viernes, 4 de noviembre de 2016

Libro Contando con tu Alma (Eric Rolf) Capitulo-2


APOYO Capitulo-2 (NUMERO2)
“El 1 es la estrella en el escenario cuando llega el 2. 
Para el 2, el 1 representa “el otro” y le complementa buscando el equilibrio; encuentra su camino dando apoyo al otro sin protagonismo, sin pedir recompensas y sin necesidad de justificarse o justificarlo. 
Como el 1 se manifiesta en el exterior, el equilibrio lleva al 2 al otro lado, hacia el interior, que representa también el mundo de los sueños y la imaginación.
Una de las claves para 2 son las relaciones personales. 
Al llegar el 2, nota la separación con el 1, diferente y siente la necesidad de relacionarse. 
Dentro del primer triángulo somos el número con más fuerza. Estamos muy conectados con nuestro corazón y somos muy honestos. Nos relacionamos mucho mejor con nuestro mundo interior que con el exterior. Ante todo, tenemos la capacidad de dar, de apoyar, de ser generosos. 
Aunque todas las personas vienen a dar, nosotros representamos la metáfora más próxima de ese dar. 
Una de las cosas más importantes que vamos a aprender en nuestro camino es el verdadero significado de dar. 
Venimos a dar sin preguntar o justificar. 
Nuestra evolución depende de la medida en que ofrezcamos nuestro apoyo y colaboración sin esperar nuestra recompensa y sin juzgar a las personas que lo reciben. 
Sabemos escuchar y eso apoya mucho. 
En el escuchar hay una especie de aceptación de la otra persona, aunque no necesariamente tenemos que estar de acuerdo con lo que diga. 
Siempre estamos dispuestos a manifestar nuestro apoyo a través de alguna acción concreta para beneficiar al otro, haciendo algo que le sirva. 
El otro se siente más apoyado, no tanto por la acción concreta que nosotros realicemos, sino por el hecho de estar allí, a su lado. Escuchar con atención es lo primero que podemos hacer por la otra persona. Si nos sentimos conectados tenemos mucha fuerza. La fuente del poder viene de estar relajado; cuando nos relajamos nos abrimos y, cuanto más abiertos estamos, más fuerza de la vida permitimos que pase a través nuestro. 
Así nos sentimos conectados y, a la vez, de más energía disponemos para hacer cualquier cosa. 
Si estamos tensos, menos energía entra y menos sale, entonces hacemos las cosas con un esfuerzo agotador. 
Para poder dar ese apoyo como parte de nuestro propósito de vida, necesitamos estar relajados. 
Venimos a vivir las relaciones personales de uno en uno, o sea, dos en total. Necesitamos parejas, socios, amigos, compañeros, en definitiva, necesitamos “el otro”. 
El otro es una especie de nuestro representante en el mundo exterior; somos muy interiores y eso se suele manifestar de forma que el otro es más protagonista y le apoyamos desde la sombra. 
Aunque solemos dejarle el protagonismo al otro y esto parece una forma de dar, a veces no lo es. 
Es posible que cuando damos, antes que lleguemos a entender el verdadero significado de dar, pretendamos mantener el control sobre lo que dimos; y esto puede ser una trampa, porque si el otro falla, le vamos a echar la culpa. 
No tomamos la responsabilidad y le dejamos al otro el protagonismo. 
Si el otro se equivoca probablemente se lo vamos a recriminar. Lo que empezó con un dar se ha convertido en este caso en un préstamo con intereses. Nos cuesta tomar la acción por nuestra cuenta, preferimos que alguien cuente con nosotros. 
Aunque no nos gusta necesitar nada, necesitamos que el otro nos necesite. Darnos cuenta que el otro nos necesita es una especie de recompensa porque el otro se da cuenta de que tenemos un valor y de que somos útiles. 
