domingo, 5 de julio de 2020

TUS ZONAS SAGRADAS.- SEGUNDA PARTE: LAS CUATRO CLAVES DE ACCESO A LA CONCIENCIA SUPERIOR. DESTIERRE LA DUDA ( 1ª PARTE)


Destierre la duda
Las dudas son nuestros traidores
SHAKESPEARE

Me libré de mis dudas recordando que hay una razón válida para todolo que sucede.
En la primera parte de este libro he descrito las ideas y opiniones
que le han transmitido y que han influido en su vida. Muchas de estas ideas podrían ser ahora su realidad cotidiana, podrían definir lo que es posible y lo que es imposible en su existencia.
Le he instado a abandonar muchas de estas creencias y establecer
una nueva relación con la realidad que se base en lo que usted sabe que es verdad. Una vez conozca su verdad personal, su realidad quedará libre de dudas.
Puede que no crea que la duda tenga mucho efecto sobre su vida.
Pero parte del daño que crea radica en que se encuentra tan por completo integrada en su sistema de creencias que le resulta imposible pensar de ninguna otra forma. Al dudar de nuestros logros potenciales, proclamamos con certeza lo que es y lo que no es posible. Pero cuando se destierra la duda, llegamos a un conocimiento que conduce a soluciones creativas e inspiradas que van muchísimo más allá de lo que creíamos posible.

Con la duda usted es incapaz de recorrer con éxito el camino de su búsqueda sagrada y alcanzar su yo espiritual. Tiene que reconocer este obstáculo para alcanzar su conciencia superior. Necesitará trabajar en el destierro de la duda de su mundo interior. Cuando sea extirpada de sus pensamientos desaparecerá de su mundo exterior, y se hallará en un viaje interno y externo mucho más satisfactorio.
Andrew Cohén, en su delicioso y sencillo libro Enlightment Is a Secret: Teachings of Liberation {La iluminación es un secreto; enseñanzas de liberación), explica una manera de librarse de la duda:
P: No tengo claro cómo librarme de la duda.
R: Arrojándola de ti. Si vieras a tu hija jugando en la cocina, advirtieras que ha encontrado un frasco de veneno para ratas y que está a punto de bebérselo, ¿qué harías?
P: Se lo arrebataría de la mano.
R: Sí. Porque sabes lo peligroso que es. Cuando sepas lo peligrosa que es la duda, harás lo mismo. Una persona ignorante no se da cuenta de lo peligrosa que es la duda; por lo que se permite abandonarse a la duda, y al hacerlo destruye la posibilidad de despertar de verdad.
Cuando comience a desterrar la duda de su vida con esta primera
clave de acceso a la conciencia superior, recuerde este diálogo y lo sencillo que resulta.
La presencia de la duda puede impedirle despertar. Cuatro sencillas palabras describen por qué es así: como pienses, así serás. En efecto, nos convertimos en lo que pensamos durante todo el día. No permita que sus pensamientos y actos los dicte la duda.
Permitirse dudar es igual a tener un traidor a cargo del timón de
su vida. La duda es un traidor porque usa las limitaciones y los defectos para influir en el curso de su existencia. Recorrer el camino de su búsqueda sagrada, guiado por su yo superior, implica que debe desterrar la duda.
¿Puede imaginar su realidad si le hubiesen criado en un ambiente libre de dudas? ¿En qué sería diferente su vida si nunca hubiese oído «eso no puede hacerse», «eso es imposible», «acepta tus limitaciones»?
¿Y si le hubiesen alentado a usar la energía de su mente? Podría haber usado esa energía para explorar la capacidad de influir en otros seres, cosas, el tiempo atmosférico, su creatividad.
Puede que eso le suene un poco fantástico. Pero recuerde que está valorando lo posible y lo imposible con dudas, que de forma automática se deslizan hasta su mente cuando alguien sugiere algo que usted cree absurdo. Si hubiera sido lo bastante afortunado como para ser criado sin dudas, poseería un increíble sentido interior de su capacidad.

