martes, 8 de marzo de 2016

EL LIBRO DE LA NADA OSHO




Capitulo VI (Tercer Escrito)
NO PERSIGAS NINGUNA META.
CUANDO ESTAS REPLETO de pensamientos, la mente está borrosa, tu visión no es clara. Pero ¿qué hacer? Ahí están los pensamientos. Déjalos estar ahí. ¡Tú no te impliques! Déjalos estar ahí; no te involucres en ellos. Se mueven por sí solos, déjalos que se muevan. ¿Por qué tendrías que involucrarte y molestarlos? Fluyen como un arroyo; déjalos fluir. Tú siéntate en la orilla y descansa.
Diles a tus pensamientos: «Está bien, si hay nubes en el cielo, si hay árboles, ríos y océanos en la Tierra, ¿por qué no va a haber pensamientos en mi mente?». ¡Acéptalos! ¡Está bien! Si los aceptas y les dices que está bien, sentirás un cambio repentino, porque ellos necesitan tu energía para moverse.
Y si no te involucras, poco a poco la energía se retira por sí sola.
Se va haciendo menor y menor. Y llega un momento en el que los pensamientos vienen solamente cuando se les necesita.
Los pensamientos en sí no son una carga; lo que es una carga son los pensamientos innecesarios, ellos son los que nublan tu visión. Esta niebla es debida a los pensamientos innecesarios.
Cuando te quieres mover usas las piernas; cuando quieres pensar usas los pensamientos; cuando te quieres comunicar usas la mente. Pero cuando estás sentado bajo un árbol ¿para qué continuar moviendo las piernas? Parecerás un tonto. Pero aun así tu mente continúa moviéndose. La mente es una función, y la función es útil en el momento oportuno. Cuando se la necesita, la mente comienza a funcionar.
Yo os estoy hablando a vosotros: la mente está funcionando, si yo fuera así ¿cómo os podría hablar?
Sosan está diciendo algo, ¿cómo podría decirlo si no hubiera mente? Pero en el momento en que ha dejado de hablar la función se anula, entonces no hay mente; igual que no hay piernas, porque cuando no se mueven no están ahí. Cuando tienes hambre comes; cuando te quieres comunicar usas pensamientos; cuando no tienes hambre no sigues comiendo. Sin embargo, hay gente que continúa masticando chicle, que fuma; pero masticar y fumar son sólo sustitutos de la comida.
A ellos les gustaría estar comiendo constantemente, pero eso es imposible porque el cuerpo no lo toleraría, así que tienen que hacer algo con la boca. Y por eso mastican chicle, fuman, o hacen algo... Por ejemplo, en el pasado a las mujeres no se les permitía hacer todas esas estupideces que a los hombres les están permitidas.
No se les permitía fumar, no se les permitía masticar chicle o cosas por el estilo; no estaban bien vistas. Así que, ¿qué hicieron? Empezaron a hablar. Es por eso que las mujeres hablan más, porque necesitan un sustituto. La boca tiene que estar siempre ocupada.
Y ellas empezaron a hablar. No se puede encontrar dos mujeres sentadas que no estén hablando; a no ser que sean inglesas, que no son mujeres en absoluto.
Se las ha reprimido tanto que se han vuelto como zombis.
Si no es así, las mujeres siempre están cotorreando; como los pájaros en los árboles, cotorreando.
Precisamente el otro día unas cuantas mujeres estaban trabajando aquí, en el jardín. Se pasaron todo el día charlando; ¡el día entero! Sin razón alguna..., pero charlaban. Es sólo la boca que quiere comer constantemente. Ves a la gente sentada en el teatro.
Están constantemente moviendo las piernas. ¿Por qué se sientan? ¡Tendrían que salir y moverse! Están haciendo las dos cosas.
No pueden sentarse en silencio. Y eso es lo que le ocurre a tu mente. La mente es buena en sí misma. Todo es bueno en sí mismo, en su lugar. Cuando la mente sea necesaria, úsala; cuando no sea necesaria, ponla a un lado.
Tú sigues siendo el maestro y todo lo demás es una función.
Pero la mente ha asumido el mando. Sea lo que sea que estés haciendo, ella sigue y sigue; al igual que una radio que no puedes apagar porque se le ha estropeado el botón y sigue siempre encendida. Estás durmiendo y la radio continúa.
Estás descansando, comiendo, haciendo el amor, y la radio continúa. Y tienes que aguantarla constantemente. Poco a poco, te vas volviendo insensible al hecho de que la radio siga encendida; simplemente no escuchas. Eso es lo que le ha ocurrido a tu mente. Sigue y sigue y sigue; no sabes dónde está el botón para apagarla. No escuchas, simplemente la soportas, la ignoras.