Una de las claves en las relaciones es que el otro es nuestro espejo. Observando al otro empiezas a conocerte a ti mismo y observándote es como empiezas a conocer al otro. 
El espejo funciona en las dos direcciones, cuanto más conozcas de ti más conocerás al otro. Tenemos relaciones diferentes con cada persona y cada una de esas personas refleja una parte nuestra, a veces representan un aspecto al que no nos gusta mirar, por eso el otro nos lo pone delante, para que podamos transformarlo. No tenemos, en principio, motivo alguno para ser materialistas ya que en nuestro mundo interior no hay nada material. 
Nos sentimos mucho más seguros ubicándonos en nuestro mundo interior que en el exterior. En cierta forma, el mundo exterior nos asusta y, si ese temor es muy acusado, puede hacer que nos enganchemos a un enfoque en exceso materialista, para compensar la inseguridad que sentimos en el mundo material. La materia se puede ver y agarrar, y cuando uno se siente inseguro en el mundo material, cree que puede suplir esa inseguridad rodeándose de mucha materia, ya sean objetos, propiedades, dinero, o también de personas que los tienen; es una metáfora de búsqueda de seguridad. 
Ese enfoque materialista persiste hasta que nos damos cuenta de que esa seguridad exterior es falsa y de que, en cambio, la seguridad interior va siempre con nosotros. 
Entonces podemos soltarnos y actuar más de acuerdo con nuestra naturaleza. Antes de que podamos abrirnos a nuestro enorme potencial creativo, debemos encontrarnos a nosotros mismos, integrando las respuestas a preguntas como “quién soy” o “qué hago aquí”. 
Entonces podemos encontrar un equilibrio entre quién somos, ya que nuestra naturaleza es interior, y dónde estamos, ya que tendemos a ver el mundo como algo completamente exterior y no es así. 
Solemos tener grandes dificultades para integrar interior con exterior. Muchas veces el mundo exterior sólo nos sirve para darnos cuenta de que estábamos imaginando una fantasía y, de golpe, aterrizar en lo que nos parece la cruda realidad. 
Aunque interior y exterior parecen irreconciliables, podemos sacar partido de nuestras visiones interiores si encontramos la manera de que se manifiesten en el mundo exterior. 
Una forma de hacerlo puede ser, en primer lugar, tener muy claro lo que queremos y, sin abandonar nuestra intención de conseguirlo, atender completamente lo que tenemos delante como una forma de dar, seguir nuestra intuición y confiar en que, sea lo que sea, llegará. 
Una forma práctica de encontrarnos es tomar la responsabilidad de nuestra propia vida, centrándonos en dónde estamos y para qué, lo que nos permite quitar la atención del pasado y devolverla al presente. 
En el pasado se queda el porqué llegamos aquí, quién participó en ello y el resto de los porqués, ahora ya no importan. 
Eso nos permite seguir el impulso de nuestra extraordinaria intuición y vivir de acuerdo con nuestros principios elevados. Una de nuestras especialidades es el trato con la gente; no nos gustan las estadísticas porque sólo hay datos numéricos y falta lo más importante, las personas. 
No entendemos que la natalidad media sea de 1,65 hijos, lo que entendemos es que hay muchas familias de dos hijos y algunas de 1 o de 3. 
Tendremos problemas delegando, siempre que queramos que el otro haga las cosas exactamente como las haríamos nosotros. 
El otro nunca hace las cosas como las haríamos nosotros, a estas alturas ya deberíamos saberlo, aunque una y otra vez esperamos que así sea. Uno quiere, por ejemplo, que los hijos se comporten como se les dice y los hijos nunca se comportan así. Hay que soltar un poco de control y ser más flexible. 
Es suficiente ponerse de acuerdo en el resultado, dándole al otro la oportunidad de manifestar su propia creatividad. Tenemos una energía muy potente que, aunque no se ve, se percibe a nuestro alrededor. 
