sábado, 8 de agosto de 2015

Un viaje sin retorno: CAPITULO 28.- EL ENCUENTRO CON LOS AMIGOS (ULTIMO CAPÍTULO)


Volvemos de nuevo a casa. El grupo se dispone a cenar. Todos seguían con las actividades de siempre. Había sido un día normal de trabajo. Pedro y Juan, que regresó después de haber dejado a Jesús a buen recaudo, se habían puesto a faenar con los pescadores recordando viejos tiempos.

Habían pasado ya 20 días. Esa noche para cenar había verdura, cordero asado, castañas asadas con miel, y el postre preferido por todos: pan de cereales con un buen vino. Es una noche especial. Se celebra el 28 cumpleaños de Raquel.



Desde la mañana le fueron entregando los regalos, incluida la pequeña Salem. Pero Raquel anhelaba un regalo especial. ¡Ojala Jesús apareciera en aquel momento! Sería lo que culminaría la felicidad de aquel día.

Pedro había sido en aquella ocasión el cocinero, y se dispuso a repartir la cena en los platos. Alguien llamó a la puerta. Esperaban que Daniel apareciera con los huevos que le había encargado Marga, pero el corazón de Raquel se movió, y una gran inquietud la inundó. Cuando Peter abrió la puerta, se encontró con Jesús, calado hasta los huesos, pues estaba lloviendo a cántaros.

                                 

-¡Jesús…! ¡Jesús…ya estás aquí! ¡Qué alegría, hermano…..!

-Peter, como sigas reteniéndome aquí en la puerta, sin dejarme entrar…vais a tener que pasarme por la centrifugadora, jajaja. ¿Podrías ofrecer a este vagabundo de la vida un plato caliente, un cepillo de dientes y una cálida cama donde reposar estos huesos húmedos…?

-¡Bienvenido, Jesús…bienvenido, hermano mío!  Y Peter se echó a los brazos de Jesús. ¡Dios mío cuanta felicidad y cuanta intensidad de amor sentían esos dos corazones! Uno a uno fue abrazando Jesús a todos los presentes. Raquel se fue quedando rezagada, pero cuando inevitablemente llegó su turno, Jesús, sacando una bolsita del interior de su camisa, la puso en sus manos, pidiéndole que la abriera al finalizar la cena.


-¡Feliz cumpleaños…Pitufa!


Y Raquel fue hacia Jesús y le abrazó intensamente…Se quedó pegada a él como un imán. Raquel lloraba…Jesús lloraba…todos lloraban...de emoción, de felicidad. Y Tico no entendía nada. No entendía semejante recibimiento para unos pocos días que había estado de viaje con Patricio.



-Oye…Jesús… ¿Y Patricio dónde está? ¿No ha venido contigo?

-¡Claro que sí, campeón, pero lo más seguro no vendrá a cenar! Mañana hablaremos tu y yo, y te explicaré todo… ¿de acuerdo…?

-Vale… ¿Te has acordado de traerme alguna sorpresa…?

-¡Naturalmente que sí, campeón…! He estado con mi padre y le he dado tu regalo, y como ha visto que eres un buen “canista”, de su propia colección me ha entregado las más bonitas para ti.



Tico abrió aquella caja de cristal violeta, y sus ojos quedaron deslumbrados. Había doce canicas, cada una de un color. Eran transparentes, y en su interior había una sustancia con luz propia salpicada por diminutas partículas doradas.



-¡Son preciosas, Jesús…me gustan muchoo!

-Pero tienen una sorpresa, Tico. ¿Qué es lo que más te gustaría hacer con ellas ahora mismo? Y sé sincero…porque si no…la sorpresa no funciona…



Y Tico se echó a reír y se metió el dedo entre los dientes. Miró a Jesús y luego lo hizo a Raquel. Su cara de pillo maquinando algo, la puso en guardia. Y Tico fue sincero y se decidió. Cogió todas las canicas en una mano, y con fuerza las estrelló contra el suelo. Pero al botarlas, las doce pequeñas esferas se multiplicaron en miles de burbujas de color, de luz y de música que flotaban y envolvían a todos los allí presentes.



-¡Jooooooo, que alucineeeeeeeeeeeee, Jesús…! ¿Pero cómo hago ahora para recogerlas a todas? ¡Ahora son muchas…y vuelan…!

