martes, 2 de mayo de 2017

El Libro de los Secretos (Osho) CAPITULO- VII SEGUNDO ESCRITO (Técnicas para Tranquilizarte )



Capítulo 7 (SEGUNDO ESCRITO)
Técnicas para Tranquilizarte
10-Vuélvete la caricia.
Primera técnica de relajación: Mientras estés siendo acariciada, Dulce Princesa, entra en la caricia como vida eterna.
Shiva empieza con el amor.
La primera técnica es referente al amor, porque el amor es lo más próximo en tu experiencia en lo que estás relajado.
Si no puedes amar, es imposible que te relajes.
Si te puedes relajar, tu vida se volverá una vida amorosa.
Un hombre tenso no puede amar. ¿Por qué? Un hombre tenso siempre vive con propósitos. Puede ganar dinero, pero no puede amar, porque el amor no tiene propósito.
El amor no es una mercancía. No puedes acumularlo; no puedes convertirlo en un saldo bancario; no puedes fortalecer tu ego con él. En realidad, el amor es el acto más absurdo, sin ningún significado más allá de sí mismo, sin ningún propósito más allá de sí mismo. Existe en sí mismo, no para nada más.
Ganas dinero para algo: es un medio. Construyes una casa para que alguien viva en ella: es un medio. El amor no es un medio. ¿Por qué amas? ¿Para qué amas? El amor es el fin en sí mismo. Es por eso que una mente cultivada, lógica, una mente que piense en términos de propósito, no puede amar.
Y la mente que piense siempre en términos de propósito estará tensa, porque el propósito sólo se puede cumplir en el futuro, nunca aquí y ahora.


Estás construyendo una casa: no puedes vivir en ella ahora mismo; primero tendrás que construirla.
Puedes vivir en ella en el futuro, no ahora. Ganas dinero: el saldo bancario se creará en el futuro, no ahora.
Los medios tendrás que usarlos ahora, y los fines vendrán en el futuro. El amor siempre existe aquí; el futuro no existe para él. Por eso el amor está tan cerca de la meditación.
Es por eso que también la muerte está tan cerca de la meditación: porque también la muerte existe siempre aquí y ahora, nunca puede suceder en el futuro. ¿Puedes morir en el futuro? Sólo puedes morir en el presente.
Nadie ha muerto nunca en el futuro. ¿Cómo vas a morir en el futuro? ¿O cómo vas a morir en el pasado? El pasado se ha ido, ya no existe, de modo que no puedes morir en él.
El futuro aún no ha llegado, así que ¿cómo vas a morir en él?
La muerte ocurre siempre en el presente. La muerte, el amor, la meditación: todos ellos ocurren en el presente.
De modo que si tienes miedo a la muerte, no puedes amar.
Si tienes miedo al amor, no puedes meditar. Si tienes miedo a la meditación, tu vida será inútil. Inútil no en el sentido de algún propósito, sino en el sentido de que nunca serás capaz de sentir ninguna dicha en ella. Será trivial. Puede que parezca extraño conectar estas tres cosas: el amor, la meditación y la muerte. ¡No lo es! Son experiencias similares. De modo que si puedes entrar en una de ellas, puedes entrar en las otras dos.
Shiva empieza con el amor. Dice: Mientras estés siendo acariciada, Dulce Princesa, entra en la caricia como vida eterna. ¿Qué significa esto? ¡Muchas cosas!
Una: mientras estás siendo amado, el pasado ha cesado, el futuro no existe. Entras en la dimensión del presente. Entras en el ahora. ¿Has amado alguna vez a alguien? Si has amado alguna vez, entonces sabes que la mente ya no está ahí.
Es por eso que los denominados sabios dicen que los enamorados están ciegos, atolondrados, alocados. En esencia, lo que dicen es cierto. Los enamorados están ciegos, porque no tienen en cuenta el futuro, no calculan lo que van a hacer.
Están ciegos; no pueden ver el pasado. ¿Qué les ha sucedido a los enamorados? Entran en el aquí y ahora sin ninguna consideración del pasado o el futuro, sin ninguna consideración de las consecuencias.
Por eso los llaman ciegos. ¡Lo están! Están ciegos para los que están calculando, y son visionarios para los que no están calculando. Los que no están calculando verán el amor como el ojo real, la visión real. Así que, en primer lugar, en el momento del amor, el pasado y el futuro ya no existen.
