domingo, 10 de abril de 2016

Libro Despertar La clave para volvernos más humanos (Julio Andres Pagano)-TERCER CAPITULO


Proyecto “Despertar”
Capitulo- 3 (Segundo Escrito)

Mensajes para el alma

Hombre Nuevo La Tierra sangra. Se agita. Se retuerce de dolor. 
La oscuridad marcha a paso firme, pisoteando flores, marchitando esperanzas, sembrando temor e incertidumbre. 
El escenario mundial se muestra como un cuadro sombrío, dominado por la ambición, la inseguridad, el desequilibrio y la incoherencia. Hay olor a derrumbe. Hay olor a muerte. 
El hombre viejo está sucumbiendo. Lo sabe y se resiste. 
Su programación mental le impide aceptar que le llegó su hora. Soplan vientos de cambio. Se aviva la llama del espíritu. 
Un nuevo hombre es llamado al escenario de la vida. Hay que armarse de coraje para leer los diarios y ver los noticieros. 
La negatividad es el signo que manifiesta cada título: robos, asaltos, crímenes, bombas, guerras, conflictos, peleas, abusos, accidentes… Intoxica el espíritu tanta densidad compactada. 
La calle confirma las noticias. No hay baldosa que no esté salpicada con manchas de violencia, bronca o descontento. 
El aire está viciado por vibraciones rastreras. ¿Existen alternativas de cambio? Aunque todo pareciera indicar que no, la buena noticia es que detrás de este tétrico escenario se está gestando una nueva función. La obra se llama “Hombre nuevo”. Falta poco, muy poco, para que esta nueva puesta en escena irrumpa. Por medios no tradicionales se va haciendo el anuncio de que se necesitan actores para que la función cobre vida. Escuchar el llamado requiere de un corazón sensible y un espíritu libre de condicionamientos sociales, que no tema al “qué dirán”.
 A través de los sueños, las intuiciones y las emociones más puras, el anuncio golpea a cada instante las puertas del alma. 
La mente sube el volumen, potencia la confusión, y con la ayuda del ego y la razón refuerza las paredes de la indiferencia, para que el mensaje no llegue a destino y naufrague en el olvido. 
Tarde o temprano, el muro caerá y el hombre despertará a una nueva realidad; porque el mensaje lleva la fuerza del agua, que todo lo erosiona. ¿Y por qué tanto caos? El caos es lo que da lugar a que la transformación ocurra. 
Cuanto más caos, señal de una transformación más profunda y visceral. Viejos esquemas se están resquebrajando. Los modelos autoritarios y represivos dan claras evidencias de agotamiento, por carecer de valores humanos. 
Las bases que cimentaron una economía deshumanizada y despiadada cruje. La vieja mentalidad que alimentó a un multitudinario ejército de corporaciones inescrupulosas está siendo acorralada por los consumidores inteligentes que, con sus decisiones de compra, castigan la irresponsabilidad y se muestran a favor del medio ambiente. 
Esta vez el cambio no vendrá de afuera, sino de adentro. 
Desde el mismo centro de su ser. En la medida en que cada uno se transforme, en la medida en que cada uno se adueñe de su destino, de su derecho a “ser humano”, estaremos cada vez más cerca de vivenciar la obra. 
Esta vez no como simples espectadores, sino como partícipes necesarios, que harán brillar –con maestría– sus dones y talentos al servicio de un mundo sin fronteras, que se unificará bajo la bandera del amor. No se trata de una obra para ver, sino para protagonizar. Una obra para sentir y para vibrar. Co–crear una realidad distinta, más humana y armónica, es tarea de todos. 
Es algo indelegable y también impostergable. La multitud como tal no existe, sino que se compone de la suma de personas. 
