sábado, 15 de octubre de 2016

EL MATRIMONIO, SÍMBOLO UNIVERSAL-Capitulo 4 (Tercer Escrito)


EL MATRIMONIO, SÍMBOLO UNIVERSAL-Capitulo 4 (Tercer Escrito)
«Todo lo que está abajo es como lo que está arriba». 
Estas palabras de Hermes Trismegistonos revelan que el matrimonio antes de existir abajo, entre los seres humanos, ya existía arriba.
Porque arriba, continuamemte se está realizando una unión, un intercambio entre los principios cósmicos masculino y femenino, que en el plano físico se refleja bajo la forma del matrimonio.Esto es lo que nos revela la Ciencia Iniciática. 
En el Génesis se dice: «En un principio Dios creó el cielo y la tierra». El cielo y la tierra son dos símbolos que hay que interpretar, así como la relación existente entre ellos; son los símbolos de los dos principios, emisor y receptor,masculino y femenino. Estos dos principios se unen, y de dicha unión nacen los hijos. 
Todo lo que veis, e incluso lo que no veis, es una creación resultante de los dos principios. Todo lo que se produce en la tierra es hijo de esta unión de la tierra y el cielo. 
Si la tierra rompe los lazos y no está unida al cielo, éste no le da su energía ni su impulso, y entonces se convierte en un desierto.
El cielo y la tierra, los principios masculino y femenino, existen ya como realidades en los sublimes reinos de las alturas, y se reflejan a continuación en todas las regiones y en todos los planos, incluso en el plano físico. 
Por todas partes vemos la unión de dos principios, masculino y femenino, y que esta unión origina una fuerza, una energía. Cuando queréis enchufar un aparato eléctrico, utilizáis una toma macho y otra toma hembra, pero, ¿os habéis dado cuenta de que cada una está polarizada? 
Hay dos y dos... Efectivamente, cada cosa, cada ser posee en sí los dos polos. La tierra, el cielo, el hombre, la mujer, tienen cada uno dos polos. Así pues, cuando se unen se convierten en cuatro, lo cual hace que las fuerzas circulen y nazcan los hijos. Pero sin este contacto, sin esta unión, sin esta fusión, sin este intercambio, nada se produciría.
Ahora bien, si trasladamos esta cuestión al campo de la vida interna, nos daremos cuenta de que mientras el hombre no establezca contacto con esa realidad que lo sobrepasa - el cielo, el mundo divino -, permanecerá solo. 
Y si permanece solo, será estéril, improductivo, y un día desaparecerá sin dejar rastro. 
Vosotros podéis replicarme: «Pero si tenemos mujer (o marido), y tenemos hijos...» Pero eso sucede en el plano físico y no basta. El verdadero matrimonio consiste en llegar a conocer la manera de trabajar con los dos principios en todos los campos. Si se han cumplido todas las condiciones en el plano físico y material, naturalmente que se obtienen ciertos resultados: 
una muchedumbre, una gran prole, pero en otros campos somos estériles y estamos solos, porque no hemos comprendido que esta ley del matrimonio hay que realizarla en todas las regiones: en el plano astral, en el mental, etc...
«Todo lo que está abajo es como lo que está arriba, y todo lo que está arriba es como lo que está abajo». 
Arriba está el orden divino, abajo está el plano físico. 
Todo lo que encontramos en el plano material corresponde a una verdad en el plano espiritual. Los Iniciados han ocultado esta verdad bajo el símbolo de la serpiente que se muerde la cola. Este es el símbolo del verdadero matrimonio. 
Y, ¿cómo puede serlo, - diréis -, una serpiente que se traga su propia cola? Pues sí, porque el verdadero matrimonio del ser humano consiste en la fusión de la cabeza y la cola. 
El otro matrimonio no es sino un reflejo de ello.
En su conciencia, el hombre está separado de sí mismo, por consiguiente debe descubrir esta parte que no conoce y unirse a ella. 
Esta idea también está expresada en la frase que encontramos grabada en el frontispicio del templo de Delfos : 
«Conócete a ti mismo», pero muy pocos han comprendido el sentido de esta inscripción. 