Entonces, hay que comprender una cuestión delicada.
Cuando no hay pasado y no hay futuro, ¿se puede llamar a esos momentos el presente? Es el presente sólo entre los dos: entre el pasado y el futuro. Es relativo. Si no hay pasado ni futuro, ¿qué significa llamarlo el presente? No tiene sentido.
Por eso Shiva no usa la palabra «presente». Él dice: vida eterna. Quiere decir la eternidad..., entra en la eternidad.
Dividimos el tiempo en tres partes: pasado, presente, futuro.
Esa división es falsa, absolutamente falsa.
El tiempo es, en realidad, pasado y futuro.
El presente no forma parte del tiempo. El presente forma parte de la eternidad. Lo que ha pasado es tiempo; lo que está por venir es tiempo. Lo que es, no es tiempo, porque nunca pasa: siempre está aquí. El ahora siempre está aquí. ¡Está siempre aquí! Este ahora es eterno.
Si te mueves desde el pasado, nunca entras en el presente.
Desde el pasado siempre entras en el futuro; no hay ningún momento que es presente. Desde el pasado siempre entras en el futuro. Desde el presente nunca entras en el futuro.
Desde el presente profundizas más y más en más presente y más presente. Esto es la vida eterna.
Podemos decirlo de esta manera: del pasado al futuro es tiempo. Tiempo significa que te mueves en una línea plana, recta.
O podemos llamarla horizontal.
En el momento en que estás en el presente, la dimensión cambia: te mueves verticalmente, arriba o abajo, hacia la altura o hacia lo alto, o hacia lo profundo.
Pero entonces nunca te mueves horizontalmente.
Un Buda, un Shiva viven en la eternidad, no en el tiempo.
Le preguntaron a Jesús: «¿Qué sucederá en tu reino de Dios?» El hombre que le preguntó no estaba preguntando acerca del tiempo. Estaba preguntando sobre lo que iba a pasar con sus deseos, sobre cómo serían satisfechos..
Estaba preguntando si habría vida eterna o si habría muerte; si habría sufrimiento, si habría hombres inferiores y hombres superiores. Estaba preguntando cosas de este mundo cuando preguntó: «¿Qué va a suceder en tu reino de Dios?» Y Jesús contestó -la respuesta es como la de un monje Zen-: «Ya no habrá tiempo.» Puede que el hombre que recibió esta respuesta no la comprendiera en absoluto: «Ya no habrá tiempo.»
Sólo esto dijo Jesús: «Ya no habrá tiempo», porque el tiempo es horizontal y el reino de Dios es vertical, es eterno. ¡Siempre está aquí! Sólo tienes que salirte del tiempo para entrar en él.
De manera que el amor es la primera puerta.
Por ella puedes salir del tiempo.
Por eso todo el mundo quiere ser amado, todo el mundo quiere amar. Y nadie sabe por qué se da tanta importancia al amor, por qué hay un anhelo tan profundo de amor.
Y a menos que lo sepas correctamente, no puedes amar ni ser amado, porque el amor es uno de los fenómenos más profundos que hay en el mundo. Pensamos que todo el mundo es capaz de amar tal como es. Éste no es el caso; no es así.
Es por eso por lo que estás frustrado. El amor es una dimensión diferente, y si intentas amar a alguien en el tiempo, tu esfuerzo será defraudado.
En el tiempo, el amor no es posible. Recuerdo una anécdota. Mira estaba enamorada de Krishna.
Era una madre de familia, la esposa de un príncipe.
El príncipe tuvo celos de Krishna. Krishna ya no existía; Krishna no estaba presente; Krishna no era un cuerpo físico.
Había un lapso de cinco mil años entre la existencia física de Krishna y la existencia física de Mira.
Así que, en realidad, ¿cómo podía Mira estar enamorada de Krishna? El lapso de tiempo era tan grande... Un día, el príncipe, su marido, le preguntó a Mira: «Sigues hablando de tu amor, sigues bailando y cantando en torno a Krishna, pero ¿dónde está? ¿De quién estás tan enamorada? ¿De quién estás hablando continuamente?» Mira estaba hablando con Krishna, cantando, riéndose, peleando. Parecía que estaba loca; lo estaba, a nuestros ojos.