Por eso quiero recordarle que su transformación vale, y mucho, porque suma. Todo suma. Incluso los pensamientos, porque crean realidades. De nada sirve protestar por el entorno adverso en que estamos sumidos, si no hacemos absolutamente nada para tratar de revertirlo. Con nuestras actitudes pasivas, que se apoyan sobre los bastones de la apatía y la indiferencia, también somos cómplices de estos tiempos violentos que presagian un futuro apocalíptico. Si usted es de los que cree que el llamado no existe, cierre los ojos, relájese, lleve sus manos al centro de su pecho y pregúntele a su alma si tiene algún mensaje para darle. Si pese a todo no escucha nada, no se preocupe. Ella sabe que nunca fue bueno a la hora de escuchar, así que le traerá la respuesta de mil maneras distintas. Apelará a la magia de la sincronicidad y dibujará la respuesta en las letras de las canciones, las palabras de un desconocido o en el canto de los pájaros. Preste atención. Esté atento, el mensaje llegará. Sabía que tal vez usted querría un adelanto sobre el contenido de la obra, por eso le pedí ayuda a mi ángel de la guarda, quien sonriendo me dijo: “La obra mostrará el resurgir del hombre como ser multidimensional, en perfecta sincronía con su cuerpo, mente y espíritu. 
Conectado con la existencia.
Construyendo un nuevo espacio. Dando impulso a una nueva visión que estará gobernada por la alegría y el sentir, por el poder de lo simple. Habrá unidad, respeto y cooperación. La palabra dada recobrará su valor y renacerá la confianza. Las injusticias no tendrán cabida porque el hombre reconocerá que somos parte de una misma energía, por lo tanto será consciente de que lo que le hace a otro se lo está haciendo a sí mismo. Deciles que en el texto de la obra, palabras como fluir, meditar, elevar, disfrutar, empatía, sinergia y contemplar serán una constante. 
Deciles que los espero, que es hora de reencontrarnos”. Nunca se sabe. Quizá cuando el telón se levante más de uno se sorprenda cuando una voz en off agradezca, entre otros, a los maestros del caos, del desentendimiento, de la indiferencia, de la confusión y del dolor, porque hicieron posible que la alquimia acontezca, al servir de fondo para marcar el contraste necesario que impulsó el cambio.
Ahora haga una pausa. Mire su reloj. Observe cómo corre el segundero. Sepa que al igual que la palabra pronunciada y la flecha disparada, las oportunidades desperdiciadas no retornan jamás. Se van al mismo sitio en donde se oculta el tiempo perdido. Tíldeme de loco si quiere, no me importa. Sólo soy un simple mensajero. Nuestro contrato álmico decía que en caso de que lo olvidara se lo volviese a recordar: “Su misión de vida es anclar en la dimensión física lo más puro de su ser”. Despierte, hombre nuevo, ya es tiempo de subir al escenario. 
Celebro tu existencia.
Las puertas de entrada y de salida no descansan. El tráfico es incesante. Intenso. Miles de almas llegan a la Tierra a cada instante para vivir una experiencia física. Otras tantas se van con sus lecciones aprendidas. Todavía no partí, por eso quiero hacer un alto en mi camino y hablarte a vos, inigualable ser, que acabás de llegar con tu inmaculado traje de inocencia a disfrutar del juego de la vida. Sé que me estás escuchando. Agradezco la belleza de tu silencio. No te preocupes por los murmullos de fondo, son los comentarios de los insensibles que descreen que nos estemos comunicando. Antes que nada, quiero darte las gracias por venir. Tu presencia alimenta la esperanza de que el cambio es posible. Siento tu vibración cristalina. Los latidos de tu tierno corazón no mienten, una nueva realidad se está gestando. Ruego porque nuestras sofocantes estructuras sociales no marchiten tus sueños y seamos capaces de ayudarte a volar para que nos transportes hacia una dimensión más pura, en donde la humanidad, toda, celebre y honre la vida. Sé que si te ayudo, contándote parte de la trama del juego de la vida, también me estoy ayudando porque vos y yo somos uno, aunque el velo de la ilusión intente hacerme creer lo contrario. Antes de seguir hablando, te pido que recuerdes que lo que voy a decirte lleva la carga de mi subjetividad, de mis condicionamientos y limitaciones, por eso quiero que tomes este mensaje como una simple referencia y no como una verdad incuestionable. 