Somos muy interiores y esa energía es la metáfora de que la verdadera fuerza es interior. Nuestro atractivo viene de este deslumbrante campo energético que, por encima de nuestra apariencia, atrae personas y acontecimientos como si fuera un imán. La noche es también la metáfora de la parte interior y no nos suele confundir, es como si nuestra energía aumenta. También el contacto con la naturaleza nos da vida, porque nos parece que la naturaleza o la noche están más cerca de nuestro mundo interior. 
Aunque no trabajamos directamente con nuestro ego, podemos expresarlo a través de otras personas, como por ejemplo, un obrador de joyería, que hace joyas para que las luzcan los demás. También expresamos nuestro ego a través de personas egoístas o amantes del protagonismo que nos hemos atraído. Esa atracción es debida a nuestra enorme fuerza interior que une personas que tienen mucha fuerza interior con otras que la quieren; nadie se aprovecha de nadie, uno necesita apoyo y el otro necesita dar y, aunque inicialmente se establece una dependencia mutua, cualquiera de los dos puede liberarla haciéndose consciente del proceso. 
Apoyando al otro permitimos que se exprese su ego, así sucede que es el otro quien se lleva el mérito, el protagonismo. Nosotros trabajamos en el mundo interior y nos sentimos bien cuando el otro manifiesta con nuestra ayuda, ese proyecto común que es bien recibido en el mundo exterior. 
El mundo externo reconoce la parte externa, es decir, reconoce más al que da la cara que al que tiene el valor y ha hecho el trabajo. Si, además, el otro no se muestra agradecido y no suele hacerlo suficiente, podemos tener una pequeña crisis, sentir que se han aprovechado de nosotros y tenernos lástima. 
Acabamos de describir una experiencia de dar incondicional que ha sido vivida de espaldas en sus últimos pasos. 
Si en ese dar buscamos algo a cambio, como algo que nos falta, en lugar de vivirlo como algo generoso, no funciona y además nos convierte en pobres. 
Tenemos el don del amor incondicional, de ahí sale nuestro dar. A través de este dar total nos alineamos con nuestra alma, y eso nos hace ricos. 
DESAFÍOS 
Como hemos visto, nuestro mayor desafío es comprender el verdadero significado de dar, es decir, dar sin esperar nada a cambio, ni siquiera agradecimiento o comprensión. 
Hemos venido a apoyar al otro, sin hacernos preguntas, sin juzgar al otro ni sus circunstancias, sin justificarlo, ni a nosotros mismos ni a los demás; simplemente porque sí, porque nos gusta hacerlo o por el hecho de que le hacemos un bien al otro. 
Es posible que esto te parezca ahora una meta inalcanzable porque está presentado como un desafío; transformado en don, nuestro camino es uno de los que tienen las mayores recompensas, estamos hablando de un camino de amor incondicional. 
Cuando apoyamos a los demás, a veces, pensamos que estamos ayudando demasiado y también que no nos lo agradecen suficiente. 
Entonces esperamos nuestra recompensa y si no llega solemos retraernos, porque estamos hartos de sentirnos explotados. 
Lo justificamos diciendo que el otro no es agradecido, que no se lo merece. Cuando nos retraemos de dar, estamos actuando en contra de nuestra naturaleza. 
Nos retraemos con la intención de sentirnos mejor, pero difícilmente lo conseguimos, porque estamos disgustados. 
Ese resentimiento, si es continuo, o muy profundo, puede crear varias enfermedades[4]. 
Creemos en la justicia, pero parece que tarda demasiado en llegar. Estamos buscando un equilibrio entre lo que damos y lo que recibimos en esa misma dirección, pero el equilibrio nunca llega. 
No nos damos cuenta de que lo que nosotros recibimos viene de otra dirección, aunque seguimos esperándolo de la primera dirección; estamos convencidos que lo merecemos y como la vida es justa nos lo traerá. 
Muchas veces no llega en esa dirección, quizá para que aprendamos el significado de dar, ese es nuestro desafío. 