-Es fácil…cierra tus ojos, abre la mano y diles que vuelvan a ti.



Y Tico, siguiendo la sugerencia de su amigo, hizo lo propio, y todos aquellos fuegos artificiales volvieron a su mano, e introdujo de nuevo las canicas en su caja de cristal.



-¿Y todas las que tiene…son así?

-¡Todas, Tico…pero te ha regalado las más bonitas…! Solo te pide un favor, que hasta que él te lo diga, no juegues con ellas con los demás niños. Hazlo siempre en casa y cuando estés con cualquiera de nosotros.

-¿Y por qué no, Jesús?

-Campeón…mañana te lo explicaré todo. Iremos tú y yo a pasar la mañana a la playa… ¿de acuerdo?

-¡Vale, si!



Jesús, cogiendo a Tico en brazos lo zarandeó y le apretó la nariz con los dedos…



-¡Ay…Tico…Tico…qué voy a hacer contigo…!

-¡Jugar a espías!

-Bien, de acuerdo…pero mañana. Ahora hay que estar con todos, y disfrutar del cumple de Raquel.

-¡Qué…cenamos ya muchachos…!

-Sí, en cuanto venga Juan, no creo que tarde ya, pero estando tu aquí…creo que…

-…falta una persona… ¿no es eso, princesa? ¿No has invitado a tu fiesta a Marcos?

-¡Claro que sí, Jesús, pero…el no quiso venir! Desde que participó con nosotros en la transmisión de energías, ha sido abordado por experiencias de todo tipo. El no estaba tan rodado como nosotros en ese sentido y…ha sido muy fuerte. Lo entenderás perfectamente cuando te diga que por él mismo ha llegado a saber el motivo de su manía con las manos y el agua. ¡Y se hundió! Felipe fue el primero que intentó ayudarle, pero se cerró, y cuando fui yo a hablar con él, fue mucho peor. Le recordaba todavía más aquello. Lo hemos dejado tranquilo porque sabíamos que cuando regresaras, le curarías esa herida, como lo has hecho con nosotros.

-Me gustaría ir a hablar con él y traerle a cenar con nosotros, pero no puedo dejarme  ver. Todos saben que he muerto… ¿cómo lo hacemos?

-Por eso no te preocupes, Jesús. Ya habíamos pensado en esa posibilidad. Toda la aldea sabe que tú tienes un hermano gemelo, y que al morir tú, iba a venir a pasar unos días con nosotros. Hemos tenido que pensar en todo, y no ha sido fácil.

-Hermanitos, tened cuidado con lo que habláis…que Tico anda por aquí…porque me lo he llevado un rato a la cocina…si no metéis la patita...

-¡Huyyy, es verdad…gracias, Marga…que descuido!

-No os preocupéis que mañana hablo yo con Tico, y ya no habrá ningún problema con él.  Bien…tengo un hermano gemelo…y ¿cómo se supone que me llamo ahora?

-Pues la verdad…nadie nos lo preguntó, pero es cierto…tu gemelo tendrá que tener un nombre… ¡Miguel!, sí…es un nombre muy apropiado…

-Bien, de acuerdo…soy su hermano y me llamo Miguel. ¿Y dónde podrá estar ahora Marcos?

-Jesús, hoy tenía trabajo en el embarcadero con la barcaza de su padre. Seguirá allí, seguro. Respondió Pedro.

-Bien, entonces habrá que retrasar la cena. Vendré con Marcos. Poner un cubierto más.



Y Tico, que en ese momento salía de la cocina, vio que Jesús se marchaba y quiso ir con él.



-No, Tico, ahora no, Tengo que hablar con Marcos en privado. Lo mismo que voy a hacer contigo mañana en la playa, lo voy a hacer con el ahora.

-Vale, Jesús.

-Jesús…ponte este chubasquero y llévate el paraguas, llueve a cántaros, y ha refrescado mucho.



Y Jesús, sonriendo, se lo puso, y cuando menos se lo esperaba Raquel, y cogiéndole del todo desprevenida, la besó.



-¿A quien has encontrado…al Maestro…al Cristo…o a tu amigo del alma?

-¡Déjalo ya, Jesús…me comporté como una tonta!

-¡Luego hablaré también contigo!