Lo has dado por hecho como si tuviera que ser así. No es así, de ser así no podría ocurrir un buda. Y cuando digo esto, lo digo a través de mi propia experiencia. No es así. El botón se puede sustituir.
Eso es lo único que hacen las meditaciones. No te conducen a la iluminación, lo único que hacen es poner el botón que faltaba o arreglar el que estaba roto o bloqueado, o que todavía no funcionaba, o que no sabías cómo usar.
La meditación es una técnica, y la técnica puede ayudar solamente a la función, no a tu ser. Así que ninguna meditación te conduce directamente al ser, simplemente arregla tus funciones. Entonces el zapato encaja perfectamente y te iluminas.
Chuang Tzu tiene razón: «Cuando el zapato es el que corresponde al pie, te olvidas del pie». Cuando cada función encaja, el cuerpo se olvida; cuando cada función encaja, este mundo de apariencias desaparece. ¡Estás iluminado!
De repente todas las cosas están iluminadas tal como son.
Si deseas ir por el Camino Único, no desprecies ni siquiera el mundo de los sentidos y las ideas.
¡ESTO ES HERMOSO! Sosan dice...: no desprecies ni siquiera el mundo de los sentidos y las ideas. Hay dos tipos de personas.
Uno es el que va luchando contra los sentidos: tratando de matar al cuerpo, tratando de no disfrutar a través del cuerpo, de no enamorarse, de no comer con placer. Luchan contra sus sentidos, se convierten en grandes ascetas. Son básicamente masoquistas, disfrutan torturándose a sí mismos.
Pero la sociedad les respeta, y ese respeto se vuelve un aliciente.
Se les considera grandes hombres porque los sentidos no les atañen. Y no pueden ser grandes, porque los sentidos son las puertas para encontrar el infinito que te rodea. Los sentidos son las puertas; por estas puertas el infinito entra en ti y tú entras en el infinito. Ellos van cerrando sus puertas. Entonces sus casas, sus cuerpos, se convierten en prisiones, y sufren.
Y cuanto más sufren, más se les respeta y se les venera; porque la gente cree que han hecho algo milagroso, que han transcendido el cuerpo. No hay ninguna necesidad de transcender el cuerpo.
Lo único que tiene que ocurrir es que el cuerpo funcione correctamente, perfectamente.
Es un arte, no se trata de ninguna austeridad.
No se trata de austeridad; no tienes que luchar contra él, sólo tienes que entenderle. Y el cuerpo es enormemente sabio; más sabio que tu mente, recuérdalo, porque el cuerpo ha existido durante mucho más tiempo que la mente.
La mente es una recién llegada, es una niña.
El cuerpo es muy antiguo, muy, muy antiguo.
Una vez tuviste forma de roca: el cuerpo estaba ahí, pero la mente se encontraba profundamente dormida. Luego, te convertiste en un árbol: el cuerpo estaba ahí, con todo su follaje y sus flores.
La mente aún permanecía profundamente dormida, no tanto como en la roca, pero aun así, estaba dormida. Luego te convertiste en un animal, en un tigre: el cuerpo estaba vibrante de energía, pero la mente no estaba funcionando. Luego te convertiste en un pájaro; luego en un hombre... El cuerpo ha estado funcionando durante millones de años. El cuerpo ha acumulado mucha sabiduría, es muy sabio. Así que, si comes demasiado, el cuerpo te dice: «¡Para!». La mente no es tan sabia. La mente dice: «Tiene un sabor exquisito; come un poco más». Si escuchas a la mente, entonces ella se vuelve destructiva para el cuerpo, de una u otra forma. Si escuchas a la mente, primero dirá: «Sigue comiendo», porque la mente es tonta, es una niña. No sabe lo que está diciendo. Es una recién llegada, todavía no ha aprendido. Todavía no es sabia, es inexperta. Escucha al cuerpo. Cuando el cuerpo diga: «Tengo hambre», come.
Cuando el cuerpo diga: «Para», hazlo. Escuchar a la mente es como si un niño estuviera guiando a un anciano: ambos se van a caer en una zanja. Si escuchas a la mente al principio estarás demasiado en los sentidos, y después te hartarás. Y cada sentido te producirá infelicidad, te producirá más ansiedad, más conflicto, más dolor. Comer demasiado te causará dolor, y vomitarás; dañará todo el cuerpo. Entonces la mente dirá: «Comer es malo, así que ayuna».
El ayuno también es peligroso. Si escuchas al cuerpo, nunca comerá en exceso ni nunca de menos; simplemente seguirá el Tao. Algunos científicos han estado trabajando en este problema y han descubierto un fenómeno muy interesante: los niños pequeños comen cuando tienen hambre y se van a dormir cuando tienen sueño; ellos escuchan a sus cuerpos.
