jueves, 27 de abril de 2017

El Yoga de Jesús por Paramahansa Yogananda- Capitulo -3 Las Enseñanzas Internas de Jesús el Yogui


CAPITULO-3.( Las Enseñanzas Internas de Jesús el Yogui)
Cómo llegan las almas al estado de Conciencia Cristica
La importancia del Confortador o Espíritu Santo.
“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al
Padre y os dará otro Paráclito (Confortador), para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce.
Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros.
No os dejaré huérfanos.
“Pero el Paráclito (El Confortador), el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.
“Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo.
No se turbe vuestro corazón ni se acobarde”. (Juan 14:15-18, 26,27).
La misma exhortación que Jesús hizo a sus discípulos directos se aplica en la actualidad.

Si un devoto ama a Cristo – es decir, si ama establecer contacto con la Conciencia Crística presente en Jesús- debe, entonces, seguir fielmente los mandamientos.
(las leyes de la disciplina física y mental y de la meditación) que se requieren para que la Conciencia Cristica se manifieste en la conciencia individual.

Pocas personas en el mundo cristiano han comprendido la promesa que hizo Jesús de enviar al Espíritu Santo después de su partida.
El Espíritu Santo es el sagrado poder vibratorio invisible de Dios que sostiene activamente el universo:
La Palabra Om, la Vibración Cósmica, el Gran Confortador, el Salvador que libera de todo sufrimiento.
La Palabra: la Vibración Cosmica e Inteligente de Dios.
La evolución científica de la creación cósmica que surge de Dios el Creador se esboza, en terminología arcana, en el libro del Génesis del Antiguo Testamento.
A los versículos iniciales del Evangelio de San Juan en el Nuevo Testamento se les podría denominar, con justicia, el Génesis según San Juan.
Estos dos profundos relatos bíblicos, cuando se comprenden claramente por medio de la percepción intuitiva, se corresponden de forma exacta con la cosmogonía espiritual delineada en las escrituras de la India, legado de los rishis que allí vivieron y que habían alcanzado el conocimiento de Dios en la Edad de oro.
San Juan fue, probablemente, el más avanzado de los discípulos de Jesús.
Así como un maestro de escuela tiene entre sus alumnos uno cuya comprensión aventajada lo coloca en el primer lugar de su clase, mientras que otros pertenecen a un nivel inferior, así también los discípulos de Jesús el Cristo poseían diferentes grados de capacidad para apreciar y absorber la profundidad y amplitud de sus enseñanzas.
De los diversos libros del Nuevo Testamento, los escritos procedentes de San Juan evidencian el más elevado grado de realización divina, ya que dan a conocer las profundas verdades esotéricas experimentadas por Jesús y luego transferidas a Juan.
No solo en su evangelio, sino también en sus epístolas y, sobre todo, en la descripción simbólica de las profundas experiencias metafísicas que se encuentra en el libro del Apocalipsis, Juan presenta las verdades enseñadas por Jesús desde el punto de vista de la percepción intuitiva interior.
En las palabras de Juan hallamos precisión, y por eso su evangelio, aun cuando es el último de los cuatro que se incluyen en el Nuevo Testamento, debería ser considerado en primer lugar cuando se busca el verdadero significado de la vida y enseñanzas de Jesús.

“ En el principio…”. Con estas palabras comienzan las cosmogonías tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. “Principio” se refiere al nacimiento de la creación finita, porque en el Eterno Absoluto en el Espíritu no existen ni el principio ni el final.
El Espíritu, al ser la única Sustancia existente, no contaba con nada más que Consigo mismo a partir de lo cual crear.
El Espíritu y su Creación Universal no podrían ser diferentes en esencia, porque cada una de esas dos Fuerzas Infinitas y eternamente existentes, sería, en consecuencia, absoluta, lo cual es imposible por definición.
Una creación coherente requiere de la dualidad: el Creador y lo creado.
Así pues, el Espíritu hizo surgir, en primer lugar, el hechizo de la ilusión, Maya, la Mágica Medidora Cósmica, que crea el espejismo de dividir una porción del Infinito Indivisible en objetos finitos separados, de la misma manera que la superficie del mar en calma se distorsiona y se transforma en olas individuales mediante la acción de una tormenta.
La creación no es sino el Espíritu que, en apariencia y sólo temporalmente, se ha diversificado por obra de la actividad creativa y vibratoria del Espíritu.