El príncipe dijo: «¿Te has vuelto loca? ¿Dónde está tu Krishna? ¿A quién estás amando? ¿Con quién estás conversando? Yo estoy aquí, y te has olvidado completamente de mí.» Mira dijo: «Krishna está aquí - tú no estás aquí - porque Krishna es eterno; tú, no. Él siempre estará aquí, él siempre estuvo aquí, él está aquí. Tú no estarás aquí; tú no has estado aquí.
No estuviste aquí un día, no estarás aquí otro día, así que ¿cómo voy a creer que entre estas dos inexistencias tú estás aquí? ¿Cómo es posible una existencia entre dos inexistencias?
» El príncipe está en el tiempo, pero Krishna está en la eternidad. De modo que puedes estar cerca del príncipe, pero la distancia no se puede destruir. Estarás distante. Puede que estés muy, muy distante de Krishna en el tiempo, pero puedes estar cerca.
Es una dimensión diferente, no obstante.
Miro delante de mí y hay una pared; muevo los ojos y hay un cielo.
Cuando miras en el tiempo, siempre hay una pared. Cuando miras más allá del tiempo, hay el cielo abierto..., infinito.
El amor abre lo infinito, lo eterno de la existencia. Así que, en realidad, si has amado alguna vez, el amor se puede convertir en una técnica de meditación.
Ésta es la técnica: Mientras estés siendo amada, Dulce Princesa, entra en el acto de amar como vida eterna. No seas un amante que se mantiene distante, fuera. Vuélvete el acto del amor y entra en la eternidad. Cuando estás amando a alguien, ¿estás ahí como amante? Si estás ahí, entonces estás en el tiempo y el amor es falso, fingido. Si aún estás ahí y puedes decir: «Yo soy», entonces podéis estar cerca físicamente, pero espiritualmente sois polos opuestos.
Mientras estés en el amor, tú no debes estar: sólo el amor, sólo el amando. Conviértete en el acto de amar.
Mientras estés acariciando a tu amante o amado, vuélvete la caricia. Mientras estés besando, no seas el que besa o el que es besado: sé el beso. Olvídate completamente del ego, disuélvelo en ese acto. Entra en ese acto tan profundamente que ya no exista el actor. Y si no puedes entrar en el amor, es difícil que entres en comer o caminar: muy difícil, porque el amor es el método más fácil para disolver el ego.
Por eso, los que son egoístas no pueden amar.
Puede que hablen de ello, pueden que canten sobre ello, puede que escriban sobre ello, pero no pueden amar. ¡El ego no puede amar! Shiva dice: «conviértete en el acto de amar». Cuando estés en el abrazo, vuélvete el abrazo, vuélvete el beso.
Olvídate de ti mismo tan totalmente que puedas decir: «Ya no existo. Sólo existe el amor.»
Entonces el corazón no está latiendo, sino que está latiendo el amor. Entonces la sangre no está circulando, sino que está circulando el amor. Y los ojos no están viendo, sino que está viendo el amor. Entonces las manos no se están moviendo, sino que se está moviendo el amor para tocar.
Vuélvete el amor y entra en la vida eterna.
El amor cambia tu dimensión súbitamente.
Eres arrojado fuera del tiempo y estás ante la eternidad.
El amor se puede volver una meditación profunda; la más profunda posible. A veces, los amantes han conocido lo que los santos no han conocido. Y los amantes han tocado ese centro que muchos yoguis no han encontrado.
Pero será sólo un vislumbre a no ser que transformes tu amor en meditación. Tantra significa esto: la transformación del amor en meditación. Y ahora puedes comprender por qué el tantra habla tanto del amor y del sexo. ¿Por qué? Porque el amor es la puerta natural más fácil por la que puedes trascender este mundo, esta dimensión horizontal. Mira a Shiva con su consorte, Devi. ¡Míralos! No parecen ser dos: son uno.
La unidad es tan profunda que incluso ha entrado en los símbolos. Todos hemos visto el shivalinga.
Es un símbolo fálico -el órgano sexual de Shiva-, pero no está sólo, se asienta en la vagina de Devi. Los hindúes de antaño eran muy atrevidos. Ahora, cuando ves un shivalinga nunca recuerdas que es un símbolo fálico. Lo hemos olvidado; hemos tratado de olvidarlo completamente.
Jung recuerda en su autobiografía, en sus memorias, un incidente muy bello y divertido.
Vino a India y fue a ver Konarak, y en el templo de Konarak hay muchísimos shivalingas, muchos símbolos fálicos.
