martes, 7 de julio de 2020

TUS ZONAS SAGRADAS.- TERCERA PARTE: DE LO MALSANO A LA PUREZA


Hoy trabajaré con lo mas puro de mis intenciones en mayor beneficio de todos.
En el confucianismo hay un principio denominado Jen. Este principio se refiere a la creencia de que existe el bien, el bien puro, en el centro de nuestro ser, donde puede hallarse el yo o el espíritu. Todas las personas nos parecen buenas cuando son su verdadero yo. El principio de Jen da a entender que uno no puede evitar ser puro cuando es su verdadero yo. Las vidas se tornan malsanas cuando hacemos caso omiso de nuestro auténtico yo y escuchamos al falso yo.
Para permitir que el yo superior triunfe en este conflicto entre la
pureza y lo malsano, debe despojarse de cualquier idea de que en el fondo usted es un pecador. Es necesario que se dé cuenta de que la faceta central de su ser es pura, buena y hermosa. Tal como san Mateo lo expresa, con una gran perfección, esta pureza de corazón le permitirá conocer a Dios.
Por supuesto, lo contrario también es verdad. Si lleva una vida malsana, de pensamiento o acción, será incapaz de conocer el espíritu divino que hay dentro de usted, y el ego continuará dominando su vida interna y externa.
Los puros de corazón se distinguen por sus pensamientos y acciones. Su yo superior desea que tengas pensamientos puros y una conducta pura. Su ego se resiste con fuerza a la pureza y hace campaña en favor de lo malsano. Con el fin de combatir este conflicto, debe entender cómo puede reconocer qué tipo de vida lleva, y, si es necesario, mejorar.
PURIFICACIÓN DE SU PENSAMIENTO

Todo en lo que piensa acaba convirtiéndose en acción. Cuanto más 
consciente sea de cómo utiliza la mente, más capaz será de dejar atrás las formas malsanas de pensamiento. Cuando usted sabe que sus pensamientos acaban convirtiéndose en acción, se vuelve muy cuidadoso con respecto a lo que piensa porque empieza a ver que sus pensamientos pueden envenenar su vida.
La purificación de sus pensamientos es una variante del tema de la conciencia superior. Así que puede que le interese comenzar por repasar las claves de acceso a la conciencia superior que encontrará en la segunda parte. Las primeras tres —desterrar la duda, cultivar la condición de observador y acallar el diálogo interior— resultan esenciales para dominar el ego y empezar a reconocer y aceptar la pureza.
El pensamiento malsano es un hábito que nos hace utilizar la mente según interpreta el ego. Abandone el hábito de la interpretación constante y comience a vivir su vida libre de los comentarios del ego. Su voluntad de encararse con las formas en que ha estado pensando es el principio del proceso de purificación. Su capacidad para cesar de enjuiciar le permitirá alcanzar el terreno más elevado (allí donde se conoce la presencia de la energía divina), y experimentar la conciencia más rica que acompaña al triunfo de su yo superior.
Saber que usted puede escoger pensamientos menos malsanos es
un importante descubrimiento. Muchas personas nunca lo han descubierto.
En consecuencia, pasan la totalidad de sus vidas defendiendo la
idea de que sus pensamientos son inmutables. Usted, que se halla en la senda espiritual, sabe que no es así. Sabe que es algo más grande que sus pensamientos y más divino que el cuerpo en el que tienen lugar esos pensamientos.
Sus pensamientos y conducta son hábitos resultantes de la experiencia de su vida, incluidas las creencias que ha aceptado de todas las personas bien intencionadas que le formaron. Para purificar su pensamiento y hacer que su mente funcione exactamente como quiere que lo haga, debe estar dispuesto a examinar estos hábitos de pensamiento.
Entonces comenzará el proceso purificador y verá el acceso hacia su yo espiritual.