“En el Principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
“Ella estaba en el Principio junto a Dios.
“Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada.
“Lo que se hizo en ella era la vida y la vida era la luz de los hombres”(Juan 1: 1-4)
“Palabra” significa “vibración inteligente”, “energía inteligente” que proviene de Dios.
La pronunciación de cualquier palabra – tal como “flor” –
por parte de un ser inteligente, consta de la energía sonora, o vibración, unida al pensamiento, el cual impregna de significado inteligente a dicha vibración. Del mismo modo, la Palabra que constituye el principio y la fuente de todas las sustancias creadas es la Vibración Cósmica (El Espíritu Santo) imbuida de Inteligencia Cósmica (La Conciencia Crística).
El pensamiento manifestado en la materia, la energía de la cual la materia está compuesta y la materia en sí – es decir, todo lo creado- no son sino los pensamientos del Espíritu que vibran de manera diversa.

Antes de la creación, sólo existía el Espíritu indiferenciado.
Al manifestar la creación, el Espíritu se convirtió en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El Espíritu No Manifestado se transformó en Dios Padre, el Creador de toda vibración creativa.
En las escrituras hindúes, Dios Padre recibe el nombre de Ishvara (El Soberano Cósmico) o Sat (la pura esencia suprema de la Conciencia Cósmica) – la Inteligencia Trascendental -.
Es decir, Dios Padre existe en forma trascendental sin hallarse afectado por ninguno de los movimientos de la creación vibratoria; es una Conciencia Cósmica independiente y consciente.
La fuerza vibratoria que emana del Espíritu, dotada del ilusorio poder creativo de maya, es el Espíritu Santo: la Vibración
Al igual que las ondas sonoras de un terremoto de poder inimaginable, la Palabra – la energía y el sonido creativos de la Vibración Cósmica – emanó del Creador para manifestar el universo.
Esa Vibración Cósmica, saturada de Inteligencia Cósmica,
se condensó para constituir los elementos sutiles (térmicos,eléctricos, magnéticos y toda clase de rayos), y a partir de éstos se originaron los átomos de vapor (los gases), los líquidos y los sólidos.

Una vibración cósmica que se hallara activa en el espacio entero no podría,por sí sola, crear o sostener un cosmos tan maravillosamente complejo como éste.
Por eso, la conciencia trascendente de Dios el padre se manifestó dentro de la vibración del Espíritu Santo como el Hijo – la Conciencia Crística, la Inteligencia Divina presente en toda la creación vibratoria.
Este reflejo puro de Dios que se encuentra en el Espíritu Santo guía a éste último, de modo indirecto, a fín de que pueda crear, recrear,conservar y moldear la creación de acuerdo con el propósito divino.

Los autores de la Biblia, que no estaban versados en la terminología con que se expresan los conocimientos de la era moderna, emplearon muy acertadamente los términos “Espíritu Santo” y “Palabra” para expresar la naturaleza de la Vibración Cósmica Inteligente.
“Palabra” implica un sonido vibratorio que posee poder de
materialización. “Espíritu” implica una fuerza inteligente, invisible y consciente. “Santo” califica esta Vibración, porque se trata de la manifestación del Espíritu y porque procura crear el universo de acuerdo con el modelo perfecto de Dios.
El nombre con que se designa al “Espíritu Santo” en las escrituras hindúes, Aum (OM), indica su papel en el plan creativo de Dios: esta palabra está formada por la A de akara, la vibración creativa; la U de ukara, la vibración preservadora, y la M de
makara, la fuerza vibratoria de la disolución.
La tormenta que se abate sobre el océano produce olas, tanto grandes como pequeñas, las conserva durante cierto tiempo y,
finalmente, las disuelve en el seno oceánico de Dios con objeto de ser creadas de nuevo, lo cual constituye un proceso continuo de renovación de la vida y las formas en el incesante sueño cósmico de Dios.
De este modo, la Palabra o Vibración Cósmica constituye el origen de “todo”: “y sin ella no se hizo nada”.
La Palabra existió desde el comienzo mismo de la creación: fue la primera manifestación de Dios al dar origen al universo.
“La Palabra estaba junto a Dios”, se hallaba imbuída del reflejo de la inteligencia de Dios – La Conciencia Crística-, “ y La Palabra era Dios”, en la forma de vibraciones de su propio SER único.
La afirmación de San Juan se hace eco de una verdad eterna que resuena en diversos pasajes de los antiguos Vedas: la Palabra cósmica vibratoria (Vak) estaba junto a Dios el Padre Creador (Prajapati) en el principio de la creación, cuando nada existía; a partir de Vak todo fue creado, y Vak es, en sí misma, Brahman (Dios).