El pandit que le estaba guiando le explicó todo menos los shivalingas. Y había tantos que resultaba difícil eludir esa explicación. Jung estaba muy al tanto, pero para tomarle el pelo al pandit seguía preguntando: «Pero ¿qué son éstos?» Así que el pandit le dijo por fin al oído, al oído de Jung:
«No me lo pregunte aquí, se lo diré después.
Es algo muy privado.» Jung debió de reírse por dentro: éstos son los hindúes de hoy. Entonces, fuera del templo, el pandit se le acercó y dijo: «No estaba bien que me preguntara delante de los demás. Se lo diré ahora. Es un secreto.» Y, otra vez al oído de Jung, dijo: «Son nuestras partes privadas.»
Cuando Jung regresó, se encontró con un gran erudito -un erudito en pensamiento, mitología y filosofía orientales-, Heinrich Zimmer. Le contó esta anécdota a Zimmer. Zimmer era una de las mentes más dotadas que han tratado de profundizar en el pensamiento indio, y amaba India y sus formas de pensar, el enfoque oriental no lógico, místico, de la vida.
Cuando oyó lo que le contaba Jung, se rió y dijo: «Esto está bien para variar. Siempre he oído hablar de indios extraordinarios -Buda, Krishna, Mahavira-. Lo que me cuentas no dice algo sobre los indios extraordinarios, sino sobre los indios.» Para Shiva, el amor es la gran puerta de entrada. Y para él, el sexo no es algo que deba ser condenado.
Para él, el sexo es la semilla, y el amor, su florecimiento, y si condenas la semilla, condenas la flor. El sexo puede convertirse en amor. Si nunca se convierte en amor, entonces está malogrado. Condena el fracaso, no el sexo. El amor debe florecer, el sexo debe convertirse en amor. Si no se está convirtiendo, no es culpa del sexo, sino tuya. El sexo no debe quedar en sexo; ésa es la enseñanza del tantra. Debe ser transformado en amor. Y el amor no debe quedar en amor. Debe ser transformado en luz, en experiencia meditativa, en la última, la suprema cima mística. ¿Cómo transformar el amor? Sé el acto y olvídate del actor. Mientras estés amando, sé amor: simplemente amor.
Entonces no es tu amor o mi amor o el amor de alguna otra persona; es simplemente amor.
Cuando tú no estás, cuando estás en manos de la fuente o la corriente suprema, cuando estás enamorado, no eres tú quien está enamorado. Cuando el amor te ha absorbido, tú has desaparecido; te has convertido en una energía que fluye.
D. H. Lawrence, una de las mentes más creativas de estos tiempos, era, a sabiendas o sin saberlo, un adepto del tantra.
Fue condenado completamente en Occidente, sus libros fueron prohibidos. Hubo muchos casos en los tribunales sólo porque había dicho: «La energía del sexo es la única energía, y si la condenas y la reprimes vas en contra del universo. Entonces nunca serás capaz de conocer el florecimiento más elevado de esta energía. Y cuando es reprimida se vuelve fea: éste es el círculo vicioso.» Los sacerdotes, los moralistas, las denominadas personas religiosas -los Papas, los shankaracharyas y otros- siguen condenando el sexo. Dicen que es una cosa fea.
Y cuando lo reprimes, se vuelve feo. Así que dicen: «¡Mira! Lo que decíamos es verdad. Tú lo demuestras. ¡Mira! Lo que estás haciendo es feo y tú sabes que es feo.» Pero no es el sexo lo que es feo; son estos sacerdotes los que lo han hecho feo.
Una vez que lo han hecho feo, se demuestra que tienen razón.
Y cuando se demuestra que tienen razón, tú sigues haciéndolo más y más feo. El sexo es una energía inocente: la vida que fluye en ti, la existencia que está viva en ti. ¡No lo malogres! Deja que ascienda a las alturas. Es decir, el sexo debe convertirse en amor. ¿Cuál es la diferencia? Cuando tu mente es sexual, estás explotando al otro; el otro es sólo un instrumento para usar y tirar. Cuando el sexo se vuelve amor, el otro no es un instrumento, el otro no tiene que ser explotado; el otro no es realmente el otro. Cuando amas, no es algo egocéntrico.
Más bien, el otro se vuelve significativo, único.
No es que lo estés explotando, ¡no! Por el contrario, ambos estáis unidos en una profunda experiencia.
Sois compañeros de una profunda experiencia, no el explotador y el explotado. Os estáis ayudando el uno al otro a entrar en un mundo diferente de amor. El sexo es explotación.