Libérese de los prejuicios
La palabra «prejuicio» pertenece a la misma familia que prejuzgar.
Fomentamos el pensamiento malsano siempre que nos permitimos enjuiciar.
Y cuando juzgamos por anticipado, nuestros pensamientos son
todavía más malsanos.
Cuando estaba haciendo las investigaciones para otro de mis libros, La felicidad de nuestros hijos * me sentí intrigado por los datos que indicaban que los niños a los que se les enseñaba a creer, sin cuestionamientos, en lo que decían las autoridades, eran los niños que más prejuicios presentaban. Esta conclusión resulta comprensible cuando uno se da cuenta de que prejuzgar a los demás basándose sólo en lo que han dicho otras personas, impide el desarrollo de una mente propia.
El prejuicio procede de tratar a la mente como un espacio para los pensamientos y creencias de otros. El aprendizaje de cómo ocupar su mente con interpretaciones personales, aunque sea durante un momento, le permite conocerse a sí mismo y conocer a los demás a través de su yo espiritual. Cuando su mente está ocupada por los prejuicios, el ego es el dueño de la casa.
Prejuzgar es una forma de interpretar los motivos y comportamientos de los otros de acuerdo con los criterios establecidos por el ego. No es algo que quede limitado a los antagonismos raciales, sociales y religiosos que hemos llegado a asociar con la palabra «prejuicio». Siempre que usted define a los miembros de una generación diferente de la suya como inferiores, estrafalarios o anticuados, usted está prejuzgando.
Para liberarse del hábito de enjuiciar, dictado por el ego, haga un
inventario de sus pensamientos y lleve la cuenta de cuánta de su energía interior está dedicada a prejuzgar a los demás. Pregúntese si está dispuesto a continuar alquilando su mente para que la ocupen los pensamientos de otros.
El antídoto para los pensamientos malsanos es desactivar al ego y
escuchar al yo superior. Comenzará a saber que nadie de este planeta es superior ni especial a ojos de Dios, del mismo modo que nadie deja de ser especial.
La purificación de sus pensamientos, en realidad, no es nada más
que ver la plenitud de Dios en todas las personas. En el momento en que sienta que un prejuicio penetra en su mente, reemplácelo por el pensamiento de que no quiere envenenar su mente. Adopte el papel de observador y vea la presencia amante dentro de todo. El sagrado saludo sánscrito «Ñamaste» es un recordatorio de este tipo de pensamiento.
Haciendo una traducción aproximada, significa: «Celebro el lugar que hay dentro de ti en el que los dos somos uno».
La purificación de sus pensamientos, por lo que hace a los prejuicios, tiene lugar cuando usted está dispuesto a reconocer las incontables creencias que ha recibido de otras personas, y cuando quiere estar en relación con los pensamientos puros que emanan de su yo espiritual.
En ese momento está dispuesto a iniciar la ruptura con el hábito de prejuzgar y reemplazarlo por la idea contenida en el saludo sánscrito: Namaste.

Libérese de su libido
Su yo superior le insta a considerar a una persona del otro sexo
como un alma que tiene un cuerpo. Su ego, no obstante, está decidido a que la vea como un cuerpo.
Su libido representa los impulsos básicos biológicos y los deseos sexuales.
Son realidades vitales y no debe mirárselas con desprecio ni escarnio.
Sin embargo, cuando la libido se convierte en quien controla su
mente, sus pensamientos pueden volverse malsanos y apartarse del júbilo y armonía que le ofrece su yo espiritual. Para purificar su pensamiento en este aspecto, tendrá que examinar con cuidado todo lo que ha aprendido sobre su naturaleza sexual, comenzando por la infancia.
Cuando yo examino las creencias referentes a la sexualidad masculina con las que crecí, me doy cuenta de que estuve expuesto a una manera de pensar malsana que, de modo inevitable, interfirió en mi desarrollo espiritual. Películas, revistas, canciones, publicidad y varones adultos enviaban mensajes que me enseñaban a relacionarme con una chica como si fuera sólo un cuerpo. La meta era la conquista de su cuerpo. El sexo era el penúltimo objetivo de mi misión en la Tierra.
Éste es el tipo de aprendizaje al que he hecho referencia a lo largo de todo este libro: afecta al proceso y la función del pensamiento. Nuestros pensamientos han sido conformados para concentrarse en la conquista sexual. Cada vez que nos encontramos con un atractivo miembro del sexo opuesto, nuestros pensamientos comienzan a girar en torno a los mensajes de nuestra libido.
La razón por la que este tipo de pensamiento se vuelve malsano es
que consume toda nuestra energía mental en la actividad de examinar y considerar a las personas como cuerpos en lugar de como seres espirituales.
Nuestras mentes quedan absortas en la falsa idea de que nuestra
dignidad y valor como seres humanos está de alguna forma conectada con las conquistas que coleccionamos y exhibimos para obtener la aprobación de otros miembros de nuestro sexo.
Las relaciones con el sexo opuesto se centran de forma exclusiva en la apariencia y la belleza exterior. Para los hombres, a menudo el tamaño de los pechos tiene más importancia que el establecimiento de una conexión espiritual. Tener relaciones sexuales se transforma en un sustituto del intercambio de amor y del ser compañeros espirituales. También las mujeres hacen juicios de valor con respecto a la apariencia de otros hombres y mujeres. Todo el potencial para conocer el júbilo que nos ofrece nuestro yo superior espiritual queda desterrado de la conciencia en favor de las apariencias.
Darme cuenta de esto ha sido algo significativo para mí, adquirí
conciencia de mi capacidad para permitir que mi yo superior fuera la energía a la que yo respondiera. Me he encontrado con que mi temprana formación como varón dominado por el ego estaba extremadamente arraigada y nada fácil de obviar.
Cuando usted está motivado por la libido, sus pensamientos se ven abrumados por ella durante casi todo el tiempo. Su mundo interior está casi exclusivamente orientado a pensamientos sexuales y evaluaciones basadas en las apariencias. Cambiar su pensamiento en este aspecto no significa convertirse en un puritano o un asexual.
Lo que hará será liberarse para ver la belleza interior que hay dentro de todos y cada uno de nosotros. También se dará cuenta de que toda apariencia física es pasajera y que sufre constantes cambios. Si mide su propio aprecio por la apariencia física, ¿adonde irá a parar su aprecio cuando esas características físicas comiencen a cambiar, como están destinadas a hacerlo?