Vamos a tener toda la vida la sensación de estar dando más de lo que recibimos. Eso será hasta que nos demos cuenta de que ya recibimos al dar. 
Lo demás que recibimos nos viene de regalo y no se relaciona con si lo merecemos o no. Por fin nadie se merece nada, ni lo bueno ni lo malo, eso está basado en el juzgar, y en el que toma el papel del juez. 
Aceptar que el dar es una de nuestras necesidades y que ya recibimos sólo en el hecho de dar, es una de las partes más difíciles de nuestro camino; todo lleva su tiempo, lo que tardemos no importa, lo importante es darse cuenta. 
Hasta que no tenemos suficiente confianza en nuestro poder interior, otro de nuestros desafíos es utilizar una especie de manipulación. Nuestro estilo es hacer que el otro se sienta obligado a contar con nosotros porque, después de todo lo que hemos hecho, parece que nos lo merecemos. 
Es una especie de chantaje emocional, queremos comprar al otro con nuestra entrega, con nuestro esfuerzo. 
Cada uno, por fin, hace lo que quiere, así que nadie le debe nada a nadie. Si esperamos agradecimiento, estamos poniendo nuestra infelicidad en manos del otro; ser agradecido no es una obligación, es asunto de cada uno. 
El dar no incluye el agradecimiento del otro, eso sería un intercambio: dar algo y recibir agradecimiento. 
Si damos es porque nos gusta, porque nos lo pasamos bien, porque nos hace sentir bien. 
Ése es el proceso de “dar” completo, no se necesita segunda parte. Ni el 1 ni el 2 entienden eso, creen que el proceso de dar no ha finalizado, pero por distinto motivo. 
El 1 porque lo ha hecho por ti y está esperando que le digas: “¡Oh, lo has hecho muy bien!”; el 2 porque le debes algo, está esperando su parte. Debemos aceptar la propia naturaleza del dar y no utilizarlo como moneda de intercambio; la opinión o actitud del otro no es asunto nuestro. 
Otro de nuestros desafíos es que toda esa energía de la que disponemos puede volverse en contra de nosotros mismos si reprimimos el impulso a hacer cosas por los demás, que es nuestra naturaleza. 
Cuanta más energía tenemos, mayor es la necesidad de alinear esa energía con unos principios elevados. 
Podemos sentir lástima por los demás y también por nosotros mismos. Sintiendo lástima no estamos apoyando el proceso del otro ni tampoco el nuestro. Eso ocurre porque confundimos la compasión con la lástima. 
La lástima es cuando uno se pone a sufrir por el otro. Compasión es estar con el otro y, a través de ese estar, darnos cuenta que esa persona está teniendo una experiencia que puede ser emocional o físicamente dolorosa; a la vez saber que el alma de la persona está bien y que de alguna manera eso le apoya en su camino. 
Ese es el instante en que realmente podemos hacer algo para aliviar ese dolor, una forma de dar total que se traduce en ese momento en una acción concreta. 
Para darse cuenta de que al otro no le pasa nada “malo”, es útil desapegarnos de nuestro cuerpo, para no imaginarnos el problema del otro en nuestra piel y afectarnos por ello. 
Una parte de la lástima que sentimos por el otro, en realidad la sentimos por nosotros mismos. Si podemos aceptar realmente que eso nos pueda pasar, y que no es “malo”, ya no sentiremos lástima por nosotros y probablemente tampoco por la otra persona. 
El sentido del humor, aunque sea negro, puede sernos muy útil en estas circunstancias. No está bien tenerle lástima a la gente, ellos no se lo merecen; tenerles lástima es condenarlos. 
Eso no indica que uno no sepa que la otra persona no se está sintiendo bien, pero en realidad no está mal. 
El alma ha elegido, de alguna manera, pasar por una experiencia como ésa para evolucionar. 
