jueves, 1 de diciembre de 2016

Mindfulness Capitulo IX



Mindfulness Capitulo IX
El filtro de las emociones
Las emociones afectan a nuestra percepción de la gente, de las situaciones y del entorno en el que vivimos. Como una consecuencia directa de lo anterior, también afectan a nuestras relaciones con la gente, con las situaciones y con el entorno en el que vivimos. Las emociones son el filtro entre «nosotros» y el «mundo».Cuando nos enfadamos, el mundo puede cobrar un aspecto muy amenazador: contemplamos las situaciones como obstáculos, y al resto dela gente como enemigos. Y sin embargo, cuando nos sentimos felices, el mundo puede parecer un lugar bastante amigable.
Vemos las mismas situaciones como oportunidades y a las mismas personas como amigos. El mundo a nuestro alrededor no ha cambiado tanto, pero nuestra experiencia mismo es radicalmente diferente.
Cuando pienso en esta idea del filtro, me acuerdo siempre de uno de mis lugares favoritos para ir de vacaciones.
Es un lugar escarpado, cerca del mar, donde las fuerzas de la naturaleza se manifiestan con virulencia y donde el tiempo es a menudo cambiante.
Desde el sillón en el que me gusta sentarme, puedo contemplar un enorme risco de piedra que domina el pueblo y la playa, y que se extiende hasta el océano. 
En los días claros y soleados, esos acantilados son espectaculares.
Son de un color rojo oscuro y desprenden una sensación de majestad.


Incluso desde cierta distancia es posible distinguir cada pequeño detalle. 
En días así, la roca inspira un temor reverencial.
Pero cuando está algo más nublado, el aspecto de la roca cambia frecuentemente a lo largo del día. A veces aparece apagada,sin brillo, de un color casi marrón mate, mientras la sombra de las nubes la cubre. Otras veces parece adoptar un matiz amarillo sulfuroso. Si las nubes son bastante oscuras, puede incluso aparecer de color verde. 
En ocasiones, en los días muy tormentosos, los acantilados adoptan una cualidad completamente diferente. Parecen casi negros, y los agudos ángulos que hay a lo largo de la cresta parecen tallar sus formas en el cielo.En días así, la roca resulta algo imponente, casi amenazante. Como en el caso del que hablamos, la «roca» no cambia nunca; son las nubes las que,al pasar por encima, crean la ilusión de que la roca es algo diferente. Del mismo modo, el filtro de la emoción crea la ilusión de que nuestro mundo es diferente cada vez.
Pero existe otro aspecto de la emoción que diferencia una experiencia pasajera de felicidad o tristeza, por ejemplo, de sentimientos de felicidad o tristeza habituales, más arraigados. En el contexto de la meditación, amenudo se le conoce como «rasgos» y «estados».
RASGOS
Los «rasgos» son esas emociones que parecen definir un carácter. Pueden ser «Amy la alegre» o «Mark el gruñón». Esos rasgos pueden reflejar nuestra educación, nuestro condicionamiento social y las experiencias que nos han ido conformando a lo largo de la vida.
Es como si fueran parte de nuestro código genético, y suelen experimentarse como algo muy«asentado» en nuestra naturaleza. A causa de esto, muchas personas ni siquiera son conscientes de cuáles son sus propios «rasgos».Tómate un momento para pensar cuáles pueden ser tus «rasgos».
Puedes pensar acerca de cómo es tu visión de la vida. ¿Sientes que la vida corre a tu favor o en tu contra? ¿La vives como un placer o como un duro trabajo?
Para que la meditación sea efectiva, es indiferente cómo la vivas,aunque encontrarás que es más agradable hacerlo de la segunda forma. Y¿qué hay de tus amigos, tu familia y tus compañeros de trabajo? Estoy seguro de que puedes pensar en gente que estaría en los dos extremos de una «escala de perspectiva».