Un día leí la explicación que daba un profesor de la Sorbona de ella, y verdaderamente me quedé estupefacto: ni siquiera los más eruditos la comprenden; explican esta frase como si fueran niños, despojándola de su autenticidad, de su profundidad.
Conocerse a sí mismo no significa conocer nuestro carácter, con sus cualidades y sus defectos, o conocer los límites de la condición humana. 
Si sólo fuera esto, incluso los niños serían capaces de conocerse. Así pues, en la frase «Conócete a ti mismo», ¿qué significa este «ti mismo»? ¿Los brazos? ¿Las piernas? ¿El cerebro? No. 
¿Los sentimientos? ¿Los pensamientos?Tampoco. 
Tú mismo, uno mismo es una parte de Dios, una chispa, un espíritu inmortal, algo indefinible, muy lejano, muy alto... 
Aquí es donde el hombre debe encontrarse para conocerse, en esta entidad que es inmortal, que es omnisciente, que es todopoderosa: su Yo superior, que es una parcela de Dios... y tomar conciencia de que depende de El, que forma parte de El, que no existe como existencia y actividad separada de El. Entonces descubre que todo lo que pensaba y sentía era una ilusión, algo irreal, que la realidad es este Yo, este Sí mismo interno que es el propio Dios, y que obtendrá energía, luz y amor del Eterno si se esfuerza por unirse a El, por sentir que forma parte de El, que es uno con El y su conciencia se funde con el Eterno. Entonces ya no se sentirá como algo aislado, pequeño, doliente, sino que se sentirá como Dios mismo.
Ya os he explicado que mientras el hombre se identifique con su cuerpo físico será vulnerable, débil, mortal como el cuerpo físico, y todo lo que le suceda a este cuerpo le afectará.
Pero si deja de identificarse con su cuerpo físico, con sus impulsos instintivos, y se identifica con el centro del universo, con la fuente de la vida, con el Creador, se alejará cada vez más de la debilidad, de la vejez, de la enfermedad y de la muerte, acercándose a Aquél que es inmortal,omnisciente, omnipotente. Por esta razón los Iniciados insisten tanto en este «Ti mismo », pues mientras el hombre se conforme con saber lo que no es, jamás alcanzará lo que aspira: la libertad,la paz, la felicidad. Conocerse es fundirse con la inmensidad de Dios.
Entended bien que cuando los Iniciados de la antigua Grecia decían: «Conócete a ti mismo»,no preconizaban conocer todas nuestras debilidades y limitaciones, pues las debilidades, lagunas y vicios no son «uno mismo». 
Esto es lo que tenemos que tener muy claro.
Evidentemente, esta fusión con Dios no puede hacerse rápidamente. Aún a lo largo de toda una vida algunos no llegan a poseer esta conciencia superior, gracias a la cual sienten que son uno con el Eterno. 
De vez en cuando tienen un destello, una iluminación, pero al día siguiente se sienten de nuevo aislados, débiles, desgraciados. El que ha realizado esta fusión se siente en paz e iluminado, se siente inmortal... 
Ha llegado a un grado de conciencia tan elevado y amplio, que considera a todas las criaturas como si formaran parte de él mismo, y entonces ya no tiene enemigos, no puede hacer daño a nadie, ama a todos los seres porque siente que él mismo es quien vive en todas las criaturas. 
Obedece a una moral superior. Ese también es el sentido de la fórmula «Conócete a ti mismo».
Para llegar a este estado de conciencia se necesita una ascesis. En la India, se le llama Jnaniyoga. 
Para alcanzar la conciencia de su identidad con Dios, los yoguis hindús utilizan la fórmula«yo soy El». 
Meditando largo tiempo sobre esta frase, -el yogui acaba por tomar conciencia deque su yo no existe, que él no es otra cosa que «El», el Señor... 
El es único, todopoderoso, la única realidad.
