martes, 7 de julio de 2020

TUS ZONAS SAGRADAS.- TERCERA PARTE: DEL ENGAÑO A LA VERDAD (Parte 1)


La verdad os hará libres
SAN JUAN, 8:32

Sé que me hago mas fuerte al intentar convertir en verdad mi propia realidad.
Las palabras de san Juan son enormemente significativas para mí.
Cada día me esfuerzo por que mi yo espiritual se haga con el timón de la nave que mi ego ha pilotado durante años. Cuando lo consigo, no sólo soy capaz de decir la verdad, sino de pensar la verdad y ser la verdad. Entonces siento júbilo y la plenitud de hallarme en mi camino espiritual.
La intención de este capítulo es ayudarle a llevar la verdad a su vida mediante la identificación de comportamientos y razonamientos que le mantienen apartado de la divina verdad. Un compromiso con la verdad es un paso gigantesco para dominar el ego, el cual se crece en el engaño y la falsedad.
En esencia, abrazar la verdad es darle la bienvenida a su yo espiritual y llegar a conocer a Dios. Todo lo que no sea auténtico le alejará.
Su ego trabaja con ahínco para convencerle de que está solo y de
que es mejor que los demás, y ya sabe que no le agrada que usted ame su existencia. Pero recuerde que se trata de su falso yo, carente de autenticidad. El engaño va a representar un importante papel en su vida cuando acepte a su ego como guía.
Por lo tanto, con el fin de abandonar su confianza en ese falso yo,
tendrá que establecer una nueva relación con la verdad. Le insto a que defina ese nuevo marco en el que incluya la verdad como compañera de tus pensamientos, de sus conversaciones y de su vida.

Supone un gran reto y tal vez le resulte difícil. Pero está garantizado que le conducirá a su yo espiritual. Comience por mirar con honradez y sin miedo su verdadero ser, ese que esconde bajo la superficie de oropeles con los que se ha revestido.

LA VERDAD BAJO LA SUPERFICIE

Su vida tiene un argumento, como lo tienen todos los que han vivido en este planeta. El argumento empieza con su concepción, continúa a lo largo de su infancia y sigue con todos sus éxitos y tribulaciones, hasta este preciso momento.
Su ego le dice que éste es su reino, su verdadera identidad, y que
por lo tanto debe hacer todo lo necesario para conseguir que sea un buen argumento. Pero usted ya sabe, por haber leído hasta este punto, que eso no es así.
Existe una voz divina en su interior que le susurra que ésta no es su morada definitiva y que las cosas que aquí se ofrecen son insatisfactorias para una parte de usted. Siente que su yo verdadero no valora la apariencia, ni las posesiones, ni los éxitos, ni la fuerza, ni el talento, porque llega un momento en que todas estas cosas se atrofian y desaparecen.
Sabe que bajo esta superficie hay una faceta eterna, y que para ella sólo la verdad bastará.
Es algo similar a lo que sabía Miguel Ángel cuando esculpió el David. Dijo que la estatua ya estaba dentro del bloque de mármol. Una parte de su vida artística la pasó apartando lo superfluo para revelar la creación de Dios. Intente imaginar su vida interior de esta manera.
Lo que existe en su interior no es una monstruosidad sobre la que
hace falta mentir. No hay nada imperfecto en usted que requiera que cree todo un mundo de engaño con el fin de hacerse valioso a ojos de los demás. Hay una presencia amante que reside dentro de usted. Es tan perfecta como el David de Miguel Ángel, y sólo quiere que usted le permita emerger.