No hay ninguna recompensa interior en la conquista, a pesar de
que puedan haberle dicho lo contrario. No hay ninguna recompensa interna en una conquista, aunque sienta que sí la hay cuando habla largo y tendido sobre ella con sus amigos, los cuales han recibido la misma formación. Cuando la conquista se ha visto coronada por el éxito, existe una sensación de vacío y un poderoso deseo de desaparecer tan rápido como sea posible.
La unión sexual que está libre de la idea de conquista y se halla
centrada en el yo espiritual no le deja con una sensación de vacío ni con un deseo de desaparecer. Ambos querrán estar cerca el uno del otro cuando el acto físico haya concluido. No existe sensación de vacío cuando hay una relación espiritual.
Liberarse de la libido en este sentido tiene lugar cuando purifica
sus pensamientos referentes a los otros así como a usted mismo. Realice un esfuerzo deliberado y consciente para cambiar el malsano pensamiento basado en la libido. Hágalo con un pensamiento por vez. Se encontrará creando la paz interior que proviene de conocer a su yo superior.
Recuerde, Dios no tiene favoritos. En realidad, nadie es más guapo ni más hermoso que otro. La única diferencia existente entre una flor y una hierba proviene del juicio. Los enjuiciamientos basados en el ego le convencen de que la apariencia física y la conquista sexual de las personas juzgadas como más atractivas son de vital importancia. Tenga presente que todo pensamiento o enjuiciamiento referente a los demás como objetos sexuales es un pensamiento que le mantiene apartado de su yo superior y cerca de la dominación del ego.

Si usted es una mujer, tenga cuidado de no permitir que su ego le
convenza de que está por encima de estos pensamientos. Aquí he usado sólo ejemplos masculinos debido a que conozco mejor a los varones.
He observado a mujeres que hacían enjuiciamientos sobre la apariencia de otros hombres y mujeres, y que usaban insinuaciones y modos de conversación impúdicos similares.
Para purificar nuestros pensamientos por lo que hace a la libido,
debemos comprometernos a llevar la cuenta de todos los juicios que hacemos con independencia de nuestro sexo, estado civil o edad. En la parte final de este capítulo presento algunas sugerencias sobre cómo llevarlo a cabo.

Libérese del pensamiento adictivo
La sucinta definición de pensamiento adictivo es la creencia de que usted ha de tener algo externo a sí mismo con el fin de evitar el sufrimiento.
Cuando sus pensamientos se hallan centrados en la absoluta
necesidad de tener algo, están siendo sometidos al ego. Recuerde, el ego quiere que sienta que está incompleto, de manera que pueda mantenerle luchando por algo en lugar de permitir que mire en su interior y conozca la paz y la armonía de su yo espiritual.
Mientras sus pensamientos se hallen centrados en que usted está
incompleto, necesitará luchar por algo más para tener satisfecho a su ego. El algo más podrían ser las adicciones típicas como el alcohol, las drogas, los azúcares, las cafeínas y demás. O podríamos ser adictos a la aprobación, el dinero u otros símbolos de éxito. La clave aquí reside en entender que luchar por cosas es indicativo de que su ego está funcionando.
Cuando traba conocimiento con su yo superior, descubre que todos los placeres que las adicciones le proporcionan son falsos y fugaces. Los placeres que ofrece cualquier sustancia —desde la nicotina y la cafeína a la cocaína y la heroína—, los experimenta el cuerpo como sensaciones que desaparecen casi de inmediato. Cuando la exigencia de volver a esa sustancia se transforma en una adicción, usted está en la senda de acabar envenenando tanto su cuerpo como su mente.
En todos los casos, es necesario que examine sus pensamientos adictivos.
La práctica totalidad de las tradiciones espirituales enseñan que
su yo superior es Dios, que habita en usted. Cuando conoce ese poder que hay en su interior, ya no piensa más en que ha de tener algo o tiene que hacer algo con respecto a las necesidades externas. En el cristianismo, se hace referencia a este conocimiento:
«.. .porque he aquí que el reino de Dios está dentro de vosotros». En el confucianismo se nos dice: «Lo que un hombre no evolucionado busca está fuera. Lo que el hombre evolucionado busca está dentro de él mismo». En el budismo se nos recuerda:
«Si piensas que la Ley está fuera de ti mismo, no estás abrazando
la Ley absoluta sino alguna otra enseñanza inferior». En el sintoísmo se nos implora: «No busques a Dios en distantes cielos. En el propio corazón del hombre se encuentra Él». Y para concluir, en el hinduismo se nos dice: «Dios mora escondido en los corazones de todos».

