obvio, desgraciadamente para la mayor parte de la humanidad no es un hecho con el que estén familiarizados que Dios se encuentra en lo mas alto de la Escala de la Conciencia, y no en el fondo. 
También resulta obvio para la persona espiritualmente avanzada, pero no para las masas, que la creación y el poder irradian de arriba hacia abajo y no al revés. 
El poder de la creación pertenece solo a Dios. 
El mundo físico no posee el poder de la creación o causalidad; de ahí que sea imposible para la creación avanzar desde la forma y la materia hacia la vida y, eventualmente hacia la no-forma. 
Las personas no son “co-creadoras” junto con Dios. 
Dios no necesita ayuda. En cualquier caso, ¿que seria capaz de co-crear un ser humano? Dios está más allá de toda forma. 
Las personas normales piensan en los términos de la forma. ¿Por que aquello que es omnipotente, omnipresente y sin forma habría de estar interesado en los juegos del mundo? No hay nada que “necesite” ser creado.
Los efectos de la presencia de Dios emanan de la misma Esencia Divina y no son actos selectivos de Dios. 
En la Realidad, no hay acontecimientos ni eventos y, por tanto, no se precisa ninguna corrección o intervención. 
Entre Dios y el hombre hay una jerarquía de niveles de energía espiritual y campos de poder creciente. 
Se les intuye y son referidos como el Espíritu Santo, el Ser Superior, la Gracia de Dios, los ángeles, los arcángeles y los cielos. Los niveles de conciencia que hay más allá del 1.000 y superiores, a través de la jerarquía espiritual representan un poder mas allá de la capacidad de imaginación humana. 
El contacto con un arcángel es tan poderoso y devastador que el ego se queda como paralizado y aturdido a la vez que guarda silencio. El poder es absoluto y total. (El poder de un arcángel calibra de 50.000 en adelante.) Si la vida continua en la forma de un cuerpo físico, le puede llevar años volver a funcionar según términos del mundo. 
Así pues, cada existencia es una consecuencia de la Presencia y le es dada la capacidad para culminar su destino. 
La fortaleza para sustentar y sobrevivir a la propia experiencia de la iluminación la proporciona el Espíritu Santo con una energía poderosa que sustenta el resto de la vida destinada. 
Es por mediación del Espíritu Santo que vuelven a su función las facultades necesarias, pero estas han sido transformadas para siempre. Ni siquiera se puede hablar de la “experiencia” en si durante muchos años. No hay nadie con quien hablar ni nada que contar. No hay conversador ni nadie decide hablar. 
La vida es dirigida e impulsada por la Presencia. 
Ha desaparecido para siempre la ilusión de una voluntad personal e independiente, o un tomador de decisiones. 
Quizá las acciones siguientes sean el impulso de una alianza o un compromiso previo. Todo sucede por si mismo. La vida continua autoactualizándose y cumpliéndose. 
No existe un yo personal que haga nada; no hay un pensador que piense, ni un actor que actúe, ni un hacedor que haga, ni nadie que decida. 
Todos los verbos, adjetivos y pronombres pierden el sentido.
La Realidad De Dios Dios no manda inundaciones, ni guerras, ni terremotos, ni volcanes, ni tormentas, ni rayos, ni lluvias. 
Todo esto son efectos impersonales de las condiciones del mundo físico y su universo. Dios no enloquece ni “arrasa” ciudades, civilizaciones, pueblos o grupos étnicos. 
Todas estas cosas ya sucedían en el planeta antes de que hubiera sociedades. Dios no se implica en los conflictos humanos, las luchas políticas o religiosas, o los conflictos. 
A Dios no le interesan los campos de batalla. 
El no tiene enemigos a los cuales haya que matar. 
No hay “guerras santas” –el término en si es negativo y absurdo. Los infieles, los creyentes y todo lo demás son todos posicionamientos del ego humano. 
Incluso los seres humanos sensibles están mas allá de tales pequeñeces mentales y de sus juicios. 
A Dios no le “preocupa” que alguien crea en “El” o no; sin embargo, las consecuencias serán bien diferentes. 
El amor gravita hacia el cielo, y el odio se hunde en otra dirección. La bondad no rechaza a nadie. 