SU EGO DESPRECIA LA VERDAD

He trabajado con mucho ahínco en esta cuestión de la verdad a lo
largo de mi vida. Durante una gran parte de ella, he mantenido sólo una relación muy casual con la verdad. Nunca tuve la intención de ser malicioso ni herir a nadie, pero adopté el amplio repertorio de engaños de mi ego. Esta relación casual con la verdad me impidió conocer mi yo superior.
Había aprendido a escuchar a mi ego siempre que resultaba conveniente para explicar mis propias debilidades e incapacidades. Si quería tener una aventura amorosa, me era más fácil explicarla como mi derecho a los placeres del momento. Mentir para proteger ese placer era sencillamente lo que mi ego dictaba. Y el ego era muy fuerte.
Un amigo me contó que una vez había llegado a casa a las cinco de la madrugada, todavía borracho después de una noche de juerga. Su esposa había echado la llave, así que volvió a marcharse de juerga, y por fin volvió a su casa a las ocho de la mañana. Le dijo a su esposa que se había quedado dormido en la hamaca del jardín durante toda la noche.
Cuando su esposa le dijo que habían quitado la hamaca hacía tres días, él, siguiendo los dictados de su ego, contestó: «Ésa es mi historia, y la mantengo».
Ése es el ego en acción, fomentando una identidad falsa con mentiras y engaños si es necesario para mantener la imagen.
Yo me encontré en la senda espiritual como resultado de una vocación más que como una elección consciente. Cuando esto sucedió, me di cuenta de que en lo profundo de mí mismo no me aceptaba como una criatura divina. Estaba a merced de mi falso yo, que me decía que protegiera una imagen ante el mundo y no quería que yo conociera a Dios ni la verdad encarnada en ese conocimiento. Consecuentemente, yo me engañaba a mí mismo para mantener ese falso yo.

De modo gradual, se volvió intolerable vivir con las mentiras, incluso con las pequeñas tergiversaciones. Al principio, la verdad aterrorizaba a mi ego. Luego, a medida que dominé mi ego, la verdad se transformó en una placentera sensación de libertad. La verdad nos hace libres, como nos dice san Juan en el Nuevo Testamento.
La verdad le hace libre porque ya no está centrado en sí mismo ni
preocupado por el tipo de imagen que está proyectando o protegiendo.
De hecho, usted ya no es de este mundo a pesar de hallarse en él. Usted se identifica con el mundo que hay más allá, con lo que es eterno.
He tenido muchas conversaciones sobre este tema con mi buen
amigo Stuart Wilde. Me ha dicho que le hicieron falta ocho años de esfuerzos para apartarse de las mentiras y vivir la verdad absoluta. Ocho años de esfuerzos y aprender a ser independiente de la opinión de otros.
Su ego no dejaba de decirle lo que otras personas creían más importante.
Esto significaba que él tenía que representar una obra, pues sentía que «ellos» lo querían así.
Yo hacía lo mismo. Las mentiras que yo creía pequeñas y veniales o exageraciones insignificantes eran obra del ego, que me recordaba de manera constante que necesitaba protegerme dándole al mundo lo que el ego decía que ese mundo quería. ¿Por qué? Porque en el fondo, según el ego, yo era monstruoso. Todo eso ha cambiado de forma espectacular desde que prometí a Dios que la verdad sería mi camino.

Mi experiencia de este cambio queda recogida por las palabras de
Stuart en Whispering Winds of Change (Los susurrantes vientos del cambio): A lo largo de los años, al aumentar tu energía espiritual, las mentiras pasan de constituir una parte de tu vida cotidiana a ser tristes necesidades, luego experiencias desagradables, cargas en extremo dolorosas para librarte de las cuales harás lo que sea. Si has emprendido la senda espiritual sabrás a qué me refiero... La trascendencia es en parte el proceso de pasar de la falsedad a lo real.
Confío en que al recorrer la senda de su búsqueda espiritual tendrá una experiencia similar. La transformación se producirá en usted al tiempo que será testigo de ella y hará balance de sus experiencias personales.
Comenzará a encontrar demasiado pesada incluso la más pequeña mentira. Entonces sabrá que su yo superior está venciendo al ego.

PASAR DE LA FALSEDAD A LA AUTENTICIDAD

Vemos y oímos mentiras en todo momento. Los medios de comunicación están llenos de anuncios que muestran toda clase de hechos y objetos que nada tienen que ver con la realidad. Según los anuncios, usted puede recobrar la juventud si conduce un determinado coche, encontrar amor si lleva la fragancia anunciada, cobrar nuevas energías si come ciertos cereales, y seducir si usa un desodorante en concreto.
Nuestro gobierno defiende su política con mentiras y gasta dinero que no tiene. Distorsiona las cifras del paro mediante declaraciones tergiversadas.
Los senadores estadounidenses nos dicen que no podemos tener
asistencia social porque el Estado no puede permitírselo, y sin embargo han aprobado para sí mismos atención médica total. Se supone que tenemos que creer que no hay dinero disponible para ayudar a los pobres y enfermos, y sin embargo financiamos guerras en lugares remotos.
Todos nos hemos habituado a las mentiras. Puede que incluso se
haya convencido de que contar mentiras merece la pena. Cuando se acoge a las mentiras, a la falsedad, el problema reside en que siempre necesitará más de lo mismo para mantener cubiertas las espaldas. Lo mismo es cierto en el caso de nuestra sociedad. Pero a medida que avancemos hacia unas bases más espirituales, las mentiras disminuirán, tanto en nuestro entorno como en nuestra vida.