El amor es entrar juntos en un mundo diferente.
Si esta entrada no es momentánea y si esta entrada se vuelve meditativa -es decir, si te puedes olvidar completamente de ti mismo, y el amante y el amado desaparecen, y sólo hay amor que fluye-, entonces, dice Shiva, la vida eterna es tuya.
11 Cierra tus sentidos, vuélvete como una piedra.
Segunda técnica de relajación: Cierra las puertas de los sentidos cuando sientas el sigiloso caminar de una hormiga. Entonces. Esto parece muy simple, pero no es tan simple.
Lo leeré de nuevo: Cierra las puertas de los sentidos cuando sientas el sigiloso caminar de una hormiga. Entonces.
Esto es sólo un ejemplo; cualquier cosa servirá.
Cierra las puertas de los sentidos cuando sientas el sigiloso caminar de una hormiga, y entonces -entonces- sucederá.
¿Qué está diciendo Shiva?Tienes una astilla clavada en el pie: te duele, estás sufriendo. O una hormiga está reptando por tu pierna. Sientes la reptación y de pronto quieres quitártela de encima. ¡Usa cualquier experiencia!
Tienes una herida; es dolorosa.
Tienes dolor de cabeza, o cualquier dolor en el cuerpo.
Cualquier cosa servirá de objeto.
Esto es sólo un ejemplo, el sigiloso caminar de una hormiga. Shiva dice: Cierra las puertas de los sentidos cuando sientas el sigiloso caminar de una hormiga. No importa lo que estés sintiendo; cierra todas las puertas de los sentidos.
¿Qué hay que hacer? Cierra los ojos y piensa que estás ciego y no puedes ver. Cierra los oídos y piensa que no puedes oír.
Hazlo con los cinco sentidos, ciérralos. ¿Cómo los puedes cerrar? Es fácil. Deja de respirar por un solo momento: todos tus sentidos estarán cerrados. Cuando la respiración se ha parado y todos los sentidos están cerrados, ¿dónde está este sigiloso caminar? ¿Dónde está la hormiga? De pronto estás distanciado; lejos.
Un amigo mío, un viejo amigo, muy mayor, se cayó por la escalera, y los médicos le dijeron que no podría salir de la cama durante tres meses, que tendría que descansar durante tres meses.
Y era un hombre muy inquieto; le resultaba difícil.
Fui a verlo, y me dijo: «Pide por mí y bendíceme para que pueda morir, porque estos tres meses son aún más que la muerte.
No puedo estar como una piedra.
Y los demás me dicen: "No te muevas."» Yo le dije: «Ésta es una buena oportunidad. Simplemente cierra los ojos y piensa que eres sólo una piedra, que no te puedes mover.
¿Cómo te vas a poder mover? Eres una piedra: sólo una piedra, una estatua.
Cierra los ojos. Siente que ahora eres una piedra, una estatua.» Me preguntó que qué pasaría.
Le dije: «Pruébalo. Estoy aquí sentado y no se puede hacer nada. ¡No se puede hacer nada! Tendrás que estar aquí durante tres meses de todos modos, así que pruébalo.
» Él nunca lo habría probado, pero la situación era tan imposible que dijo: «¡De acuerdo! Lo probaré porque puede que pase algo. Pero no lo creo», dijo. «No creo que pueda pasar algo simplemente por pensar que soy como una piedra, muerto como una estatua, pero lo probaré.» De modo que lo probó.
Yo tampoco pensaba que fuera a pasar algo, dado el tipo de hombre que era. Pero, a veces, cuando estás en una situación imposible, desesperada, empiezan a pasar cosas. Cerró los ojos. Yo esperé, porque pensaba que en cuestión de dos o tres minutos los abriría y diría: «No ha sucedido nada.»
Pero no habría los ojos, y pasaron treinta minutos.
Yo podía sentir y ver que se había vuelto una estatua.
Toda la tensión de su frente desapareció.
Su cara había cambiado. Tenía que marcharme, pero él no abría los ojos. Y estaba absolutamente silencioso, como si estuviera muerto.
Su respiración se apaciguó, y como tenía que marcharme, tuve que decirle: «Quiero irme ahora, así que, por favor, abre los ojos y dime qué ha sucedido».
Abrió los ojos totalmente cambiado. Y dijo: «Esto es un milagro. ¿Qué me has hecho?» Yo le dije: «No he hecho nada en absoluto.»