“Así habla el Amén (La Palabra, OM), el Testigo fiel y veraz, el Principio de la Creación de Dios”.
El Sagrado Sonido Cósmico de OM o AMEN es el testigo de la
Divina Presencia manifestada en toda la creación.
El Significado del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo según el yoga.
La relación entre la Santísima Trinidad del cristianismo – Padre, Hijo y Espiritu Santo y el concepto que habitualmente se tiene acerca de la encarnación de Jesús resulta totalmente inexplicable si no se establece una diferencia entre el cuerpo de Jesús y Jesús como vehículo en el cual se manifestó el Hijo unigénito, la Conciencia Cristica.
Jesús mismo hace dicha distinción cuando se refiere a su cuerpo como el “ hijo del hombre” y a su alma (que no estaba limitada por el cuerpo, sino que era una con la unigénita Conciencia Crística presente en cada partícula vibratoria) como el “hijo de Dios.)
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito” para redimirlo; es decir, Dios Padre permanecía oculto más allá del reino vibratorio que surgió de su SER, pero luego se manifestó como la Inteligencia Crística que se halla presente en toda la materia y en todos los seres vivientes, con el propósito de hacer regresar todas las cosas a su hogar de Eterna Bienaventuranza, a través de los hermosos llamados de la evolución.
De no ser por esta presencia de Dios que impregna por completo la creación, el ser humano se encontraría privado del Auxilio
Divino.¡Con cuanta dulzura – y a veces de un modo casi imperceptible- ese Divino Amparo acude en ayuda del hombre cuando éste se postra de rodillas en actitud suplicante¡
Nuestro Creador y Supremo Benefactor jamás se encuentra a una distancia mayor que la de un pensamiento amoroso.
Dijo San Juan: “Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios”.
El plural utilizado en la expresión “hijos de Dios” muestra con toda claridad que, según las enseñanzas impartidas por Jesús y recibidas por Juan, el Hijo unigénito no era el cuerpo de Jesús, sino su estado de Conciencia Crística, y que todos aquellos que fuesen capaces de purificar su conciencia y recibir (o reflejar sin
impedimentos) el poder de Dios estarían en condiciones de hacerse hijos de Dios, es decir, podrían – al igual que Jesús- hacerse uno con el reflejo unigénito de Dios en toda la materia y, a través del Hijo (la Conciencia Crística), ascender al Padre, la suprema Conciencia Cósmica.