Lo semejante atrae a lo semejante; el amor atrae amor. 
Dios no actúa contra nada ni contra nadie. 
Algunas almas son atraídas por la luz y otras por la oscuridad. 
La elección proviene del interior del ego y no es impuesta desde fuera.
Dios Esta Mas Allá De La Forma Es importante reconocer que lo que esta mas allá de la forma no es alcanzable a través de la forma o la manipulación de la forma. Por tanto, es engañoso implicarse en practicas esotéricas u ocultas, además de ser una perdida de tiempo. Estas practicas son caminos que llevan a los planos astrales a innumerables entusiastas y proselitistas. 
No hay ningún poder en las figuras geométricas, mandalas, iconos, pinturas, estatuas o recitaciones. 
Cualquier cosa de valor que resulte de ello se debe a la intención, la dedicación, el compromiso y la fe del creyente. El mundo esta lleno de bienintencionados pero ingenuos recitadores de mantras; trabajadores de la luz; adoradores de objetos sagrados, amuletos, diagramas, lugares sagrados, ruinas Druidas, hechizos místicos; y lugares de peregrinación, como Machu Picchu, Stonehenge, las pirámides, el Ganges, los templos antiguos, vórtices de energía y todo lo demás. A esto se le podría llamar “hacer el circuito”, pero, con el tiempo, uno tiene que ir al interior. 
“El cielo esta dentro de ti”, dijo el Señor Jesucristo. 
Dios es auto-revelación más allá de toda forma, estando no obstante presente e innato dentro de toda forma. 
Dios es silencioso, tranquilo, sereno, pacifico, impasible, lo abarca todo, presente en todas partes, y lo sabe todo en virtud de ser Todo Lo Que Es. 
Dios es total, completo, quiescente y amoroso, más allá del tiempo y del espacio, sin partes o divisiones, no dualista e igualmente presente en Todo Lo Que Es, no es diferente del Ser. 
Solo la existencia es posible. A pesar de los errores de traducción y de las malas interpretaciones, Dios no es la nada ni el vació. 
La no existencia, como se puede ver por su propia autodefinición, no es una posibilidad. La Presencia está más allá de todo pensamiento, actividad mental o, incluso, observación. 
La consciencia es Ser- consciencia que surge del hecho de conocer del verdadero ser Todo Lo Que Es; por tanto, no hay nada que saber “acerca de”. 
No hay conocedor ni conocido; Ellos son uno y lo mismo. 
En el estado de Unidad, lo objetivo y lo subjetivo desaparecen el uno en el otro. 
La Presencia es increíblemente suave, dulce, amorosa y melosa, y paradójica y simultáneamente dura como una roca, inmutable, todopoderosa, y una infinita cohesión que mantiene unida a “toda la realidad” como un universo en perpetua Creación. 
En la presencia de Dios, desaparecen las ilusiones de la causa y el efecto. La Presencia no es la causa de que ocurra nada; más bien, es todo lo que parece estar ocurriendo. 
En la Presencia, desaparece todo sentido del tiempo, que es un aspecto crucial de la paz. Una vez cesa la presión del tiempo, se reconoce que quizá haya sido una de las principales fuentes de angustia que acompañan a la condición humana. 
El sentido del tiempo genera estrés, presión, ansiedad, miedo e innumerables disgustos en miles de formas. 
El “estrés del tiempo” acompaña a toda actividad y búsqueda, creando la ilusión de la secuencia y la causa. 
Cada acción humana es aprisionada en la no mencionada olla a presión del tiempo, y la mente constantemente calcula cuanto “tiempo” se puede “ocupar” en cada actividad. 
Esto trae como consecuencia el pánico, el miedo o la preocupación, así como la culpa, la vergüenza y la ira. “Demasiado tiempo para esto. Poco tiempo para aquello. 
Nos gustaría hacer muchas cosas pero no tenemos tiempo suficiente. El tiempo pasará.
” Hasta que no se detiene la sensación del tiempo, no tenemos posibilidad alguna de saber lo que es la verdadera libertad o de sentir como es la paz.