Si examina cada una de estas tradiciones espirituales y muchas otras, verá que el pensamiento adictivo es aquel que vulnera los principios básicos de su yo espiritual. Dentro de cada uno de nosotros existe un poder divino que no necesita sustancia alguna ni nada externo para conocer el júbilo (a menos que busque una falsificación, un júbilo fugaz que requiera más y más para permanecer saciado).
El hombre evolucionado al que hace referencia Confucio es la persona que ha mirado hacia su propio interior, descubierto que hay algo más que un cuerpo que codicia cosas y, por lo tanto, es capaz de ser observador de su cuerpo. Cuando se desprende de la creencia de que su cuerpo es usted, también se desprende de las exigencias que su falso yo le impone.
Para liberarse de cualquier pensamiento adictivo, descubrirá que
resulta necesario liberarse de las exigencias del ego. Guarde silencio y transfórmese en el observador de su cuerpo y de sus ansias en lugar de ser el ansia o el veneno. Entonces será capaz de ver la luz celestial de Dios, que le dará la fuerza necesaria para abandonar los pensamientos adictivos.
Al contemplar las ansias, puede verlas cómo llegan y se van. Sabe
que el falso yo se debilita al mismo tiempo que continúa susurrándole intermitentes advertencias respecto de abrazar el «rollo espiritual», y le sugiere que usted se merece el júbilo ahora. Eso forma parte del pensamiento condicionado del ego, que le dice que sin algo externo se le negará el júbilo y el placer.
Para liberarse de este pensamiento, necesita abandonar de momento a su ego y solazarse con el recién hallado júbilo logrado por su fuerza de resistencia. Invoque a su yo superior y trabe una conversación con Dios en la que supere ese problema.
Cuando usted comienza a resistirse a la dominación y exigencias
del comportamiento adictivo del ego, conocerá un júbilo muy superior y más duradero que el que puedan proporcionarle cualquier sustancia o aprobación externa. Conocerá el pensamiento puro en lugar del malsano, tal vez por primera vez en su vida.
Libérese del espíritu de contradicción El pensamiento malsano es el que ve lo malo en lugar de lo bueno que hay en el mundo. También aquí trabaja su ego, alentándole a evitar todo lo que le diga que éste es un lugar divino. Una vez que comienza a ver lo bueno que hay en todo y a saber que incluso aquello que ninguno de nosotros puede entender es, de alguna misteriosa forma, parte del plan de Dios, su ego se marchitará y perderá su influencia sobre usted.
Cuando su pensamiento es puro usted empieza a comprender el
mundo de una nueva forma. Los hechos del mundo no son lo que le deprime; es la forma en que los interpreta. Abandone la necesidad de interpretar.
El pensamiento malsano le dice que usted tiene que convertir algo en un problema a fin de que el ego pueda acabar teniendo razón. Si las cosas no van de la manera que su ego piensa que deberían ir, usted tiene una razón para estar molesto. Esto crea desasosiego, el objetivo del ego.
Si está agotado interiormente, resulta improbable que adopte un punto de vista sosegado.
Las irritaciones menores pueden impedirle experimentar la paz de Dios, y lo harán, con tanta seguridad como lo harán el enojo y el odio.
Cada vez que usted valora algo por encima de la paz, puede estar seguro de que su ego está ejerciendo su influencia sobre usted.
Si quiere conocer la felicidad suprema, tiene que desterrar el espíritu de contradicción de su vida. Debe abandonar la interpretación de las personas y hechos y dejar atrás la negatividad y el pesimismo. Víctor Hugo escribió una vez: «La felicidad suprema de la vida es la convicción de que somos amados; amados por nosotros mismos, o más bien a pesar de nosotros mismos».
Cuando uno es negativo y tiene espíritu de contradicción, envía
mensajes que dicen que no está interesado en que le amen. La negatividad devolverá más de lo mismo. Cuando usted realiza el giro hacia su yo superior, cuando experimenta el júbilo dentro de sí, el ego se aparta a un lado, aunque con reticencia, y se encamina hacia maneras positivas, amorosas, de vivir la vida. Usted sabe que su yo superior le traerá la felicidad suprema a la que aludió Víctor Hugo.