Nunca pronunciaría frases que reflejaran duda, como: «No tengo el talento suficiente», «eso no puede hacerse, sé realista», y «¿no sabes que existen límites para todo?». Libre de dudas, habría comprendido mucho más temprano que es una criatura divina. Habría conocido su capacidad interior para crear el mundo y abordar los males de la sociedad sin ninguna duda sobre su capacidad para crear utopías.
Sabría que la humanidad es fundamentalmente buena. De los defectos humanos no culparía a una incapacidad inherente o al diablo.
Sabría que la satisfacción de las exigencias del ego es la actividad que crea esos defectos.
El yo sagrado no conoce la duda. No tiene límites ni fronteras.
¿Cómo sería nuestro mundo si hubiésemos aprendido esto en la infancia?
Es hora de que sepamos que tenemos la responsabilidad de incorporar la búsqueda espiritual a nuestra vida y de introducir a nuestros hijos en este aspecto de la vida.
Yo les ofrezco a mis hijos oportunidades de aprender sobre su ilimitado interior mediante varios métodos. Por ejemplo, los invito a salir conmigo para «hacer nubes». Después de comer, a menudo nos llevamos una manta fuera, nos tendemos sobre ella y nos dedicamos a ello.
Los niños comienzan por crear la imagen interior de una forma que quieren ver en las nubes. Luego concentran su energía en una nube en particular, e intentan que adopte esa imagen interior. El vecindario se ha habituado a oír gritar a mis hijos: «Estoy haciendo una casa, papi.
Mira cómo se mueve mi nube. ¡Estoy moviéndola con la mente!».
Puede que muchos niños del vecindario piensen: «Esos Dyer están locos, ¿de verdad creen que pueden hacer que las nubes adquieran una forma?». Pero ¿por qué no deberían aprender los niños que por dentro de ellos fluye la misma inteligencia divina que mueve las nubes? Si está en todas las cosas, lo cual sabemos que es verdad, entonces está tanto en mis hijos como en las nubes. ¿Por qué no sentirse tan conectados con ella como para hacer sus propias formas de nubes? Nuestros hijos tienen muy pocas dudas, y este conocimiento interno les permite crear el mundo que quieren para sí mismos.
Usted hace lo mismo cuando se va a dormir. Entra en la experiencia de los sueños con una absoluta carencia de duda. De hecho, es incapaz de llevar la duda a ese ámbito. Es como si Dios tuviera una señal de «No se admiten dudas» a la entrada de los sueños.
En sueños, usted es capaz de hacer cualquier cosa que su mente pueda crear. Puede volar, visitar el pasado, proyectarse al futuro, conversar con quienes se marcharon hace mucho tiempo, ver a quienes han muerto y saber que están ahí con usted, saltar por encima de enormes árboles, respirar debajo del agua, crear docenas de personajes y llevar a cabo una interminable lista de otras actividades. Durante este tercio de su vida que pasa durmiendo, no tiene dudas... y por tanto carece de limitaciones.

Luego, cuando despierta, introduce instantáneamente al compañero (instante), la duda, de vuelta en su conciencia de vigilia.
Despierto, cree que esas cosas no son posibles en la vida diurna. La diferencia radica en que durante el sueño usted sabe qué puede hacer y lo hace; en sus momentos de vigilia cree que no puede, y no lo hace.

LO QUE SABE Y LO QUE CREE

Si es capaz de establecer una distinción entre lo que sabe y lo que
cree, reconocerá el papel crucial que juega la duda en su vida. La meta última de reconocerlo es transformar todas las creencias.
He aquí las principales distinciones entre lo que cree que es verdad y lo que sabe que es verdad.