Al principio, cuando uno deja de mentir, escuece. Es como un remedio sobre una herida abierta. Su voluntad de pensar, sentir y actuar de modo veraz dejará al descubierto algunas verrugas. Las verrugas son usted mismo. Los errores son usted mismo. No son únicos y no dicen nada desagradable de usted. El escozor se aliviará a medida que abandone la necesidad de engañar.
El ego sufrirá todas las ansiedades que quiera, pero usted se bañará en la cálida luz de la verdad.
Quiero compartir con usted una carta que recibí hace poco. Ilustra cómo la verdad puede entrar en su vida de maneras que no podría imaginar si consulta con su yo superior.

Querido doctor Dyer:
Apenas creo que esté escribiéndole esta carta. Acabo de comenzar
por segunda vez a leer su libro Tus zonas mágicas. Muchas de las ideas que hay en él ya las conocía, pero su obra ha despertado en mí —de hecho me empujó— el deseo de salir de mí misma y comenzar a hacer realidad algunos sueños. Le agradezco el trabajo que ha invertido en ese libro en beneficio de todos.
Le escribo con un propósito determinado. Tengo una pregunta.
Ahora bien, la verdad es que no creo que pueda prestar atención a todas las cartas que le llegan, pero si tiene una respuesta para mí estoy segura de que la obtendré.
Tras un par de semanas de poner en práctica algunos de los consejos de su libro —afirmarme a mí misma, afirmar mi vida, afirmar incluso mi propósito, e imaginar, imaginar con amor—, una noche, justo antes de dormirme, me llegó la idea de que la respuesta a mi anhelo, de que mi milagro llegaría en el correo del día siguiente. Este conocimiento era absoluto, y me dormí con una sensación de gran placidez. Ahora bien, soy una madre soltera con dos hijos; es un puro milagro que lleguemos a fin de mes, pero tenemos el sueño de ver un mundo en paz y yo tengo intención de cambiarlo.
A la mañana siguiente mi milagro llegó en el correo, un crédito
por valor de 7.500 dólares. Imagínese, mis preocupaciones económicas temporalmente solucionadas y la posibilidad de comprar lo necesario para comenzar una pequeña industria familiar. (Queremos fabricar ropa de niños y juguetes, todo con productos naturales y sólo de la región.)
Y allì estaba: el crédito necesario para hacer un catálogo. Sólo existía un problema: el crédito no era para mí. Había abierto por error una carta dirigida a un ocupante anterior del dúplex. Lo único que tenía que hacer era firmar con su nombre y enviarlo de vuelta.

Eso hice. Eché una firma falsa y cerré el sobre antes de tener tiempo para pensarlo. Me encaminé a la oficina de correos. No puedo expresar cómo me sentía al pensar en que nuestros sueños iban a hacerse realidad.
Y no creía que mi engaño fuera muy inmoral: después de todo, el
anterior ocupante nunca se enteraría y, por supuesto, yo pagaría los vencimientos.
Durante el viaje en autobús hacia correos, sin embargo, algo comenzó a bullir en mi mente. Mi conciencia, por supuesto, pero algo más. De alguna forma se me hizo muy claro que negarme a llevar a cabo este acto contrario a la honradez significaba que no sólo estaba haciendo lo correcto sino algo más profundo: enviarle un mensaje de confianza a mi subconsciente. Que yo no necesitaba realizar ese acto para llevar a cabo mi milagro, que podía confiar en mí misma para hacer lo que era necesario. Ahora bien, puede que esto no le parezca nada del otro mundo, doctor Dyer, ¡pero darme cuenta de que podía confiar en mí misma es para mí una victoria tan grande como lo fue llegar a la Luna! Rompí aquella venenosa carta y me marché a casa. Pasé el resto del día con una embriagadora sensación de victoria.