-¿Debo ponerme a temblar ya o no…? Y Jesús, riéndose, cerró la puerta. Se dirigía al embarcadero. Pedro, que estaba escuchando con una herramienta de cocina en la mano detrás de Raquel, con la otra acarició el cuello de ésta a la vez que le susurraba:



-¡Me alegro de sentirte tan dichosa…hija!

-Pedro… ¿Os iréis Juan y tú con él?

-Nos comprometimos con Luzbel al igual que vosotros, y permaneceremos aquí, hasta que haga falta.

-Pedro, aquí ya estamos nosotros…pero Jesús…estará solo. Y Pedro sonrió…

-Hija…Jesús, en el plano donde va, tiene muchos amigos y hermanos, los nuestros…

-Sí, Pedro, y yo conozco a algunos, pero no tienen ese espíritu humano que tenéis vosotros dos. Les noté distintos. Son grandes seres, con apariencia humana, y de hecho lo fueron, pero ya no tienen nada de humanos… ¿entiendes lo que te digo?

-¡Claro, hija, te expresas muy bien!

-Juan y tú sois y sentís todavía como humanos, como Jesús, y si estáis a su lado, se sentirá arropado. Además…tampoco os iríais de aquí. Conozco a Jesús, y aunque esté en un nivel distinto, nunca abandonará esta dimensión, y vosotros tampoco. La única diferencia estará en que nosotros seremos visibles y vosotros no.

-Acabas de verle entrar ahora en casa…y ha venido de una dimensión superior…le has abrazado… ¿has sentido en él alguna diferencia…?

-¡Ninguna!

-Por eso…hija…él estará constantemente con nosotros. Vosotros haréis el trabajo más arduo aquí, pero a él le tendréis siempre…en todo lo que hagáis…y siempre que deseéis estar con el…lo estará. Vosotros podríais estar perfectamente en el piso de arriba, hija…sin ningún problema…pero por vuestro amor a esta humanidad, habéis elegido trabajar aquí, pero vuestra casa no es ésta…El siempre estará a vuestro lado… siempre…No te olvides, hija, de que la Tierra y el Cielo…ya se han fundido. Lo hablaré con Juan. Me parece buena idea lo que me has dicho. Seguiremos juntos, pero quizás nuestro hermano…nos necesite a su lado, para trabajar en el otro nivel.

Y ahora te dejo, que la obligación me requiere. Raquel…creo recordar que a ti las verduras amargas no te gustan…

-¡¡Ni se te ocurra, Pedro…ni se te ocurra!! ¡Las verduras que sean normales!



Y Pedro se fue hacia la cocina riéndose a carcajadas. El resto estaba en un rincón del salón calentando motores con un caldo. Raquel, bastante caliente está ya, así que, como no se gustó mucho cuando se miró al espejo, subió a su cuarto a cambiarse y retocarse un poco. Era su cumpleaños, y tenía que estar guapa.



Mientras tanto dos hombres están hablando sentados sobre una barcaza en el embarcadero a la luz de una pequeña lámpara de petróleo. Uno de ellos llora, y el otro tiene las manos de éste entre las suyas y las besa.



-Marcos, hermano, no reniegues de tus manos. Son la proyección de tu Corazón, al que has recuperado. Mira…son manos fuertes, seguras, curtidas, a través de las cuales entregarás al mundo todo el amor y ternura que hay en tu corazón, y que es mucho. Son manos sagradas.

-Son manos que un día te condenaron a muerte, Jesús, y tú me las besas… Estás hablando ahora con Poncio, no con Marcos, que murió hace unos días en la playa.