Profundicemos ahora en el significado de la palabra «conocer». Se puede leer en la Biblia que Adán conoció a Eva, y nació Caín... ¿Acaso no la conocía antes? Abraham conoció a Sarah y nació Isaac... El conocimiento supone un contacto: 
Es la aproximación de los dos polos que quieren fundirse, o, si lo preferís, saborearse. Porque, ¿qué hacen los niños cuando son pequeños?Cogen todo lo que cae en sus manos y se lo ponen en la boca; de esta manera aprenden a conocer las cosas. 
Para el niño, el órgano del conocimiento no es el cerebro sino la boca; quiere probarlo todo. Vosotros mismos, ¿qué hacéis para conocer un olor, un sonido, una imagen o un pensamiento? 
Lo dejáis entrar en vuestra nariz, en vuestras orejas, en vuestros oídos o en vuestra cabeza. 
Así pues, el conocimiento no es otra cosa que dejar penetrar en nuestro órgano el objeto que queremos conocer. 
La misma ley se aplica para el nacimiento de los hijos. 
El conocimiento se realiza, pues, mediante la penetración: algo nos penetra para fusionarse con nosotros.
Al fusionamos con un objeto o con un ser, vibramos en armonía y en la misma longitud de onda que él. 
Supongamos que tenéis dos diapasones de la misma longitud. Cuando hacéis vibrar uno de ellos, el otro responde porque vibra en la misma longitud de onda. Pues bien, para conocerse a sí mismo, para conocer este ser divino que está en nuestro interior, hay que llegar a vibrar en la misma longitud de onda que él. 
Esta condición es indispensable para que haya conocimiento.
Tomemos de nuevo el símbolo de la serpiente que devora su cola; ello significa que ha unido los dos polos, el masculino y el femenino, porque quiere conocerse. 
Pero imaginad que las erpiente es muy larga: 500, 1000, 10000 metros... Un día, mientras se pasea, se encuentra con una cola, se pregunta qué puede ser, y la muerde.
 ¡Y queda muy sorprendida al descubrir que es su propia cola! Al igual que los gatitos, los cuales juegan con su propia cola y cuando la muerden chillan, porque se dan cuenta de que es la suya. El hombre es un ser cuya realidad sobrepasa en mucho la apariencia física: lo que deambula por aquí abajo, por la tierra, es su cola, pero su cabeza, ¿dónde está? 
Mientras que los dos polos - la cabeza y la cola - permanezcan separados en su interior, tendrá que conformarse con reptar por el suelo. La cola debe encontrar la cabeza y unirse a ella; la cola, el yo inferior, debe unirse a la cabeza, el Yo superior, que está arriba, en el cielo. En este momento se establece el contacto y se origina una circulación armoniosa y constante de energías. En el hombre encontramos la serpiente en la columna vertebral, es la serpiente Kundalini, la cual, una vez despertada, asciende a lo largo de la columna vertebral. Cuando finalmente se reúnen los dos polos, es decir, cuando Kundalini, que está abajo, se ha unido en lo alto con el espíritu universal, Shiva, el hombre se conoce a sí mismo y alcanza la plenitud.«Conócete a ti mismo». «A ti mismo» no es la cola que se mueve demasiado en el plano físico, sino que es la cabeza, el espíritu que está en lo alto. 
El auténtico matrimonio es el verdadero conocimiento. 
Pero el hombre todavía no ha realizado esta unión en sí mismo; sólo la realiza en cuanto a su parte externa: por todas partes establece conexiones, lazos, coloca circuitos en las fábricas, en las administraciones, en la política, en la economía, por todos lados excepto en su fuero interno, al que no sabe conectar nada, y por esto se siente incompleto.
La mayor realización a la que puede aspirar el ser humano es la de unir el yo inferior con el Yo superior, la cola con la cabeza. Indudablemente la cola posee algunas cualidades, cuanto menos tiene la facultad de moverse. 
Pero la cabeza tiene mucho más: los ojos, las orejas, la boca,la nariz, el cerebro. Por consiguiente, si podemos unimos a nuestro Yo superior que posee estas facultades tan desarrolladas, conoceremos todo lo que él conoce, veremos lo que él ve, oiremos lo que él oye y seremos perfectos. 
Pero mientras continuemos separados y sólo seamos una cola que se mueve, estas riquezas nos estarán vedadas.