Pero ahora han pasado los días y comienzo a sentir una vaga duda.
Continúo imaginando cosas e intentando confiar, pero en ocasiones pienso que quizás aquel crédito era un regalo de Dios, y que debería haberlo aceptado. Doctor Dyer, ¿cree usted que hice lo correcto? De ser así, ¿puede ver en qué estoy equivocándome ahora?
Gracias por el tiempo, energía y esperanza que aporta para 
transformar el mundo.
Paz.
Rebecca ROBERTS
Saint Paul, Minnesota

Muchas veces, lo que creemos necesitar no es lo que Dios está intentando enseñarnos. Rebecca necesitaba conocer el valor de la verdad en su vida, y recibió ese mensaje al escuchar a su yo superior. En este caso, al guiarse por su yo espiritual, permitió que la verdad reinara en su vida.
Me sentí tan conmovido por su honradez y por las estrategias de su ego (sentimiento de culpa por haber sido tan estúpida, presentar la falta de honradez como voluntad de Dios), que hice las gestiones necesarias para que Rebecca obtuviera una línea de crédito libre de intereses.
Como ya sabemos, Dios sigue caminos misteriosos, pero el yo superior sabe cuándo no está siendo sincero. La revelación que Rebecca había tenido la noche anterior —que sus sueños recibirían respuesta en el correo del día siguiente— resultó ser cierta. Pero tuvo que pasar la prueba de la verdad antes de que su sueño fuera realidad.
El movimiento de pasar de la falsedad a la autenticidad comienza
por uno mismo. Usted —la presencia invisible que ha estudiado las cuatro claves de acceso a la memoria superior—, en el silencio de su ser, establece una nueva relación con la realidad.
Usted escucha la presencia amante que le dice que es una criatura divina y que no necesita ocultarse presentándose como algo diferente de lo que es. Se vuelve capaz de amar a cualquier persona incluso las que obran ocultándose, y no tiene que cambiar porque sabe que en lo profundo de usted está ese espacio unificado abierto a todas las posibilidades.
Reconoce su espiritualidad.
Por otra parte, al adquirir esta visión de usted mismo también adquiere conciencia de que usted no es su cuerpo físico. Ya no necesita mostrar nada más que su plácida divinidad ante los amigos, la familia, incluso ante los desconocidos. Ha realizado la transición de lo falso a lo cierto. Ha reconocido su espiritualidad y está dispuesto a perdonarse por todos y cada uno de los errores que ahora considera lecciones. Se ha instalado en la verdad.

Saber que ya no tiene que mentir para obtener la aprobación de
otros o para elevarse a ojos de los demás es la libertad que la verdad aporta. A Stuart le hicieron falta ocho años para llegar a ese punto. A mí me ha hecho falta más tiempo para entender el valor de la verdad en todas las circunstancias, pero ha llegado a mí gracias al satori.
Imagino que si Saulo de Tarso, un ladrón, un asesino, puede transformarse en un momento de revelación y convertirse en el apóstol san Pablo al dejar que entrara en él la verdad y vivirla, también Wayne Dyer puede admitir sus errores y vivir la verdad, y también puede hacerlo usted. Como dice Thomas Merton: «Tenemos que obrar con verdad dentro de nosotros mismos, antes de poder conocer una verdad que está fuera de nosotros».
Pasar de la falsedad a la verdad comienza por la verdad interior y
sigue con la vivencia diaria de la verdad. Al comenzar a vivir estas verdades, no sólo le da la vuelta a su propio mundo, sino que también aborda la transformación del mundo que le rodea. La verdad no sólo le hace libre a usted, también hará libre al mundo.
El ego del mundo no puede resistir la luz celestial de la verdad más de lo que puede resistirla su ego personal. Los engaños, las mentiras, el robo y los asesinatos que vea a su alrededor comenzarán a desaparecer cuando nos volvamos hacia el interior de nuestros yos y superemos el ego.
Las acciones contrarias a la paz y la verdad que crea el ego son numerosas.

En los párrafos siguientes encontrará algunas de sus manifestaciones más comunes.

Continúa...

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