En un extremo tienes a ese tipo de personas capaces de darle una perspectiva negativa a casi todo: ganar la lotería,encontrar un amor, ascender de puesto, etc.
A veces pueden enfadarse mucho, o simplemente quejarse y pasarse la vida refunfuñando.
Al otro lado del espectro se encuentran esas personas que parecen estar tan llenos de alegría que puedes llegar a pensar: «¿Es esta persona así de verdad?».
Por supuesto, a veces no son así «de verdad», pero no hay duda de que existen personas que parecen ser realmente muy felices y estar satisfechas con la vida. Así pues, esas emociones pueden ser asimiladas a los «rasgos»de carácter.
Por «estados» nos referimos a esas emociones pasajeras que vienen y se van en nuestras vidas cotidianas.
Quizá alguien te dice algo desagradable, o tu hijo da sus primeros pasitos, o recibes una mala noticia.
Estas cosas suelen verse acompañadas de la emoción correspondiente, que viene y se marcha: son los «altibajos» de la vida.
En la carretera, puedes sentir una oleada de odio por un conductor, pero antes de tener la oportunidad de ir a más, algo en la radio ha atraído tu atención y te pones a reír, olvidándote de la cólera. O puede tratarse de algo más serio, quizá una larga temporada de depresión tras haber perdido tu trabajo, que parece merodear a nuestro alrededor durante algún tiempo antes de abandonarnos. En cualquier caso,el hecho de que el sentimiento venga y se vaya de ese modo indica que son«estados» temporales, y no «rasgos».
En ocasiones nuestros estados emocionales pueden arraigarse con tanta fuerza, que comienzan a experimentarse como si fueran rasgos. Es como si la emoción fuera tan abrumadora que no pudiéramos ver más allá de ella. Y en esas situaciones la emoción puede incluso comenzar a definirnos. La depresión es un buen ejemplo de esto. Así que mientras a veces «rasgo» y «estado» puedan parecer inseparables, es útil ser consciente de la diferencia.
ESPACIO MENTAL Y EMOCIONES
Después de haber experimentado con un buen número de diferentes técnicas de meditación a lo largo de los años, aún creo que el modo más claro, simple y accesible de abordar las emociones es el mismo del que hablamos en relación con el pensamiento. Después de todo, es muy difícil separar pensamiento y sentimiento.
¿Tus pensamientos condicionan el modo en el que te sientes? ¿O es el modo en el que te sientes el que condiciona tus pensamientos?
La plena atención es la voluntad de permanecer en ese estado natural de consciencia, resistiendo a la tentación de juzgar cualquier emoción que surja, y por tanto ni oponiéndose ni viéndose arrastrado por un sentimiento.
La meditación es simplemente el ejercicio que va a proporcionarte las mejores condiciones para practicar la atención frente a esas emociones. Y el espacio mental es el resultado de aplicar esto. El espacio mental no significa liberarse de todas las emociones, sino más bien existir en un lugar en el que te encuentres cómodo con cualquier emoción que se presente.
Del mismo modo en que no definimos los pensamientos como«buenos» o «malos», haremos lo mismo con los sentimientos.
Normalmente esa idea es contestada con la frase: «¿Pero qué estás diciendo? ¿Cómo puedes decirme que la ira no es mala? Acabo de gritarle a alguien, seguro que eso es algo malo. Me siento mal por haberlo hecho.Cuando estoy furioso me siento como si fuera a explotar. ¿Qué hay de“bueno” en la ira?».
Bueno, por supuesto las consecuencias de la ira son un asunto diferente, y es importante ejercitar el autocontrol, pero en el contexto de este ejercicio ayuda el hecho de mantener una mente abierta,una mente curiosa e interesada en la naturaleza de la emoción en sí misma,más que en etiquetarla simplemente como «buena» o «mala» a través de una experiencia pasada.
De otro modo, estaremos de nuevo envueltos en la vieja actitud de intentar alcanzar las emociones «positivas» y tratar de deshacernos de las «negativas». Solo tú mismo puedes decir lo bien que te ha ido hasta ahora abordando las cosas de ese modo.