• Las creencias se las transmiten. El saber procede de su interior. La totalidad de sus creencias le fue transmitida por personas que han entrado en su vida con este propósito. En el segundo capítulo he esbozado diez de estas creencias más comunes y hecho sugerencias para cambiarlas.
Ahora le pido que examine todas sus creencias. Cuando lo haga, piense en sí mismo como en una esponja que ha absorbido creencias de otros y luego las ha hecho propias.
A lo largo de toda su existencia ha estado sujeto a millares de creencias, que van desde de qué está hecha la Luna, pasando por cómo deben reaccionar las personas las unas ante las otras; o si los deportes tenían o no algún valor, el que la poesía es para afeminados, a qué velocidad pueden correr los seres humanos, cómo son sus vecinos, qué es capaz de lograr, o el que es con igual a su padre y al padre de éste. Hay una larga lista de cosas que cree de sí mismo, del mundo, de Dios, de sus potenciales, del destino del capitalismo y muchas otras. Estas creencias, que llegaron a usted desde el exterior, se convirtieron en su credo.
Sus conocimientos, sin embargo, llegaron a usted como resultado de haber decidido superar los límites fijados por una creencia. Nadie puede transmitirle un saber. Usted debe tener la experiencia por sí mismo.
Yo podría hablarle infinitamente de cómo montar en bicicleta, o
incluso de por qué es imposible hacerlo dadas las leyes de equilibrio y la relación aire/velocidad/viento. Usted podría tener una idea propía sobre este tema, pero sólo sabrá que es posible cuando monte una, se tambalee unas cuantas veces y lo experimente. Una vez que haya montado una bicicleta, nadie podrá, jamás, convencerle de que es imposible.
Todos sus conocimientos son así. Provienen de la experiencia, y por lo tanto existen en su interior libres de duda.

• Las creencias le decepcionarán en una crisis. El saber nunca le decepcionará.
Cuando usted cree en algo sin saberlo, hay una duda junto con la
creencia. La duda existe en alguna parte de las profundidades de su mente. Existe como un pensamiento al que en última instancia recurrirá cuando quiera poner esa creencia en práctica.
Recuerdo cuando creía que no podía zambullirme de espaldas en la piscina. Cada vez que me decía «esta vez puedo hacerlo», esa inoportuna duda emergía en el preciso momento en que intentaba zambullirme de espaldas. Me encontraba con que mi cuerpo giraba sobre sí en el último segundo. La diminuta duda unida a la creencia sobre mi capacidad era en lo que yo confiaba en el momento de la ejecución.
Si usted cree en algo basado sólo en lo que otros le han dicho que
es verdad, cuando aparezca una prueba importante, a menudo la creencia le decepcionará. Suponga que cree ser capaz de montar en motocicleta.
Si intenta escapar de una situación peligrosa aprovechando una
motocicleta que está por ahí, hay muchas probabilidades de que la duda unida a su creencia le impida escapar en esa motocicleta.
Lo que usted sabe nunca podrá decepcionarle. Jamás. Si tuviera una absoluta certeza sobre su capacidad para saltar sobre la motocicleta y alejarse a toda velocidad, ese saber le impulsaría para que se alejara sano y salvo. Porque un saber no presenta dudas internas, uno tiene una absoluta certidumbre sobre cuál es su posición. Esto es cierto en todo lo que uno experimenta, tanto física como metafísicamente.
Si usted tiene la creencia de que Dios estará a su lado en un momento difícil, y que cualquier sufrimiento que experimente es tan divino como cualquier júbilo que haya sentido, pero no lo sabe, se encontrará con que el dolor de su decepción se convertirá en una afirmación de que Dios no existe. Su creencia se hará trizas en un momento difícil. Eso se debe a que está usted intentando tener una visión de Dios que le ha sido transmitida desde el exterior, y está debilitada por la duda.

Saber de la existencia de Dios y sufrir como escribió William Blake en el siguiente poema, le sustraerán de las dificultades «sano y salvo»:

El hombre fue hecho por el Júbilo y la Aflicción.
Y cuando sabemos esto vamos por el mundo a salvo.
El Júbilo y la Aflicción han tejido una tela para el alma divina.
Los conocimientos nunca pueden decepcionarle porque están entretejidos en la trama de su ser. Si no puede dudar de lo que es, y sabe que es, entonces nunca se verá decepcionado. 
Quiero repetir que a las creencias siempre les acompaña la insidiosa duda, mientras que los conocimientos están libres de dichas contaminaciones.