Hay una parte de la persona que lo sabe y otra que no. 
Si podemos ver la parte que sabe, estaremos viendo su alma y haciéndole saber que puede contar con nosotros, estaremos dando nuestro amor sin pensar en lo que debe estar sintiendo, sólo sintiéndolo. En este punto puede ser un problema que no creas que eres un alma, porque ¿cómo le vas a ver el alma al otro, si no puedes ver la tuya? 
Una forma de hacer sentir al otro mejor es estar bien tú. 
Hay una parte de la persona que lo está pasando mal y otra parte no. Si puedes ver la parte que está bien, el otro sabrá que tu lo ves bien y entonces se produce una especie de contagio o resonancia que hace que la parte de la persona que está bien se amplifique y la persona se sienta mejor. 
No le puedes hacer ese regalo si crees que no lo tienes; el caso es que tú lo tienes. Somos muy cariñosos, muy de nuestra familia y protectores. 
Las mujeres 2 se pueden resistir a la maternidad y, aunque hacen de mamás de todos, pueden tener miedo a esa responsabilidad, que representa su parte más interior tomando cuerpo físico. 
Los hombres 2 suelen ser buenos padres, son los que hacen el trabajo duro sin pedir mucho y sin llevarse grandes recompensas externas. 
NIÑEZ 
Uno de los padres del niño 2 suele ser muy fuerte o protagonista; también puede ser muy exigente y presentar aspectos egoístas. 
Sus sueños son muy reales y tanto pueden ser agradables, como pesadillas, cosas increíbles o locuras. 
Las carencias que se le presenten en su realidad externa son suplidas a través de los sueños o la imaginación en su mundo interior, al que recurre con mucha frecuencia y facilidad. 
Se llega a creer ese mundo interior y vive de la fantasía sufriendo desengaños, cuando la realidad externa le confirma, una vez tras otra, que no es como él lo imaginó. 
Es un niño con mucha visión. Su mundo interior es riquísimo y la imaginación es una de las maneras en las que el mundo interior se conecta o se impone en el exterior. 
Para acercarse y entenderle hay que entender antes su mundo. Se da cuenta muy joven de su sexualidad. 
Es un niño muy interior y la sexualidad forma parte, inicialmente, de la realidad de ese mundo interior, que se conecta con el exterior a través de fantasías o sueños. 
Puede haber alguien, en contacto con ellos o en su familia, con problemas mentales. 
El 2 es el número del otro yo, del yo interior y el loco es la metáfora externa del otro extremo. 
Al niño 2 se le pide mucho, aunque casi siempre se siente poco o nada recompensado por su esfuerzo. Suele tener una especie de primer trabajo a una edad temprana. Eso no significa que empiece a trabajar joven, pero sí que existe la experiencia de una especie de trabajo, o la metáfora de trabajar o de estar al servicio de otros, muy joven. 
Es un niño al que nunca le toca ser protagonista, aunque está frecuentemente al lado de éste. Tiene mucha fuerza interior; eso produce que otros se apoyen en él y consigan el mérito, lo que al niño 2 le parece terriblemente injusto porque le cuesta mucho obtener su reconocimiento. 
Una de las frases que se repite es: “¿y a mí cuándo me toca?”. Hasta que no aprende que su fuerza es indirecta lo pasa muy mal, porque intenta ser protagonista y no hay manera, no es su papel. Él es sólo el protagonista en sus sueños. 
PROFESIÓN 
Su punto fuerte son las relaciones personales, más todavía en la relación de uno a uno. 
Conectan con el otro con extrema facilidad y encuentran rápidamente el equilibrio y la armonía entre las partes. 
Son mediadores y diplomáticos, ése es uno de sus dones, la gran capacidad de resolver conflictos entre personas. 
Son buenos en cualquier trabajo de trato humano, profesiones relacionadas con la autoayuda, sanación, enseñanza o política. Pueden ser buenos directores de empresa, porque no son nada protagonistas y llevan muy bien la relación con empleados. 