A veces pienso en mí mismo como una especie de paranoide pero al revés. Las personas paranoides creen que el mundo y todos sus habitantes se proponen hacerles daño. Yo pienso en los paranoides al revés como personas que creen que el mundo y todas las personas que viven en él se proponen ayudarles, protegerles y hacerles algún bien.
Esto no es más que un cambio de actitud que nos asegura la presencia divina. Nuestro yo superior nos recuerda que mantengamos nuestros pensamientos al servicio de los demás, y de esa forma alcancemos la satisfacción de nuestros deseos. Todas las personas con las que se encuentra —de alguna manera no demostrada pero evidente—, forman parte de la conspiración destinada a hacer su vida espiritualmente placentera.
Trate de pensar en usted mismo como paranoide al revés. Verá que el espíritu de contradicción y todos los trucos del ego desaparecen para ser reemplazados por su yo espiritual, que le traerá el amor, la experiencia suprema de la felicidad.

Libérese del pensamiento comparativo
Resulta corriente oír a la gente hablar de que cada uno es único.
Nuestros egos querrían hacernos creer que cada uno de nosotros es especial, una creación única en su género que merece atención individualizada por parte de todo el mundo, incluido Dios. Es decir, hemos de describir esta idea como una interpretación superficial de nosotros mismos. En la superficie —es decir, cuando juzgamos por la apariencia física, la capacidad, los compartimientos y la personalidad—, cada persona es única y, en efecto, bastante especial. Pero el punto central de este libro es la dimensión espiritual que hay más allá de la superficie.
La persona dirigida por el ego juzga por las apariencias en el plano físico, y en consecuencia se sirve de comparaciones. La persona cuyo punto de apoyo es su identidad superior sabe que todas estas diferencias son meras observaciones superficiales y que en nuestro núcleo todos compartimos la misma esencia universal. La energía que fluye a través de usted está fluyendo también a través .de mí. No existe un Dios separado para cada uno de nosotros. Es nuestro ego quien nos convence de que estamos separados los unos de los otros.
Cuando usted comienza a ver a las personas en función de su esencia divina, y ve la esencia de Dios en cada persona con la que se encuentra, deja de comparar. La idea de que otras personas deben ser juzgadas basándose en relación con usted es equivalente a la idea de que usted es especial a ojos de Dios. Es como si creyera que las creaciones de Dios, que son diferentes de usted en apariencia, personalidad, intereses y capacidad, son errores.
¿Pero cómo es posible que pueda haber un error de creación cuando éste es un sistema inteligente? ¿Cómo puede un Dios divino, omnisciente, cometer un error?
A medida que su pensamiento se hace más puro, comienza a ver las conexiones que nos unen a todos en algo muchísimo más significativo que las apariencias. Que piense en sí mismo como superior a otra persona, o con más inteligencia, o más hermoso, significa que el ego está consiguiendo que niegue su espíritu interior, el cual se halla conectado con aquellos a quienes está juzgando.
No tiene sentido sentirse superior ni compararse con las demás personas cuando se actúa desde el yo espiritual. Todos los seres, incluido usted mismo, son una expresión de Dios.
El pensamiento comparativo es popular en nuestra cultura. Los concursos de belleza, los anuncios publicitarios, las competiciones de bodybuilding y las oposiciones, son sólo algunas de las maneras de manifestarse que tiene el pensamiento comparativo. Está claro que el mensaje es que algunos de nosotros somos más hermosos o estamos mejor dotados que otros, y por tanto se nos juzga como superiores.
No estoy sugiriendo que estos factores externos sean inexistentes.
En efecto, algunas personas corren más rápido, calculan a mayor velocidad y tienen más masa corporal que otras. Pero usar estos factores que se transmiten por vía genética, como indicadores de cómo debemos pensar, equivale a ceder ante el ego, el cual hace hincapié en las apariencias.
Repare en las diferencias y disfrute de las competiciones, pero sepa en su corazón que no necesita juzgar a los demás basándose en sus diferencias físicas.
Cuando haya purificado su pensamiento, mirará más allá de esas
diferencias obvias que pueden medirse en el plano físico. Reparará en ellas, las disfrutará, competirá contra ellas, si quiere. Pero nunca utilizará su pensamiento para juzgar a nadie como superior basándose en las características física y las realizaciones. Sus pensamientos permanecerán siempre con el yo superior, que le dice que todos tenemos la misma esencia.