El juego consiste en recuperar la inocencia y conectar con nuestra esencia interior para seguir evolucionando. Ahora te parece sencillo. Sin embargo, a medida que pasen los días, la sociedad se encargará de adormecerte para que seas funcional a sus intereses y creas que lo real es lo que sucede fuera. No te rías. Lo digo en serio. La gran mayoría cree que únicamente lo exterior importa, y como le temen a la muerte –porque desconocen que es un proceso de cambio– prefieren ignorarla y hacer de cuenta que vivirán para siempre. Te mirarán raro si les preguntás por qué no aprovechan la estadía, siendo el juego tan breve. Vivir 90 años implica jugar sólo 32.850 días.
Demasiado poco para desaprovecharlo, ¿no? Quiero pedirte que, pase lo que pase, no traiciones tu misión de vida. Las pruebas están dispuestas para ayudarte a crecer. Dar pasos en el vacío, siguiendo los dictados de tu conciencia, te ayudará a fortalecer la confianza en vos. Siempre que puedas optá por el conocimiento vivencial.
El conocimiento intelectual es limitado, sirve como marco de referencia pero no te transforma. Abrite a las vivencias, son maestras mutidimensionales que te darán las claves para que recorras tu camino sabiamente. Aunque te cueste, siempre da lo mejor de vos sin esperar recompensas, porque no todos piensan igual. No descuides tus dones. Potenciá tus talentos. 
Tu singularidad le aportará a la vida un caudal de inigualable belleza si ponés conciencia en tus actos y sos fiel a tu guía interna. Nunca dudes en hacerle caso a lo que afluya desde tu corazón, sobre todo cuando el caos se adueñe del campo de juego, porque ésa es tu verdadera brújula. Si dejás que los deseos programen tus días estarás corriendo detrás de ilusiones que sólo conducen al descontento. Aprendé a disfrutar cada instante. Conectá con el aquí y ahora. El futuro es una proyección de la mente y el pasado tiene vida sólo si ponés tu energía al servicio de los recuerdos. Aprovechá tu tiempo. No olvides que todo pasará. No te aferres a nada. Fluí con la existencia. Sentirás la esencia de la libertad elevándote sobre la mediocridad de quienes viven mecánicamente. Nunca dejes oxidar tu capacidad de sorprenderte. Escuchá a todos con atención, pero no colecciones verdades prestadas. Buscá siempre tu propia verdad, para que tu mente, cuerpo y espíritu se expresen de manera unificada y no permanezcas dividido. Esa división es la que hará de tu vida un infierno. También tené presente que tus días serán opacos si dejás que la mente sea el amo de tus acciones, porque no serás capaz de sentir. Puede que ahora te cueste entenderlo, pero perderás la inocencia para volver a recuperarla. Aprenderás para luego desaprender. Te llenarás para luego vaciarte. Te caerás, pero sabrás levantarte con las lecciones aprendidas. 
Muchos caminos aguardan tus huellas. Quiera la vida que los padres que elegiste te sepan guiar, te sepan respetar y te sepan amar por sobre todas las cosas. Este mensaje finaliza. Cada uno seguirá su rumbo. Tal vez nunca volvamos a encontrarnos. 
No importa. Estoy agradecido de contar con tu presencia. 
La Tierra acaba de recibir a otro hermoso ser que viene a transformar el juego de la vida. Alzo mi copa, hermano. 
Celebro tu existencia.
Su mundo puede cambiar
Esté donde esté. Tenga la edad que tenga. Viva como viva. Sepa que puede cambiar su mundo. Puede transformar su realidad. 
La magia interna existe. Modificar el rumbo sólo requiere de una simple cuestión de actitud que abre las puertas a una nueva percepción sobre la vida. La felicidad y la alegría dicen presente si uno se anima a fluir con la existencia, si uno tiene la osadía de abrir su corazón. Somos responsables de nuestros actos. Ningún mortal puede arrebatarnos el derecho de volar hacia la luz y de co–crear un mundo más humano, sensible y armónico, donde el sentir no sea una utopía y el amor reine para siempre.