-¡Totalmente al revés, Marcos! El que murió allí, el que se transmutó fue Poncio y su corazón herido, y el que está hablando ahora conmigo es mi amigo, mi querido amigo Marcos, el que ha salvado el corazón del viejo y herido león romano. ¡Y estas manos son preciosas para mí! ¡Las manos del viejo león me quitaron la vida, pero las de Marcos, me la han devuelto! Y tampoco quiero que guardes un mal recuerdo del viejo y herido león Poncio, porque antes de ser quien fue, hizo grandes cosas por esta Humanidad y entregó mucho de sí mismo. Solo fue un mal paso en su largo camino. ¡No le condenes ahora por haber caído! Todos hemos tropezado muchas veces, y yo también, Marcos, y como ya sabes, mi hermano Luzbel. Tampoco hay que condenar a la humanidad haga lo que haga. El ser humano es un ser de Luz que decidió separarse de la Unidad para fundirse con la materia, con la roca, con el propósito de elevarla, de transmutarla. Fue un paso muy difícil y que requería mucho amor y mucha entrega. La Luz penetró en la materia, se fundió con ella, pero luego se enfrió, y quedó atrapada en ella. Tuvo que aprender a vivir en la más absoluta oscuridad. Sus lazos con la Unidad se rompieron al olvidar su origen, y además de la oscuridad, tuvo que sufrir la soledad y el abandono. Y todo esto, esos seres lo sabían, y aun con todo lo hicieron. Y esos seres, somos nosotros, Marcos, todos los hombres y mujeres de este planeta. Somos valientes y tenemos mucho amor. Lo único que hay que combatir es la ignorancia. Hay que ayudarles a que sean conscientes de nuevo de su verdadera identidad y para qué han venido a esta dimensión.

Mi querido Marcos, no hay buenos ni malos. ¡Somos todos maravillosos! Solo hay quienes están todavía atrapados en la oscuridad de la roca, y los que han salido de ella, que al mirar a su lado y ver a un hermano atrapado todavía en la suya, la acaricia, la aman y le enseñan el camino de salida. Marcos, no condenes nunca a nadie por lo que hace. Mira siempre al corazón, porque allí vive el verdadero Ser de Luz. Y cuando lo hagas…amarás a todos los hombres. Tu antes me has preguntado que cómo podía amar tanto al hombre después del trato que me había dado…Y yo, Marcos, te digo, que fui yo quien lo elegí, como tu elegiste arriesgar tu vida en la playa por mí y por mi hermano, y por lo que me dices, no tenías miedo porque eras feliz, lo hacías por amor, y deseabas hacerlo. Es lo mismo que he sentido yo. Cuando se camina con el Amor por los senderos de la Vida, las caídas son normales y frecuentes, pero te vuelves a levantar con nuevos ánimos y fuerzas. Y aunque te salgan bandoleros, ladrones y asesinos, no pones resistencia. Te entregas, porque ya conocías los riesgos. Sabías perfectamente que esos caminos tenían sus dueños y exigían impuestos. Y se pagan, pero se sigue adelante sin desfallecer, porque sabes que por allí donde tú has caminado, ha quedado más limpio, y los que van detrás de ti, tienen el camino más llevadero.

¡Y ya está bien…que no hago más que hablar yo! Espero que hayas comprendido Marcos. Yo he venido a hablar contigo, pero también a llevarte a casa a cenar. Y no pienso irme sin ti.

-¡Gracias, Jesús, por tus palabras! Lo he comprendido perfectamente y me has ayudado a descubrir realmente quien soy.

-¿Y como llevas el tema de las manos…lo vas superando?

-Jesús…llevo ya cuatro horas con mis manos pringadas de brea, y no he sentido la necesidad de limpiármelas con agua. Además… ¡estas manos me gustan…y más habiéndomelas besado tu…y solo por eso no me las limpiaría nunca!

-¡Ay…Marcos…Marcos…que tampoco es para tanto…jajaja! ¡Y ahora vamos a cenar!

-¡Jesús, no puedo ir!

-¿Cómo que no…?

-Mi padre y mi tío tienen que salir a faenar dentro de dos horas, y confían en que estará preparada. Tengo mucho trabajo todavía con ella…

-¿Tu quieres venir a cenar?

-¡Me muero de ganas por ir!

-¡Y yo también…, así que da las instrucciones precisas a esta barca, y ella lo hará solita!

-¡Pero Jesús…ella sola! ¿Vas a hacer algún tipo de milagro?

-¡Yo no…! Y no se trata de ningún milagro…sino de una orden. ¡Y la vas a dar tú!

-¿Yo…?

-¡Sí, tu…pero que no la de Marcos…sino su Corazón!

-¡Bien…pues ya está…si solo es eso…!

-¡No hace falta más, la barca es muy lista…!