Volvamos atrás, a la idea de la «sana curiosidad»: mirar, observar y darnos cuenta de lo que sucede en el cuerpo y en la mente mientras esas emociones vienen y se van. Recuerda que el objetivo aquí es alcanzar el espacio mental, una sensación de comodidad con cualquier emoción que se presente. Significa sentarse en la orilla de la carretera, viendo a las emociones pasar, no dejándose arrastrar por ellas por muy sugerentes que parezcan, ni tampoco huyendo de ellas porque nos den miedo. La técnica no consiste en impedir que las emociones surjan, del mismo modo que no consistía en impedir que los pensamientos o las ideas surgieran. Como los pensamientos, las emociones surgen de forma espontánea. Lo importante es cómo nos enfrentamos a ellas, cómo las respondemos.
Cuando abordamos las emociones a través de la meditación, no las estamos otorgando una mayor importancia (pues ya reciben demasiada atención); en lugar de eso, necesitamos encontrar un modo de relacionarnos con ellas de un modo más hábil. Necesitamos un modo de ser consciente de ellas, de experimentarlas, conocerlas y vivir con ellas,aunque sin estar nunca a su merced.
La atención plena y la meditación nos muestran la mejor forma de conseguirlo.
A un nivel intelectual, también podemos apreciar el valor de las denominadas «emociones negativas». A menudo oigo a personas decir que si no fuera por un periodo de su vida especialmente difícil, nunca hubieran seguido adelante y hecho las cosas que han hecho, e incluso que, si pudieran volver atrás y cambiarlo, no lo harían. Con el paso del tiempo y una mayor perspectiva, la experiencia de la emoción puede cobrar un aspecto muy diferente.
La naturaleza de la vida es que sucedan cosas. Y cuando sucedan puede ser bueno saber que estás equipado de la mejor forma posible para afrontar la situación.
Eso no significa que no experimentes el sentimiento, porque con toda seguridad lo harás. Pero lo que eso significa es que el modo en el que te relacionas con él te permitirá desprenderte de él más rápidamente y con mayor facilidad.
Ejercicio 5: Ser consciente de tus sentimientos
No siempre sabemos reconocer bien cómo nos sentimos. Normalmente eso sucede porque estamos distraídos con lo que estamos haciendo o lo que estamos pensando. Pero cuando comienzas a meditar, comienzas de forma inevitable a ser más consciente de cómo te sientes, de la variedad de los sentimientos, de la intensidad de los mismos, de la naturaleza testaruda de determinadas emociones, y de la naturaleza volátil de otras. Por ejemplo, ¿cómo te sientes ahora? Deja el libro durante un par de minutos y cierra tus ojos.
Puede ser útil antes de nada comprobar cómo se siente tu cuerpo, puesto que eso puede proporcionarte una clave acerca de la emoción subyacente. ¿Se siente pesado o ligero?¿Hay en él una sensación de tranquilidad o de intranquilidad? ¿Hay una sensación de constreñimiento o de amplitud? En lugar de lanzarte a responder rápidamente, aplica la idea de la «sana curiosidad» y tómate unos veinte o treinta segundos para responder a cada pregunta. Y ¿cómo sientes la respiración en el cuerpo? ¿Rápida o lenta, profunda o superficial? Sin tratar de cambiarla, tómate unos segundos para darte cuenta de cómo es.
Hacia el final del ejercicio probablemente tendrás una percepción mucho mejor de cómo te sientes emocionalmente.
Pero no te preocupes si no es así; se trata de algo perfectamente normal al principio y se volverá más obvio con la práctica.
Nota: Ruego me disculpeis por los espacios que se crean en los textos, pero esta pasado tan mal, que tengo que ir corrijiendo palabras mal traducidas y espacios que me son imposible de quitarlos, pero merece la pena leerlo.
Bendiciones de Luz Herman@s.
Noa Rosa.
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/

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