No sería novedad que algunos de los que lean estas líneas me crean un desquiciado, al que sería bueno internar. Así es como piensan los muertos. ¿Qué muertos? Los que tienen sus mentes encofradas en la codicia y no dejan que sus corazones florezcan. Es cierto que usted los ve desenvolverse dentro de la sociedad, ocupando diferentes roles y actividades, pero no se deje engañar… están muertos. Son cuerpos que caminan, respirando inconsciencia, hacia una tumba que les dará la ilusión de que han vivido. Los muertos en vida son fáciles de identificar. 
Viven aparentando. Aparentan amar, aparentan ser felices, aparentan vivir, aparentan saber, aparentan disfrutar. Sólo aparentan. Palabras como acumular, estatus, poder, dinero y prestigio son una constante en sus bocas rígidas, que ya no recuerdan cómo era sonreír. 
Ellos son los maestros de la confusión. Son los que nos quieren hacer cree que no es más feliz el que menos necesita, sino el que más tiene. Muertos son también los que abusan del alcohol y de las drogas para sentirse vivos. Los que explotan a los demás para creerse importantes. Los que hacen de su imagen un culto. 
Los que no se animan a vivir su propia vida. Los que le temen al cambio. Los que no se animan a crecer. Muertos. Están muertos. Morir puede que parezca una cuestión que está relacionada con el tiempo. Sin embargo, es más que nada una actitud hacia la vida. La clave está en poder sentir, pero para eso hay que dar un paso previo: abrir el corazón. Si lo logra, si se permite sentir, su percepción del mundo cambiará. Nacerá de nuevo. La vida estallará en mil colores, aromas y sonidos. Verá la divinidad manifestarse en todos y en todo. Su ser interno danzará dentro de un mar de inexplicables sensaciones nuevas. Conocerá la dicha de estar vivo. La bienaventuranza besará sus labios. 
Es cierto que desde el punto de vista objetivo usted seguirá inmerso en la misma realidad. Las paredes de su casa serán las mismas, tendrá los mismos vecinos, continuará conduciendo el mismo auto, etc.; la diferencia estará dentro suyo. Usted ya no será el mismo. Verá con ojos nuevos. Obtendrá profundidad y sensibilidad. Su mundo se vestirá de fiesta. Será una celebración constante, porque aprenderá a reconocer cuáles son las cosas que verdaderamente importan. Se sentirá un privilegiado.
Puede que parezca simple, pero sentir no es tan sencillo como parece. La coraza interna que en su momento fue funcional, porque nos ayudó a no sufrir y a soportar los golpes del destino, asfixia cuando uno intenta dar los primeros pasos de apertura. Recién ahí, uno toma verdadera conciencia del grosor de la armadura y reconoce que para sentir hay que tener la valentía de volverse vulnerable. No existen fórmulas matemáticas para el desarme. Sólo puedo sugerirle que apague el ruido de su mente. Escuche. Hay una voz en su interior que le implora que cambie. No tema. Nunca es tarde. Déjese guiar por la intuición. Abandone la vergüenza. Acabe con la monotonía. Trascienda la rutina. Acérquese a un árbol, abrácelo. Huela una flor. Contemple un atardecer. Exprese sus sentimientos. Sea agradecido. Comparta. Disfrute. Libere sus emociones. Cante. Haga ejercicios. Expanda su luz. Deje que su imaginación despegue. Pinte. Haga lo que sienta, sin importar si lo critican. No puede darse el lujo de pasar por esta vida sin sentir. A veces consideramos que al mundo lo hacen los otros, que la realidad es algo que se mira por televisión, porque nuestros trabajos no son significativos y nuestras acciones parecen irrelevantes. Mentiras. Simples creencias. Todos somos los constructores de esta realidad. Gestos, palabras, actos, miradas, hechos, pensamientos… cada paso que damos construye, y muchas veces destruye. Por eso, vuélvase consciente. Despierte. Abra su corazón. Sienta por primera vez. Viva. 
Su mundo puede cambiar.

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