Hay que unir la cola a la cabeza, es decir, unir «los dos extremos». 
Los Iniciados desde hace siglos han lanzado esta fórmula al mundo, pero los hombres no han comprendido el sentido; sólo
lo aplican en el aspecto material, y cuando a final de mes el dinero empieza a escasear, comentan que no pueden unir los dos extremos. En realidad estos dos extremos son la cola y la cabeza de la serpiente. 
Poder unidos es conseguir desarrollar sucesivamente todos los chacras, desde el chacra Muladara, el más bajo, hasta el chacra Sahasrara, el más alto, a fin de conseguir la unidad.
Mientras no consigamos unir ambos extremos, continuaremos en la miseria y sufriremos privaciones. Y esto es tan cierto en el plano espiritual como en el físico.
Todos los poderes de la creación se encuentran en el matrimonio. ¿Acaso habéis visto algún hombre o alguna mujer que hayan alumbrado solos un niño? No, porque se necesitan dos. Por este motivo todos aquellos que no se casen con el Cielo, no podrán ser nunca creadores y se quedarán solteros. 
Hay que casarse, pero con el Cielo, para tener muchos niños. En el Génesis se dice: «Creced y multiplicaos» Lo que sucede es que los hombres sólo han comprendido esta prescripción en el plano físico. 
Cada mandato tiene como mínimo tres interpretaciones, pero los seres humanos se conforman con conocer sólo las cosas en el plano físico, y ahí está el error: no querer ir más lejos. 
Hay que crecer y multiplicarse en el mundo de los pensamientos y de los sentimientos, para poder poblar la tierra día y noche de pequeñas criaturas luminosas y aladas que influirán en el mundo entero para la realización del Reino de Dios...Hay que pensar en el matrimonio, pero allá arriba. 
Esta es la nueva filosofía, la nueva comprensión.
Si vamos a la salida del sol por la mañana, es porque el sol es un centro, el centro de nuestro sistema solar, y mirándolo nos dirigimos hacia nuestro propio centro. 
Nuestro Yo, nuestro verdadero Yo, no vive aquí; está muy lejos de nuestro cuerpo, habita en el sol. Pero mantiene lazos con nuestro yo ilusorio, aquí, en la tierra, y si conseguimos establecer conscientemente comunicación entre ellos, nuestro pequeño yo resulta atraído por el sol, y enconces vive gozoso,en la luz. Por eso, recordadlo, os he dado determinados ejercicios para que los practiquéis a la salida del sol. 
Os imagináis, por ejemplo, que estáis en el sol y que desde allá arriba miráis hacia la tierra, y sonreís, diciendo: 
«Estás allá, mi pobre amigo, ¡si supieras lo bien que se está aquí!»De esta manera se establece un vínculo entre vuestro yo inferior y vuestro Yo superior, con lo cual restablecéis la conexión con vosotros mismos, reencontrándoos. 
Si hacéis este ejercicio durante años, conseguiréis recibir las cualidades de vuestro Yo superior. 
Y puesto que vuestro Yo superior es inmortal y conoce la historia del mundo, podrá comunicárosla. 
Al ser libre, os dará sus poderes. Al estar sumergido en un océano de felicidad, os dará una felicidad indescriptible.
Cuando los hombres y las mujeres se funden, sienten una inmensa alegría, pero no alcanzan a saber lo que significa esta alegría. Pero, precisamente, esta alegría es un testimonio de la veracidad del método: «unir los dos extremos». 
Cuando el hombre ha conseguido unir los dos extremos, ha conseguido reencontrarse, se siente colmado. 
Y entonces le invade una alegría, una dilatación de una naturaleza mucho más sutil. 
Se trata del éxtasis del que hablan los santos, los yoguis, los Iniciados que han conseguido alcanzarlo.Ved que, en pocas palabras, os he transmitido el secreto del matrimonio. 
Debéis casaros, pero no solamente con criaturas externas a vosotros, porque entonces perderéis vuestras energías.Debéis casaros con vosotros mismos, para que vuestras energías se multipliquen.
Continua....
(Omraam Mikhaël Aïvanhov) 
http://rosacastillobcn.blogspot.com.es/

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