La invaluable contribución de la India al mundo, descubierta en la antigüedad por sus rishis, es la ciencia de la religión (el yoga o “unión divina”) mediante la cual es posible conocer a Dios, no como un concepto teológico sino como una experiencia personal verdadera.
De todos los conocimientos científicos, la ciencia yóguica de la realización divina es el más valioso para el ser humano, porque erradica la causa de todos los males que le aquejan: la ignorancia, esa engañosa ilusión que envuelve y nubla el entendimiento del hombre.
Cuando nos afianzamos firmemente en la realización divina, trascendemos la ilusión, y la sojuzgada conciencia mortal se eleva hasta alcanzar una altura crística.
Cómo recibir la Conciencia Cristica mediante la comunión con el Espíritu Santo en la meditación.
“Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre sino que nacieron de Dios” (Juan 1: 12-13)
La Luz de Dios resplandece en todos por igual, pero a causa de la ilusoria ignorancia no todos la reciben ni la reflejan del mismo modo.
Los rayos del sol inciden por igual sobre un trozo de carbón y sobre un diamante, pero solo el diamante recibe y refleja la luz con brillo esplendoroso.
El carbono que forma el trozo de carbón tiene la capacidad de convertirse en diamante.
Lo único que se requiere para lograr esta metamorfosis es someterlo a alta presión.
Por eso aquí se afirma que todos pueden ser como Cristo: todos aquellos que despejen su conciencia a través de una vida moral y espiritual y, especialmente, mediante la purificación que brinda la meditación, en la cual la rudimentaria mortalidad se sublima
hasta transformarse en la perfección inmortal del alma.
La condición de hijo de Dios no es algo que deba adquirirse:
más bien, se trata solamente de recibir la luz de Dios y tomar conciencia de que EL ya nos ha conferido ese estado bienaventurado desde el momento mismo en que fuimos creados.
“A los que creen en su nombre”: cuando el solo Nombre de Dios despierta en nosotros la devoción y hace que anclemos en EL nuestros pensamientos, se convierte en una puerta hacia la salvación.
Cuando la mera mención de su Nombre encienda en el alma la llama del amor por Dios, se iniciará la marcha del devoto en el camino hacia la liberación.
El significado más profundo de “nombre” hace referencia a la Vibración Cósmica (La Palabra, OM o AMEN).
Dios como Espíritu no posee un nombre que lo circunscriba.
Ya sea que nos refiramos al Absoluto como Dios, Yahvé, Brahman o Alá,estos nombres no le describen fielmente.
Dios el Creador y Padre de todas las cosas vibra en la naturaleza entera como vida eterna, y esa vida posee el sonido del majestuoso Amén u Om.
Este nombre es el que define a Dios con mayor exactitud.
“Los que creen en su nombre” significa “aquellos que comulgan con el sonido de OM, la voz de Dios que se halla en la vibración del Espíritu Santo”.
Cuando oímos ese nombre de Dios, esa Vibración Cósmica, nos encontramos en camino de hacernos hijos de Dios, porque en ese sonido la conciencia está en contacto con la inmanente Conciencia Crística, la cual nos conducirá hasta Dios como Conciencia Cósmica.
El sabio Patanjali, el más elevado exponente de la India en la ciencia del yoga, describe a Dios Creador como Ishvara, el Señor o Soberano Cósmico.
“Su símbolo es el Pranava (la Palabra o Sonido Sagrado, OM). Al cantar OM de forma reverente y reiterada, y meditar sobre su significado, los obstáculos desaparecen y la conciencia se dirige al interior (apartándose de la identificación sensorial externa)”
(Yoga Sutras I: 27-29).

Los seres humanos son en esencia hijos de Dios, reflejos inmaculados del Padre que no han sido manchados por la ilusión, los cuales se han convertido en “hijos del hombre” al identificarse con el cuerpo y olvidar su origen en el Espíritu.
Quien está cautivo de la ilusión es simplemente un mendigo en las calles del tiempo; pero así como Jesús recibió y reflejó – a través de su conciencia purificada- la divina filiación de
la Conciencia Crística, así también todo ser humano, por medio de los métodos de meditación del yoga, puede purificar su mente y convertirse en una mentalidad diamantina apta para recibir y reflejar la luz de Dios.
El método para establecer contacto con esta Vibración Cósmica, o Espíritu Santo, se está difundiendo por primera vez en todo el mundo a través de técnicas definidas de meditación que forman parte de la ciencia del Kriya Yoga.
Mediante la bendición que proviene de la comunión con el Espíritu Santo, se expande la copa de la conciencia humana a fin de recibir el océano de la Conciencia Crística.
El practicante avezado de la ciencia del Kriya Yoga que experimenta de forma consciente la presencia del Espíritu Santo, el Confortador, y se funde en el Hijo, la inmanente Conciencia
Crística, alcanza de ese modo su unidad con Dios Padre y entra al reino infinito de Dios.
Así pues, Cristo vendrá por segunda vez a la conciencia de cada devoto ferviente y experimentado que domine la técnica para establecer contacto con el Espíritu Santo, que otorga un indescriptible y bienaventurado consuelo en el Espíritu.

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