Él dijo: «Debes de haber hecho algo, porque esto es un milagro. Cuando empecé a pensar que soy como una piedra, como una estatua, de pronto me invadió la sensación de que, incluso si quería mover las manos, era imposible hacerlo.
¡La de veces que intenté abrir los ojos!, pero eran como piedra, así que no podía abrirlos.» Dijo: «Incluso llegué a preocuparme por lo que estarías pensando, porque duraba tanto, pero ¿qué podía hacer? No podía moverme durante estos treinta minutos.
Y cuando cesó todo movimiento, de repente el mundo desapareció y yo estaba solo, en lo profundo de mí, de mí mismo. Entonces el dolor desapareció.» Era un dolor intenso; no podía dormir por la noche sin un tranquilizante. Pero el dolor desapareció.
Le pregunté qué sintió cuando el dolor estaba desapareciendo.
Él dijo: «Primero empecé a sentir que el dolor estaba en alguna parte distante. Seguía ahí, pero muy lejos, como si le estuviera sucediendo a otra persona. Y luego, poco a poco, poco a poco, como si alguien se estuviera alejando más y más y no pudieras verlo, desapareció. ¡El dolor desapareció! Durante al menos diez minutos, no había dolor. ¿Cómo va a tener dolor un cuerpo de piedra?» Este sutra dice: Cierra Las puertas de los sentidos. Vuélvete como una piedra, cerrado al mundo.
Cuando estás cerrado al mundo, en realidad estás también cerrado a tu propio cuerpo, porque tu cuerpo no forma parte de ti; forma parte del mundo. Cuando estás cerrado completamente al mundo, estás cerrado también a tu propio cuerpo.
Entonces, dice Shiva, entonces sucederá.
Así que pruébalo con el cuerpo.
Cualquier cosa servirá, no necesitarás que una hormiga camine por ti. De otra forma, pensarás: «Cuando la hormiga camine, meditaré.» Y semejantes hormigas tan útiles son difíciles de encontrar, así que cualquier cosa servirá. Estás tumbado en la cama, sientes las sábanas frías: vuélvete como un muerto.
De pronto las sábanas se irán muy, muy lejos, y desaparecerán. Tu cama desaparecerá; tu habitación desaparecerá; el mundo entero desaparecerá. Estás cerrado, muerto, como una piedra, como una mónada de Leibnitz, sin ninguna ventana fuera: ¡sin ninguna ventana! ¡No te puedes mover! Y entonces, cuando no te puedes mover, eres arrojado de vuelta a ti mismo, te centras en ti mismo. Entonces, por primera vez, puedes mirar desde tu centro. Y una vez que puedes mirar desde tu centro, no puedes volver a ser el mismo otra vez.
12 Permítete volverte ingrávido.
Tercera técnica de relajación: Cuando estés en una cama o en un asiento, permítete volverte ingrávido, más allá de la mente.
Estás aquí sentado. Simplemente siente que te has vuelto ingrávido, que no hay peso. Sentirás que hay peso en una u otra parte, pero sigue sintiendo la ingravidez. La ingravidez llega. Llega un momento en que sientes que eres ingrávido, que no hay peso. Cuando no hay peso, no eres un cuerpo, porque el peso es del cuerpo; no es tuyo. Tú eres ingrávido. Por eso se hicieron tantos experimentos.
Alguien se está muriendo... Muchos científicos de todo el mundo han intentado pesar a la persona. Si hay una ligera diferencia, si cuando un hombre está vivo pesa más y cuando un hombre está muerto pesa menos, entonces los científicos pueden decir que algo ha salido del cuerpo, que un alma o el ser o algo que estaba allí ya no está; porque para la ciencia nada puede ser ingrávido, ¡nada!. El peso es básico para toda materia. Incluso los rayos de Sol tienen peso. Es muy, muy leve, minúsculo, y son difíciles de pesar, pero los científicos los han pesado.
Si puedes recoger todos los rayos de Sol que caen en una parcela de ocho kilómetros cuadrados, su peso será similar al de un cabello. Pero los rayos de Sol tienen peso; han sido pesados. Nada puede ser ingrávido para la ciencia. Y si algo puede ser ingrávido, entonces es inmaterial, no puede ser materia.
Y la ciencia ha creído durante estos veinte o veinticinco años que no hay nada excepto materia. De modo que cuando muere un hombre, si algo se va del cuerpo, el peso debe ser diferente.