Las siguientes palabras se atribuyen a Buda: «Sé una lámpara en ti 
mismo. Mantèn la verdad en tu interior». Recuerde esta verdad, y su pensamiento permanecerá puro. Cuando escuche este consejo, los pensamientos comparativos ya no envenenarán su vida. La obra A Course in Miracles le ofrece otra forma de recordar esto: «No veas a nadie como un cuerpo. Recíbele como al hijo de Dios que es, y reconoce que es uno contigo en Dios».

PURIFICACIÓN DE SUS EMOCIONES

Las emociones son reacciones ante los pensamientos. Estas sensaciones aparecen en su cuerpo y provienen de cómo utilice su mente. Las emociones no son cosas que sencillamente suceden; son elecciones que usted hace.
Si su cuerpo se ve atormentado por respuestas emocionales malsanas como sentimiento de culpa, enojo, preocupación, miedo, timidez y ansiedad, tiene que examinar el proceso de pensamiento que da soporte a dichas sensaciones. Las reacciones fisiológicas ante estas emociones incluyen alta presión sanguínea, rubor, aceleración respiratoria, aumento del ritmo cardíaco, sensación de tener un nudo en el estómago, úlcera, erupciones y la tendencia a morderse las uñas, entre otras.
Puede identificar sus emociones en el plano físico mediante la observación.
Pero también tiene que saber que el sistema de soporte de estas
reacciones es su elección de pensamientos. Si está entregado a los pensamientos malsanos estará produciendo respuestas emocionales malsanas que provocarán en su cuerpo un estado de ansiedad y desasosiego.
La verdad es que usted es por completo responsable de lo que piensa.
Mediante la puesta en práctica de las cuatro claves de acceso a la
conciencia superior presentadas en la segunda parte de este libro, comenzará a ver sus pensamientos como elecciones. El mundo no gobierna su mente, ni tampoco su cuerpo gobierna sus pensamientos. Es al revés. Quien está al mando es el cerebro, puro, y que está en paz.
A los pensamientos malsanos —como los prejuicios, los pensamientos libidinosos, el espíritu de contradicción, los pensamientos adictivos y los comparativos— puede observárselos y luego dejarlos marchar.
Sencillamente obsérvelos llegar y luego decida no centrarse nunca más en ellos.
Esta sencilla fórmula es el secreto para crear en su cuerpo reacciones emocionales que manen del amor, la aceptación, la paz, la tolerancia, la comprensión, la bondad y el perdón. Estos pensamientos de pureza, dictados por su yo superior, provocarán las reacciones emocionales del contento, la homeostasis, el equilibrio, el júbilo y la calma. Por lo tanto, para purificar sus emociones, usted tiene que purificar sus pensamientos y luego observar mientras les da la vuelta a esas antiguas reacciones emocionales malsanas a las que se ha acostumbrado llamar herencia.
Hubo una época en la que yo esperaba recibir reconocimiento
cuando hacía un regalo. Si no recibía el agradecimiento que esperaba, me sentía molesto y acusaba interiormente al ingrato destinatario. Podía advertir los cambios corporales que provocaban mis pensamientos.
En la actualidad, escucho a mi yo superior, y soy capaz de dar de
forma anónima. Mi yo superior me hace dar por la sola razón del deseo de ayudar. Ya no doy para recibir algo a cambio. Mis pensamientos a este respecto están purificados, y por lo tanto todas las reacciones emocionales de enojo y frustración han sido reemplazadas por una sensación de equilibrio y bienestar.
De modo similar, he extirpado la dolorosa reacción emocional de
los celos. En lugar de permitir que mi ego esté' al mando, me vuelvo hacia mi yo superior en busca de guía. Ya no me digo a mí mismo que debería sentirme desairado cuando alguien obtiene más de lo que yo tengo. Consulto a mí yo superior y observo mis pensamientos en silencio.
Desde ese lugar estratégico, veo que el amor es lo que puedo enviarles a todos aquellos que están en este planeta conmigo, independientemente de las apariencias o diferencias externas.
Tenga presente que el ego es una pequeña parte de usted mismo, la cual ha asumido el mando en su intento de protegerle con su falsa idea de que usted es sólo un cuerpo. A partir de esta imagen
incompleta de su totalidad, el ego fomenta reacciones emocionales malsanas así como comportamientos del mismo jaez.
Mientras avance por el sendero de su yo espiritual, tenga presente
estas palabras de mi maestro Nisargadatta Maharaj: Cuando sabes más allá de toda duda que la vida fluye a través de todo lo que existe y que tú eres esa vida, lo amarás todo de manera natural  y espontánea. Cuando te das cuenta de la profundidad y plenitud del amor de ti mismo, sabes que todos los seres vivos y el universo entero están incluidos en tu afecto. Pero cuando miras cualquier cosa como algo separado de ti, no puedes amarlo porque le tienes miedo. La alienación provoca miedo y el miedo hace más profunda la alienación.
Esta alienación a la que se refiere Maharaj aparece como el estrés y las reacciones físicas que llamamos emociones malsanas. Memorizar este pasaje del libro / Am That le ayudará a volverse hacia la pureza emocional. De ello obtendrá un comportamiento nuevo y puro.