Y Marcos se limpió la brea de las manos con unos trapos viejos, y cogido por los hombros por los brazos de Jesús, abandonaron el embarcadero rumbo a casa. Cuando ya llevaban unos metros alejados de la barca, Marcos tuvo la tentación de mirar hacia atrás, pero Jesús, cariñosamente, le cogió de la barbilla y le volvió el rostro hacia delante.



-¿Para qué mirar hacia atrás, Marcos…?

-Pues yo…es que…verás, quiero ver…

-¿No confías en el amor, Marcos?

-¡Claro que sí, Jesús!

-¡Pues demuéstraselo, y déjale hacer! Tú te has puesto a su servicio y él se ha puesto al tuyo. Si él confía en ti, confía tú en él.

-Jesús, no dudo el que la barca esté lista cuando vengan a recogerla, pero me gustaría ver…cómo se las arregla sola…

-Marcos, tu ya eres un instrumento de la Luz, y ella ilumina a través tuyo aunque no seas consciente de ello, y es mejor así…porque si volviéramos nuestros ojos atrás para ver lo que nuestra propia Luz hace en el mundo y por el mundo, nos deslumbraríamos, y mientras tanto no avanzamos. ¡Somos LUZ, y tenemos que darle la espalda a la luz para seguir proyectándola! Marcos…nunca veremos los frutos de nuestras acciones, porque no debemos pararnos. Debemos estar siempre actuando, en movimiento y siempre hacia delante. ¿Me has comprendido? Y el ejemplo de la barcaza es un fiel reflejo de lo que tiene que ser nuestra vida desde ahora: hacer, confiar y seguir adelante… ¿De acuerdo, Marcos?

-¡Entendido!

-¡Y ahora a cenar…que ya hay hambre en estos estómagos!



De camino a casa se encontraron con Juan que también regresaba. Y se pusieron a cenar.

Hablaron, compartieron, sintieron…Fue la cena más alegre y dichosa que Jesús había tenido en mucho tiempo. Y la alegría fue mayor cuando éste les comunicó que pasaría con ellos doce días. Tenían que hablar del futuro, de nuevos proyectos, de nuevas ilusiones. Esos doce días fueron declarados de vacaciones, y las clases se recuperarían más adelante.



Raquel se levantó a la cocina para traer el postre a la mesa, pero al volver, sufrió un pequeño desvanecimiento que le provocó la caída al suelo.

-Raquel… ¿qué ha pasado…?

-Ha sido un simple mareo, Jesús…no es nada…lo siento por el postre, que anda todo por el suelo…

-¿Ya se ha pasado, Pitufa?

-Sí…me encuentro mejor. Han tenido que ser las emociones y todos los sentimientos que tengo apelotonados…

-¡Claro…si no guardaras tanto…! ¡Ya podías repartir un poco a los demás…!

-Pero Jesús…ya me estás chinchando… No voy a ir dando besos y abrazos a todo el mundo y a todas horas…

-¡Pero a tus amigos si!...seguro que no les importa que los besuquees. ¿Y cuales son esos sentimientos, princesa?

-¡Me siento muy feliz, amigos, pero…echo mucho de menos a Patricio!

-Pero Raquel…si no tardará en venir…Seguro que mañana está aquí ya… Respondió Tico.



Y Raquel se quedó muda. Por segunda vez se había olvidado de Tico, y por poco había estado a punto de meter la pata. Jesús le iba a contar todo, pero a su manera. El conocía al muchacho mejor que nadie.



-Tienes razón, Tico, soy una tonta. Pero es que le quiero mucho… ¿sabes?

-Raquel…Peter…mientras Marga reparte lo que ha quedado del postre…salid conmigo un momento al huerto. ¡Ahora volvemos, muchachos! Y… ¡dejadnos algo de postre…jejeje!



Y ya en el huerto, Jesús tocó el vientre de Raquel y sonrió.



-Dices princesa que le echas mucho de menos, pero no por mucho tiempo, si vosotros lo deseáis…

-¿Si deseamos el qué…Jesús?

-¡Que Patricio vuelva de nuevo como hijo vuestro! Raquel, en tu vientre está Patricio, y solo espera a que vuestro amor le de una forma de vida.

-¿Quieres decir que estoy embarazada…?

-¡Mujer… para eso tendréis que hacer vuestros méritos, no…! Jajaja…



Y aquella exclamación tan explosiva de Jesús, a Raquel, como antaño, le volvieron a aflorar en sus mejillas dos rechonchos tomates.