Pero nunca es diferente; el peso sigue siendo el mismo.
A veces, incluso aumenta; ése es el problema. El hombre vivo pesa menos; el hombre muerto se vuelve más pesado.
Eso creó nuevos problemas, porque lo que realmente estaban intentando descubrir era si se perdía algo de peso; entonces podrían decir que algo ha salido.
Pero parece que, por el contrario, algo ha entrado. ¿Qué ha sucedido? El peso es material, pero tú no eres un peso. Tú eres inmaterial.
Si pruebas esta técnica de la ingravidez, has de imaginar que no tienes peso: y no sólo imaginar, sino sentir que tu cuerpo se ha vuelto ingrávido. Si sigues sintiendo, sintiendo, sintiendo, llega un momento en que de pronto te das cuenta de que eres ingrávido.
Ya lo eres, así que puedes darte cuenta en cualquier momento. Sólo tienes que crear una situación en la que puedas sentir de nuevo que eres ingrávido. Tienes que deshipnotizarte a ti mismo. Ésta es la hipnosis, la creencia de que «soy un cuerpo y por eso siento peso». Si te puedes deshipnotizar a ti mismo para darte cuenta de que no eres un cuerpo, no sentirás peso.
Y cuando no sientes peso estás más allá de la mente, dice Shiva: Cuando estés en una cama o en un asiento, permítete volverte ingrávido, más allá de la mente. Entonces puede suceder.
La mente también tiene peso; la mente de cada uno tiene un peso diferente. En cierta época, se planteó que cuanto más pesada fuera la mente, más inteligente sería. Y en general es verdad, pero no absolutamente, porque a veces hombres muy geniales tenían mentes muy pequeñas, y a veces la mente de algún idiota estúpido pesaba muchísimo. Pero, en general, es verdad, porque cuando tienes un mecanismo mayor de la mente, pesa más.
La mente también es un peso, pero tu consciencia es ingrávida. Para sentir esta consciencia, tienes que sentir la ingravidez.
Así que pruébalo: andando, sentado, durmiendo, lo puedes probar. Algunas observaciones... ¿Por qué el cuerpo muerto se vuelve, a veces, más pesado? Porque en el momento en que la consciencia abandona el cuerpo, el cuerpo se queda sin protección. Inmediatamente, pueden entrar en él muchas cosas. No estaban entrando debido a ti. En un cuerpo muerto pueden entrar muchas vibraciones; en ti, no pueden entrar. Tú estás ahí, el cuerpo está vivo, es resistente a muchas cosas. Por eso, una vez que estás enfermo, empieza a ser una larga serie; una enfermedad, luego otra, y luego otra: porque una vez que estás enfermo, te vuelves indefenso, vulnerable, sin resistencia. Entonces cualquier cosa puede entrar en ti. Tu presencia protege el cuerpo. De modo que, a veces, un cuerpo muerto puede ganar peso. En el momento en que lo abandonas, cualquier cosa puede entrar en el cuerpo. En segundo lugar, cuando eres feliz siempre te sientes ingrávido; cuando estás triste siempre sientes más peso, como si algo estuviera tirando de ti hacia abajo.
La gravedad aumenta mucho. Cuando estás triste, eres más pesado. Cuando eres feliz, eres ligero. Lo notas. ¿Por qué? Porque cuando eres feliz, siempre que sientes un momento dichoso, te olvidas completamente del cuerpo.
Cuando estás triste, sufriendo, no puedes olvidarte del cuerpo, sientes su peso. Tira de ti hacia abajo: hacia la tierra, como si estuvieras enraizado. Entonces no le puedes mover; tienes raíces en la tierra. Con la felicidad eres ingrávido.
Con el sufrimiento, con la tristeza, te vuelves pesado.
En meditación profunda, cuando te olvidas completamente de tu cuerpo, puedes levitar. Incluso el cuerpo puede elevarse contigo. Sucede muchas veces. Algunos científicos han estado observando a una mujer en Bolivia. Mientras medita, se eleva un metro y veinte centímetros, y ahora lo han observado científicamente; se han tomado varias películas, y muchas fotografías.
Ante miles y miles de observadores, la mujer se eleva de pronto y la gravedad se vuelve nula, anulada. Por el momento no hay ninguna explicación para lo que está sucediendo, pero esa misma mujer no puede elevarse cuando no está meditando.
Y si se perturba su meditación, de pronto cae al suelo.