PURIFICACIÓN DE SU COMPORTAMIENTO

Su comportamiento en el plano físico fluye directamente de sus
pensamientos y emociones. Como nos recuerda Emerson: «El antepasado de toda acción es un pensamiento». Es obvio que el pensamiento venenoso conduce a un comportamiento malsano. Para purificar su comportamiento, tiene que frenar sus pensamientos malsanos.
Si lo malsano tiene una larga duración, ello ayuda al desarrollo de comportamientos adictivos. Independientemente de cuántos programas de tratamiento siga, si va a librarse de un comportamiento adictivo tendrá que hacerlo por su propia cuenta. Nadie más puede hacerlo por usted. Ningún programa puede hacerlo por usted. Ningún elixir mágico va a conseguirlo. Sólo usted, con su pensamiento, puede cambiar los comportamientos adictivos que ha escogido a instancias de su falso ego.
La manera más eficaz de librarse de un comportamiento adictivo es acudir directamente a su yo superior y pasarle el problema a Dios. Eso es. Limítese a pasárselo. Entrèguese, con el conocimiento de que la energía más elevada del universo está dentro de usted.
Me encanta este pasaje del libro A Course in Miracles: «Me contento con ser lo que Él quiera, porque sé que Él va allí conmigo. Seré sanado cuando le permita, a Él, que me enseñe a sanar», Cuando se entregue a la fuerza más elevada y entre en el silencio de usted mismo, experimentará todo eso sobre lo que he escrito en este libro. Sentirá que ya no tiene que confiar en su falso yo para obtener ninguna satisfacción pasajera. Sentirá la presencia de su yo espiritual en todo momento. Las tentaciones de volver a los hábitos adictivos se verán disipadas por su nueva capacidad para entregarse y su voluntad de ayudar a sanar a otras personas.
Incluso una recaída será parte del orden divino, usted sabrá que
llegará el momento en el que se verá por completo libre de la adicción, siempre y cuando permanezca con el pensamiento purificado.
Sus pensamientos son lo más importante que tiene a su disposición en la batalla de acabar con el comportamiento adictivo. Sus pensamientos se hallan en el reino invisible donde se encuentra su yo superior.
Su yo falso continuará instándole a aceptar el placer fugaz. Pero al utilizar sus pensamientos para confiar en el espíritu que le habita, el impacto de su ego disminuirá.
Su yo superior le guiará para purificar su comportamiento adictivo, y se le proporcionará ayuda si mantiene la continuidad de su compromiso.
Las personas que le suministran el veneno que toma serán incapaces de llegar hasta usted. La llamada telefónica a su suministrador habitual no recibirá respuesta. Su suministrador no estará disponible.
Le llamarán para que haga algo fuera de la ciudad, o le desviarán, o surgirán de repente otras actividades justo en el momento en que estaba a punto de tener un momento de debilidad. El universo conspirará para ayudarle en su compromiso de purificarse cuando voluntaria y auténticamente le pase su problema al yo superior.
Por último, volverá los ojos con incredulidad hacia sus comportamientos adictivos y se preguntará cómo pudo haber sido tan estúpido.
No obstante, su yo superior le recordará que formaba parte del designio divino. Tuvo que pasar por todas esas experiencias con el fin de saber cómo superarlas. Llegará un momento en el que estará agradecido por su pasado adictivo, y dará cada día las gracias por el surgimiento de su yo superior. Habrá dominado su ego mediante unos pensamientos, emociones y comportamientos purificadores.
Cuando comience a darse cuenta de cómo todo trabaja a la par para ayudarle a purificar su vida, verá que cada aspecto de su vida mejora.
De inmediato empezará a llevar una vida más sana. Cuando sus pensamientos provengan del reino espiritual, el reino físico responderá automáticamente a esa llamada superior.
Este cambio a un comportamiento nuevo y más puro no es una
transición difícil. Un oyente de una de mis conferencias me explicó hace poco que él anhelaba convertirse en una persona más espiritual, con un corazón puro, pero que le resultaba muy difícil. Yo le dije que era necesario que reconociera que eso era obra de su falso yo, que intentaba convencerle de que era difícil, con el fin de que no realizara el esfuerzo necesario.
Cuando usted escucha a su ego y se deja convencer de que es demasiado difícil deshacerse de los hábitos malsanos, usted está bajo el control de ese falso yo. El hecho es que cuando le pasa esos hábitos a Dios y se entrega y le escucha, y luego recurre a las cuatro claves de acceso a la conciencia superior, todo comienza a sincronizarse para purificar su vida. Si se siente convencido, si no le cabe duda de que es difícil, está escuchando a su ego. Si sabe que no se encuentra solo y que es capaz de cualquier cosa que pueda concebir, entonces está escuchando a su yo superior.
El hábito de practicar comportamientos destructivos va mucho más allá del consumo de sustancias. El comportamiento malsano, que dificulta las relaciones espirituales, también puede purificarse mediante la entrega de su hábito en manos de su yo superior.
Su yo superior quiere que tenga paz y amor en su existencia, no
agitación. Su yo superior sabe que anhela una relación espiritual, un lugar en el que sienta serenidad en lugar de inquietud.
Cualquier comportamiento que sea malsano será purificado mediante la confianza en el espíritu que le habita. Al apartar los pensamientos de la influencia del ego, sus reacciones emocionales y su conducta también se apartarán.
Ya ha visto cómo son los pensamientos, sensaciones y comportamientos malsanos y cómo se presentan en su vida. A medida que quite de su camino esos obstáculos que le impedían el acceso a la conciencia superior, querrá estar alerta con las razones por las que ha permitido que su ego le envenenara la vida.
Mientras examina las consecuencias expuestas en el apartado que sigue, tenga presente que puede quitar esos obstáculos de su camino a voluntad consultando tan sólo con su ego. Como puede ver ahora, cuando su ego se ve obligado a encararse con la brillante luz de su yo superior, se desvanece su dominación.