-Solo vosotros, queridos, podéis darle todo el amor que se merece. El os ha elegido como padres, y también ha decidido que a edad muy temprana recordará sus verdaderos lazos con vosotros.

-¡Dios mío…! ¡Es el día más hermoso de mi vida! Tengo junto a mí a mis dos amores, estoy rodeada de los mejores amigos que puedan existir jamás, y tengo en mi vientre, esperando, al mejor de todos. ¿Qué es lo que he hecho yo para merecer todo esto?

-¡Despertar al Amor y creer en El, princesa! Respondió Jesús.

-¡Gracias, amigos míos…gracias por todo!

-¿Tu nos das las gracias a nosotros, Jesús? ¡El hombre te lo debe a ti, hermano!

-¡No, Raquel…! Digamos que entre todos hemos ayudado a que el Amor triunfe para siempre. Y esta vez si podemos decir que estamos TODOS. ¡Lo hemos conseguido!

-Jesús… ¿y Luzbel? ¿Cómo ha quedado la cosa al final?

-¿Es que no lo sabéis…?

-¡Sí, claro, pero no lo tenemos muy centrado…!

-El está con vosotros de la misma forma en que estuve yo,  en el corazón, en todo vuestro Ser. Ahora no le notáis porque su espíritu había perdido mucha fuerza, pero a través de vosotros la volverá a recuperar, y entonces sí que lo notaréis, y entonces el voltaje de la Tierra, unido al voltaje del Cielo…provocará una explosión de tal calibre, que en este universo en vez de un sol, habrá dos soles.

-¡A ver si ahora…la vamos a joder…! ¿Qué quieres decir con lo de la explosión? Y Jesús, ante la exclamación de Raquel, se echó a reír a pierna suelta.

-¡Eres única, Raquel! Me refiero a que la Luz saldrá de la materia, mutando a la roca en pura energía…

-¡Ah, bueno!



Y volvieron a la mesa. Les estaban aguardando para comenzar el postre y continuar con el preferido de Jesús. Al término de éste último, Jesús pidió a Raquel que sacara de la bolsita que le había entregado, su contenido. Y ésta extrajo de su interior una cadena de oro con un colgante, que no era otra cosa que los dos triángulos insertados formando una estrella de seis puntas, y en el centro, engarzado, un corazón.



-Amigos míos, este símbolo que veis aquí, ya lo tenéis todos vosotros en vuestro interior. Desde ahora, esta estrella y nosotros seremos lo mismo: Cielo y Tierra, perfecto matrimonio, y el corazón, nosotros, sus hijos. Pero como hoy es el cumpleaños de nuestra querida Raquel, ella es la depositaria de este reflejo de lo que somos, para que nunca lo olvidemos. Y tú, Raquel, con esta estrella colgada en tu pecho, recibes todo el amor de tus amigos.

-¡Gracias, amigos míos…gracias…! Y como este momento es tan especial, quiero haceros partícipes de una noticia maravillosa. Peter y yo seremos papás, y a ese futuro hijo le conocemos todos…



Y Raquel se echó a llorar, y aunque no dijo más, sabían perfectamente a quien se refería. Y fue un estallido de alegría. Y Tico, como se había quedado a dos velas, pregunto.



-¿Qué vais a ser padres Peter y tú? ¿Qué vais a tener un niño?

-¡Si, Tico…y si tu lo deseas…será tu hermanito!

-Pero para eso…vosotros tendríais que ser mis papás…

-¡Sí, claro…!

-¿Y a vosotros os gustaría que yo fuese vuestro hijo?

-¡Claro, Tico…y me haces muy feliz aceptándome como padre tuyo! Exclamó Peter todo emocionado…

-¡Que bien…tengo papás y un hermanito!

-¡Y al mejor amigo del mundo, que es Jesús…y tus tíos…que somos nosotros…! Respondió Juancho entusiasmado.

-¡Eso…sí….jajaja…! ¡Yupiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¿Y podré jugar con él a las canicas, verdad Jesús?

-¡Claro…! ¿Pero y si es una chica…?

-¡Jopeeeeee noooooooo…que son muy raras…!

-¡Caray con el Tico…que deprisa aprende…jajaja! Exclamó Juancho.