¿Qué sucede? En meditación profunda, te olvidas completamente del cuerpo, y se rompe la identificación. Tu cuerpo es una cosa muy pequeña; tú eres muy grande, tienes poder infinito.
Tu cuerpo no tiene nada comparado contigo. Es como si un emperador se hubiera quedado identificado con su esclavo, de modo que cuando el esclavo se va a mendigar, el emperador se va a mendigar; cuando el esclavo llora, el emperador llora.
Cuando el esclavo dice: «No soy nadie», el emperador dice: «No soy nadie.» Una vez que el emperador reconozca su propio ser, una vez que reconozca que es un emperador y que este hombre es sólo un esclavo, todo cambiará de repente. Eres poder infinito identificado con un cuerpo muy finito.
Una vez que te percatas de tu ser, la ingravidez aumenta y el peso del cuerpo disminuye. Entonces puedes levitar, el cuerpo puede elevarse. Hay muchísimas historias que aún no pueden demostrarse científicamente, pero serán demostradas..., porque si una mujer puede elevarse un metro y veinte centímetros, entonces no hay ningún obstáculo.
Otra persona puede elevarse mil metros, otra puede entrar completamente en el cosmos. Teóricamente, no hay ningún problema: un metro o cien metros o mil metros, da lo mismo.
Hay historias sobre Rama y sobre muchos otros que han desaparecido completamente con el cuerpo.
Sus cuerpos no fueron encontrados muertos en esta Tierra. Mahoma desapareció completamente: no sólo con su cuerpo; se dice que desapareció también con su caballo.
Estas historias parecen imposibles, parecen mitológicas, pero no lo son necesariamente. Una vez que conoces la fuerza ingrávida, te vuelves el señor de la gravedad. Puedes usarla; la gravedad depende de ti. Puedes desaparecer completamente con tu cuerpo. Pero para nosotros la ingravidez será un problema.
La técnica de siddhasana, la manera en que se sienta Buda, es el mejor medio para ser ingrávido. Siéntate sobre la tierra: no sobre alguna silla o algo similar, sino simplemente en el suelo.
Y es bueno que el suelo no sea de cemento o de algo artificial. Siéntate en la tierra para estar lo más cerca posible de la naturaleza. Es bueno si te puedes sentar desnudo.
Siéntate desnudo en la tierra con la postura de Buda, siddhasana; porque siddhasana es la mejor postura en la que ser ingrávido. ¿Por qué? Porque sientes más peso si el cuerpo se apoya de esta o esa forma. Entonces tu cuerpo tiene más área en la que ser afectado por la gravedad. Si me siento en esta silla, un área mayor de mi cuerpo es afectada por la gravedad. Cuando estás de pie, un área menor es afectada, pero no puedes estar de pie demasiado tiempo. Mahavira siempre meditaba de pie; siempre, porque entonces uno cubre la menor área. Sólo tus pies están tocando el suelo. Cuando estás de pie, erguido, te afecta la menor cantidad de gravedad, y la gravedad es peso. Sentarse en la postura de Buda, trabado -tus piernas están trabadas, tus manos están trabadas-, también ayuda, porque entonces tu electricidad interna se vuelve un circuito.
Haz que tu columna vertebral esté recta. Ahora puedes entender por qué se ha puesto tanto énfasis en tener la columna vertebral recta: porque con la columna vertebral recta se cubre un área menor, de modo que la gravedad te afecta menos. Con los ojos cerrados, equilíbrate completamente, céntrate. Inclínate hacia la derecha y siente la gravedad; inclínate hacia la izquierda y siente la gravedad; inclínate hacia delante y siente la gravedad; inclínate hacia atrás y siente la gravedad.
Encuentra el centro en el que se sienta menos la gravedad, en el que se sienta menos peso, y permanece ahí. Entonces olvídate del cuerpo y siente que no tienes peso: eres ingrávido.
Entonces sigue sintiendo esta ingravidez. De pronto te vuelves ingrávido; de pronto no eres el cuerpo; de pronto estás en un mundo diferente de incorporeidad.
No tener peso es no tener cuerpo. Entonces trasciendes también la mente. La mente también forma parte del cuerpo, parte de la materia. La materia pesa; tú no pesas. Ésta es la base de esta técnica. Prueba cualquier técnica, pero persevera durante varios días para poder sentir si está funcionando o no. Suficiente por hoy.
http://caminandohacialasendadelaluz.blogspot.com.es/

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