Dios Es Libertad, Alegría, Hogar Y Origen En la presencia de Dios todo sufrimiento cesa. Uno ha retornado a su Origen, que no es diferente del propio Ser. 
Es como si uno lo hubiera olvidado y ahora despertase de un sueño. Todos los temores se revelan infundados; todas las preocupaciones son imaginaciones tontas. 
No hay futuro que temer ni pasado que lamentar. 
No hay ego/yo errante al que amonestar o corregir. 
No hay nada que precise cambiar o mejorar. 
No hay nada por lo cual sentirse avergonzado o culpable. 
No hay ningún “otro” del cual uno pueda ser separado. 
Ninguna perdida es posible. 
Nada necesita hacerse, ni el esfuerzo es requerido, y uno se libera del incesante tirón del deseo y la necesidad. 
Dios Es Todo Misericordia Aquello que es la absoluta perfección no ve nada que perdonar. Todo “suceso” fue la percepción del ego y no tuvo existencia real. No hay “acontecimientos” que explicar, de los que dar cuenta, o que requieran una retribución. La misericordia es la cualidad del amor incondicional. La perfección no ve imperfección ni carencia alguna. Dios se Puede Revelar como una Presencia Repentina o Inesperada. 
La diferencia entre el estado ordinario de conciencia y el despertar súbito es muy extrema, y en realidad no hay forma de prepararse para ello. Se revela rápidamente sin advertencia previa. Se siente “morir” la cáscara que queda del desgastado ego. Uno se halla ahora en un reino nuevo y esplendoroso, en una dimensión diferente, en presencia de un estado o condición diferente. No aparecen espíritus guías, ni figuras de Santos, ni formas angélicas. No hay seres superiores con los que reunirse o que vengan a recibirte. Cesa toda consideración, expectativa, y actividad mental o emocional y es reemplazada por un conocimiento silencioso sin forma ni contenido. 
Ser Todo Lo Que Es no deja nada por responder o conocer. 
Lo que anteriormente se pensaba que era un “Yo” o un “mi” se ha desvanecido. Uno es ahora invisible. 
Es como si hubieras estado caminando con dificultad en el ascenso a una montaña y de repente te encontrase solo en la cima del monte Kilimanjaro, únicamente con el panorama infinito de las montanas nevadas extendiéndose en la distancia. 
En la cima, uno nota que de alguna forma misteriosa, eres también la montaña y el cielo y todo el paisaje nevado que contemplas alrededor. No hay nadie allí; incluso el cuerpo, queda como algo que carece de importancia, como un trineo. 
Parece ser una curiosidad del paisaje, algo que no es esencial. Uno mira hacia abajo el trineo y se maravilla al percatarse de la locura que suponía haber pensado alguna vez que uno era ese trineo. El Ser es autoconsciente mas allá de los sentidos. 
La Divinidad resplandece en una revelación aplastante. 
Su obviedad es abrumadora y contundente, como un resplandor. Su esencia es certeza y finalidad, totalidad y plenitud. 
Toda búsqueda ha cesado. 
Un aspecto de esta consciencia es la cualidad de ser todo lo que es, en contraste con la conciencia ordinaria, que parece vivir y percibir solo la superficie de las cosas. 
La visión de la Presencia es el conocimiento interior de todo. 
El Ser es igualmente el trineo, la nieve, la montaña, el cielo, las nubes y el viento. 
Es Todo simultáneamente, y sin embargo, ninguno de ellos. 
El mundo parece haber pasado de ser una película en blanco y negro a una en Technicolor y tridimensional. 
Todo tiene ahora mayor profundidad y textura. 
Todas las cosas son igualmente conscientes en conciencia de la Presencia y comparten la alegría y la realización de la eternidad. Si así esta destinado, el curso de la vida es autónomo y prosigue por sus propios medios. El cuerpo físico se mueve por si solo y lleva a cabo sus actividades. Si se le induce a ello, incluso cuida de si mismo; sin embargo, si no se le indujera, seria poco probable que lo hiciera. 
Uno ya no necesita el trineo ni es el trineo, solo hace lo que hay que hacer, lo cual a veces resulta gracioso. El cuerpo es como una mascota que ha sido descubierta, es un animalito encantador
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/

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