• Sus creencias son ejercicios mentales. Sus conocimientos son ejercicios físicos.
Las creencias están emplazadas en el reino de lo mental, como los
pensamientos que uno alimenta de forma constante. Su comportamiento en el mundo se ve muy afectado por las limitaciones de esas creencias. Estas son estrictamente ejercicios mentales que uno practica de manera continuada hasta que se convierten en la realidad: es decir, una realidad basada en las dudas que van unidas a las creencias.
Usted podría creer que la gente no debería llevar joyas en la nariz, o que la gente que no asiste a la iglesia es perversa. Este tipo de creencias influirán en su conducta y harán que juzgue a otras personas (hasta que cambie sus creencias y quizá busque un aro para su nariz).
Sus conocimientos están emplazados en el dominio de lo físico, a
pesar de que se hayan originado en el mental. Cuando uno sabe algo, forma parte de la totalidad del ser, se origina en lo mental y reside en todo el ser.
Lo que se sabe con absoluta certeza —como la forma de bailar el
mambo, o de patinar sobre hielo, o nadar, o hacer el amor, o montar en bicicleta—, forma parte del ser. Reside tan en lo profundo de uno que está en las células de lo humano. Aquello que en otra época sólo creyó, porque le fue transmitido por alguna persona, ha sido ahora transferido a su saber. La totalidad de sus conocimientos de lo físico comenzaron como creencias y acabaron en esta certidumbre.

Incluso puede que tenga algunas creencias tan arraigadas que las
trate como conocimientos. Algunas de estas creencias que se han hecho fuertes en su interior podrían considerarse conocimientos, pero en realidad no lo son.
Por ejemplo, puede que usted crea que tiene talento para el arte,
pero en alguna parte profunda de su interior existe una diminuta pizca de duda respecto de si esto resultaría cierto. De modo similar, podría no creerse capaz de dominar un idioma extranjero; pero también tiene alguna duda respecto de si esto resultaría verdad de hallarse en una situación en la que su vida estuviese en juego.
Cuando uno sabe algo, se convierte en su realidad física, y actúa de forma constante. Cuando sólo se cree algo, tanto si es negativo como positivo, uno tiene una diminuta duda, y esa duda se convierte en realidad.
Las creencias son mentales. El saber es físico, aunque se origina
como creencia mental.

• Las creencias le limitan. Los conocimientos le confieren poder. Dado que las creencias le son impuestas, son obra de otros seres. Por lo tanto, sus propias creencias no tienen lugar en su vida cotidiana.
Esa siempre presente sombra de duda sobre si estas creencias son
ciertas para usted, aunque lo fueran para sus antepasados, tiende a imponerle limitaciones. Sus pensamientos crean su realidad. Cualquier pensamiento del que dude es una limitación.
Lo que sabe le confiere poder para ascender en los niveles de conciencia.
Cuando su corazón sabe que algo es correcto y usted sigue a su
corazón, progresa y crece. El conocimiento interno le permite dar el paso que habría evitado de haber escuchado su mente.
Louise Hay es un perfecto ejemplo de lo que estoy definiendo. Es
una mujer hermosa y sensible que ha escrito muchos libros formidables sobre curación, y es la editora de una colección de mis afirmaciones y recordatorios cotidianos titulada Everyday Wisdom (El camino de la perfección).*
Estábamos juntos en una transmisión nacional de televisión, cuando alguien llamó y le preguntó a Louise si había considerado algún método tradicional para tratarse un cáncer que había padecido ocho años antes. Louise le dio el tipo de respuesta que espero que usted sea capaz de cultivar cuando vea cómo el saber puede darle fuerza para ascender a niveles más elevados. Respondió: «En mi corazón sabía que no podía permitirles que me sometieran a radioterapia ni quimioterapia, ni que me cortaran un pecho... Sólo sabía que ése no podía ser mi método para enfrentarme con el cáncer. Mi conocimiento me condujo a otras alternativas, sobre las que he escrito, y en última instancia a la erradicación del cáncer de mi cuerpo. No estoy menospreciando ninguna otra forma de tratamiento, sólo sabía, en mi interior, que yo no podía ir en esa dirección.»
La clave aquí reside en el uso que le da a la palabra «sabía». No se trataba de que creyese en una terapia alternativa, sino que sabía que esos métodos tradicionales estaban en desacuerdo con quién era ella.
Consultó su saber. Ese saber le proporcionó fuerza e iluminación.
Cuando aprenda no sólo a abandonar las creencias sino a convertirlas en conocimientos, sólo tendrá ese saber interno para consultarlo cuando surjan las dificultades en su vida. Una mera creencia no es más que una nota mental pegada en su cuarto por su madre. Un saber está grabado en las células de su ser y por lo tanto vive en su interior, sin presencia de duda.

 Continuará...

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