-¡Pues hasta que no nazca, Tico…no lo sabremos…!

-¿Queréis saber si es chico o chica…? Preguntó Tico todo misterioso…

-¡Pues claro…! ¿Pero cómo lo vamos a saber?

-Esperad un poco.



Y Tico subió corriendo los escalones y se metió en su habitación dando un portazo que hizo temblar todo el edificio.

A los pocos minutos volvió a salir. En sus manos traía la caja azul de  cristal con las canicas.



-A ver, Raquel…ponte de pié. ¿Ese hermanito está en la barriga?

-¡Si, Tico, si…lo estará!



Y el muchacho se pone en la mano izquierda la caja, y con la derecha toca el vientre de Raquel.



-A ver…tú…el que está ahí dentro… ¡Mira lo que tengo en la mano…! ¿Tu que harías con esto…?



Y Tico esperó la respuesta. Y no se hizo esperar demasiado, porque como si de una mano invisible se tratara, las canicas fueron saliendo de la caja y fueron estrellándose con fuerza contra el suelo, convirtiéndose de nuevo en una lluvia de fuegos artificiales, música y luz que iluminó todo el salón. Y tico gozoso exclamó:



-¡Es un chico…es un chico…es un chico…Yupiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!



Y en medio de aquel festival de alegría, de colorido y de corazones compartidos, Raquel se dirigió a Peter y le susurró al oído: ¿Y si le traemos esta misma noche…?



Y Peter no le respondió. La abrazó, la besó con toda su alma. Y Jesús les contemplaba con lágrimas en sus ojos. Era dichoso de ver cómo dos grandes seres a los que amaba, y que se habían estado buscando durante eones, por fin se habían encontrado.



“¡Amigos míos…que la Luz sea en vosotros, y mi Fuerza y Amor en vuestro Corazón, hoy…y siempre! ¡Gracias, Padre, por ellos! ¡Les esperaré e iremos juntos hacia ti!”





Pasaron los días, y Jesús tenía que partir. Comenzaba de nuevo la actividad y él tenía que cumplir con su parte. Sabía lo difícil que eran las despedidas, así que, después de una cena entrañable con todos los amigos alrededor, partió en compañía de Pedro y de Juan. Pero ya había una nueva cita para un nuevo encuentro: dentro de nueve meses.



Cuando los demás despertaron, vieron sus habitaciones vacías, pero no hubo nostalgia ni tristeza. En sus corazones había un nuevo inquilino. Había una cita para dentro de unos meses y recibir a Patricio. Y con esa ilusión comenzaron a preparar las maletas.



Raquel y Peter quedaban allí, en la casa de todos, con Tico, el futuro niño y Marcos, como base de aquella comunidad que se iba integrando cada vez más, y que con el tiempo crecería en almas y en corazones dispuestos a trabajar.



Juancho y Marga fueron a Grecia. Allí Felipe había formado un pequeño núcleo de personas dedicadas íntegramente a la enseñanza y práctica de sanaciones espirituales y curaciones a través de la energía. Y ellos dos iban a hacerse cargo de todo.



Felipe volvió a marchar a Madrid. Allí tenía su cuartel general. Desde allí se desplazaba a todos los puntos del planeta. Por fin, Josefa, la prima de Raquel, le echó el guante, y Felipe se dejó gustoso atrapar. Había encontrado a su princesa, y sabía que iba a ser amado y apoyado por ella. Más tarde se desplazarían a Sevilla. Por su luz, por la vibración especial de aquélla zona…había sido elegida el punto neurálgico desde donde la Luz del nuevo Mundo se extendería por todo el planeta.



Y Raquel siguió dando largos paseos por la playa, pero ya iba acompañada de Tico, Peter y Marcos, y una barriga de seis meses.

Pero ella siempre se iba…su mente volaba, y cuando miraba hacia el horizonte marino su Corazón vibraba y saltaba de alegría. Allí les veía a los dos, a los dos hermanos, radiantes, hermosos, unidos en un gigante abrazo y que con sonrisa picarona le guiñaban el ojo. ¡Qué hermoso espectáculo! ¡Qué felicidad tener en el Corazón a los dos juntos!

¡¡AMIGOS MIOS…OS AMO…Y JUNTOS IREMOS A POR TODAS!!

 FIN

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