Pero los padres, los confunden, los obligan: «Es la hora de la cena, o de la comida, o de esto y aquello, o es la hora de dormir; ¡venga!». No les permiten seguir a sus cuerpos. Así, un investigador probó a dejar a niños a su libre albedrío. Trabajaba con veinticinco niños; no se les obligó a irse a dormir ni se les forzó a levantarse. Durante seis meses no se les obligó a nada.
Y de ello sobrevino una comprensión muy profunda. Durmieron estupendamente. Tuvieron menos sueños, sin pesadillas, ya que las pesadillas procedían de las imposiciones de sus padres.
Comían bien, pero nunca demasiado; tampoco menos de lo necesario, y a veces incluso no comían nada.
Cuando el cuerpo no lo sentía, no comían y nunca se enfermaron debido a la alimentación. Se llegó a entender algo que nadie hubiera sospechado, algo milagroso. Sólo Sosan, Lao Tse o Chuang Tzu pueden entenderle, pues son Maestros del Tao. ¡Fue todo un descubrimiento! Se llegó a entender que si un niño enfermaba, entonces no comía ciertos alimentos. Y los científicos trataron de entender por qué no comían esos alimentos: los analizaron y descubrieron que, para esa enfermedad en particular, esos alimentos eran nocivos. ¿Cómo podría haberlo sabido el niño?
El cuerpo sabe. Y cuando el niño estaba creciendo, comía más de aquello que era necesario para su crecimiento.
Entonces lo analizaban y descubrían que esos ingredientes eran de gran ayuda para el crecimiento. Y según iban creciendo tomaban otros alimentos, porque sus necesidades iban cambiando.
Un día un niño comía algo y al día siguiente ni siquiera lo probaba. Y los científicos se dieron cuenta de que el cuerpo tiene su propia sabiduría. Si permites que el cuerpo se exprese, vas por el camino correcto, el Gran Camino.
Y esto no sólo ocurre con la alimentación, sino que también ocurre con todas las cosas de la vida. Tu sexo se enferma por tu mente, tu estomago se enferma por tu mente. Interfieres con el cuerpo.
¡No interfieras! Prueba, aunque sólo sea durante tres meses; no interfieras. Y te volverás muy sano, te invadirá el bienestar. Sentirás que todo va bien, el zapato encaja. Pero el problema es la mente. La mente tiene su propia función: cómo relacionarte con otros, cómo moverte en este mundo en el que vive tanta otra gente, cómo conducir un coche, cómo seguir las normas del tráfico, cómo no crear un peligro para los demás o para ti mismo, cómo mirar hacia adelante y hacer planes. La mente es como un radar: mira hacia adelante (hacia dónde moverse, cómo moverse), pero la base sigue siendo el cuerpo. Las personas que están en contra del cuerpo y destruyen sus sentidos tardarán más tiempo en descubrir su iluminación que aquellas que escuchen a sus sentidos y sigan sus consejos. Si escuchas a tus sentidos te vuelves sencillo.
Desde luego nadie va a respetarte, porque dirán de ti: «Este es un hombre sensual». Y un hombre sensual está más vivo que un hombre no sensual. Pero a nadie le interesa la vida; todo el mundo está interesado en venerar algo que ya esté muerto.
No esperes ningún respeto de la gente, o de lo contrario te perderás. Llega un momento en el que todo el mundo puede respetarte, pero tú no puedes respetarte a ti mismo porque te has perdido del todo. Nada encaja, todo te sale mal.
¡Escucha al cuerpo!; porque estás aquí para disfrutar de este momento que te ha sido dado, este hermoso momento, esta maravilla que te ha ocurrido. ¡Estás vivo, consciente, y el mundo es enorme! El ser humano es un milagro en este pequeño planeta (¡muy, muy pequeño, diminuto!). El Sol es sesenta veces mayor que esta Tierra, y este sol es una estrella mediocre.
Hay soles millones de veces más grandes que este, y hay millones de soles y millones de universos. Y hasta ahora parece, que la ciencia sepa, que la vida y la consciencia es algo que sólo ha sucedido en esta Tierra. Esta Tierra está bendita. No sabes hasta dónde has llegado. Si supieras hasta dónde has llegado, te sentirías agradecido y no pedirías nada más.
Podrías haber sido una roca y no hubieras podido hacer nada al respecto. ¡Eres un hombres! Y estás sufriendo, preocupándote y sin darte cuenta de nada. Disfruta este momento porque puede que nunca regrese. Esto es a lo que los hindúes se refieren cuando dicen que puedes volver a convertirte en una roca. Si no lo disfrutas, si no creces en él, caerás. Puedes volver a ser un animal de nuevo.
Esto es lo que significa: recuerda siempre que este clímax de consciencia es el punto más elevado; si no te integras en él y lo disfrutas, caerás.
Gurdjieff solía decir que tú todavía no tienes un alma; la vida es una oportunidad para conseguirla, para convertirte en un alma.