Es un excelente empleado y si se sabe recompensar, lo da todo por la organización. 
Tienen mucha fuerza interior, que se manifiesta como fuerza de voluntad y disciplina. Del desarrollo de su parte interior les viene su extraordinaria intuición y la capacidad para apreciar la sutileza. Desarrollan el sentido de apreciar cualquier cosa que les interese, que podría ser, por ejemplo, música, pintura o buena comida. 
Tienen esencia de sibaritas y si se lo permiten, que a veces no es fácil, pueden disfrutarlo mucho, como por ejemplo, un catador de vinos. En el campo artístico, pueden ser buenos músicos o artistas. Ellos no son famosos, su obra lo es, pueden tener fama, pero no van de famosos, se entregan a su arte y viene por ellos como si fueran un canal. 
Tienden a relacionarse mucho mejor con las humanidades, la filosofía y el arte, en lugar de la ciencia y lo científico. 
SALUD 
Pueden tener problemas de piel, que representarían la falta de armonía entre interior y exterior: la piel está en la frontera, es lo que divide. Sufren repentinos cambios de humor, por el paso de dentro a fuera. En un instante lo harían todo por ti y, en el siguiente, todo lo contrario. 
La espalda representa el área de apoyo y se relaciona con las creencias sobre el apoyo que se recibe de los demás, de las circunstancias y en general representa el grado en el que uno se siente apoyado por la vida; eso al 2 le llama doblemente la atención, en el aspecto de apoyar al otro, que forma parte de su camino en la vida y el no sentirse apoyado por el otro, que representa el otro extremo o la resistencia a su camino. 
Para el 2 es vital darse cuenta de que aunque el otro no siempre apoya, la vida sí, siempre está ahí. 
También les pueden llamar la atención el área lumbar y de los riñones, que representarían desafíos con las relaciones personales. 
RELACIONES 
El 2 es uno de los números que puede conectar bien con todos los números, por lo menos en la opinión del otro. 
Es decir, muchas personas consideran al dos un gran amigo suyo, alguien con quien siempre se puede contar, aunque el 2 no piensa lo mismo: no los considera a todos grandes amigos. 
Los números que se relacionan mejor con el 2 son el 1, 4, 6 y 8 aunque se puede relacionar bien con todos, porque el 2 es muy apoyador. 
El 2 es el típico que se siente media naranja, necesita alguien para darle su energía. 
El 2 entiende la unidad como forma no material, en el mundo de los sueños o la imaginación, pero en el mundo “real” siempre hay una relación básica que es la relación uno a uno, persona a persona. 
Por ello el 2 se puede relacionar con cualquier número, aunque se atraen más 1 y 8. 
Las personas 1 y 2 son buena combinación, se complementan bien en sus aspectos interiores y exteriores. 
El 2 es un número fuerte y el problema con otros números fuertes como el 8 es que se pueden hacer mucha presión entre ellos, ambos trabajan con fuerza indirecta y la clave está en no dirigir esa fuerza uno contra el otro. 
Entre el 2 y el 8 sienten atracción por esa mutua fuerza interior e indirecta, aunque un problema puede ser la lucha por el poder externo: al 2 le gusta desafiar al 8 y éste puede utilizar su poder directo contra el 2. 
Con el 4 y el 6 hacen combinaciones estables de números pares que suman pares y en numerología no siempre es así. 
En combinación con el 7 suma 9 (7+2=9) que puede ser una relación muy enriquecedora cuando el 7 sabe dejarse llevar por el corazón. 
RECORDAR 
Nuestro camino es… Es interior, de relaciones, de apoyar al otro, de equilibrio entre extremos, de no justificar, es soñador y femenino. Trata de descubrir el verdadero significado de dar. Una clave es… Nuestra verdadera recompensa es la satisfacción personal de dar. El que da es porque es rico.
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/

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