No sigas perdiendo el tiempo y la energía porque, si mueres sin haberlo resuelto, simplemente desaparecerás. ¿Y quién sabe si volverás a tener otra oportunidad? Nadie puede saberlo, no hay nadie que pueda aclarar esta cuestión. Lo máximo que se puede decir es que este momento es la oportunidad. Si lo disfrutas, si te sientes en éxtasis y agradecido con él, se resolverá mejor.
Recuerda, para estar agradecido no se necesita nada más: lo que tienes ya es demasiado, ya es suficiente para sentirte agradecido. No le pidas más a la existencia. Simplemente goza de lo que te ha dado. Y cuanto más lo goces, más te será dado. Jesús dice, y esta es una cita muy paradójica: «Cuanto más tengas, más te será dado; y si no tienes nada, hasta lo que tienes te será quitado». Esto parece algo muy anticomunista. Parece absurdo.
¿Qué clase de matemáticas son estas? «¡Cuanto más tengas, más te será dado; y si no tienes nada, hasta lo que tienes te será quitado!» Parece dicho a favor de los ricos y en contra de los pobres. Esto no tiene ninguna relación con la economía ordinaria; es la economía suprema de la vida. Solamente aquellos que tienen obtendrán más, porque cuanto más disfrutan más crecen. La vida crece en el gozo. El gozo es el sutra. Estate contento y agradecido con lo que sea que tengas. ¡Lo que sea! Sé feliz con ello. Y entonces tendrás más apertura, y más cosas te llegarán: te volverás capaz de recibir más bendiciones. El que no esté agradecido perderá lo que tiene.
Al que lo está, la existencia entera le ayuda a crecer más, porque se lo merece y se da cuenta de lo que ha recibido. Sé más amoroso y recibirás más amor. Sé más pacífico y recibirás más paz. Da más y tendrás más para dar. Comparte y tu ser aumentará. Pero tú nunca das, nunca amas, nunca compartes. De hecho ni siquiera te das cuenta de que tienes algo. Estás simplemente esperando que algo ocurra en algún lugar. ¡Ya ha ocurrido! Simplemente míralo; tú llevas el tesoro. Y nunca das porque no sabes que te ha ocurrido a ti, y no sabes que dar se convertirá en tu crecimiento.
Una vez, en una comunidad judía, ocurrió que un santo se estaba muriendo. Era un hombre pobre, pero muy, muy rico; rico en su ser, rico en su éxtasis. Era un místico. Y toda la comunidad estaba preocupada por su muerte. Llamaron a todos los médicos del lugar pero ya no podía hacerse nada, la muerte se acercaba a cada momento. Entonces se reunió toda la comunidad para hacer lo último que se podía hacer: rezar. Pero ni siquiera esto parecía servir de nada. Así que el rabino dijo:
«Ahora ya sólo queda una cosa por hacer, y Dios no nos ayudará a menos que la hagamos.
Ofreceremos nuestras vidas. Así que donemos algunos días o algunos años de nuestras vidas a este santo». Y todo el mundo se adelantó; la gente le amaba. Alguien dijo: «Yo ofrezco cinco años»; otro: «Yo un año»; algún otro: «Un mes»; y otro más: «Un día». Incluso hubo un avaro que dijo: «Un minuto». Pero hasta eso (hasta eso, piensa, no te rías), hasta un minuto de vida no es poca cosa, no es algo insignificante. Cuando te estés muriendo, echarás de menos hasta ese minuto. Entonces Mulla Nasrudin, que también estaba allí, se acercó. Él no era judío pero también amaba a ese místico.
Y dijo: «¡Veinte años!». Nadie podía creerse lo que había oído.
Un judío que estaba sentado justo detrás de él le tiró del pantalón y le dijo: «¿Qué estás haciendo, Nasrudin? ¿Te has vuelto loco? ¡Veinte años! ¿Qué significa eso? ¡Eso es demasiado! ¿Acaso te has vuelto loco? ¡Pero si ni siquiera eres judío!».
Nasrudin dijo: «¡De la vida de mi mujer!». Nadie está dispuesto a compartir nada. Y a no ser que compartas no recibirás más, porque no serás digno de más. No lo merecerás. Exige, y lo perderás; da y lo obtendrás.
Esta vida, tal como es, ya es demasiado. Se dichoso en ella, en sus pequeñas cosas. Hasta el alimento debería convertirse en un sacramento. Hasta darse la mano tendría que convertirse en una oración, debería ser una ofrenda. Hasta el estar con la gente debería convertirse en una profunda alegría; porque lo que a ti te ha ocurrido no ha ocurrido en ningún otro lugar.
Sosan dice: Si deseas ir por el Camino Único, no desprecies ni siquiera el mundo de los sentidos y las ideas.

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