LAS COMPENSACIONES QUE RECIBE SU EGO
POR FOMENTAR LO MALSANO

• Su ego siempre fomenta la idea de que está separado de los demás, in cluido Dios. Si se encuentra a la búsqueda del placer externo de forma perpetua, está convencido de que su felicidad procede de fuentes externas. Al perseguir este placer del exterior, se mantiene alejado de la experiencia de guardar silencio y conocer el júbilo de un corazón puro.
En consecuencia, el ego garantiza su supervivencia por el sistema de hacer que se destruya poco a poco.

• Cuando prejuzga está haciendo un enjuiciamiento de sí mismo como ser superior con respecto a aquellos que juzga. El objetivo del ego es convencer le de que esos otros son inferiores a usted. Este tipo de pensamiento le permite al ego mantener su control.

• El ego se arraiga cuando usted ve a los demás como objetos sexuales. Le convence de que su propio valor se funda en sus conquistas. Le permite hacer alarde de su atractivo sexual y verse a sí mismo como más fuerte que sus conquistas. Mientras escuche a su ego, tendrá que de mostrar quién es en el plano físico. Para el ego no existe mejor forma de demostrar su superioridad como ser físico que conquistar a otro cuerpo.
El ego tiene miedo de la idea de que usted sea un alma con un
cuerpo. Si comienza a ver a los otros como seres espirituales que están pasando por una experiencia humana, el ego teme que no será capaz de convencerle de continuar demostrando quién es a través de la libido.
Así pues, el ego le alienta a escuchar sus urgencias biológicas y actuar según las mismas.

• Sus adicciones son la suprema satisfacción de su ego. Cuanto más confíe en la necesidad de aprobación externa o sustancia de cualquier tipo, menos probabilidades existen de que se vuelva hacia el interior y alcance el júbilo de su yo espiritual. Mientras se le pueda persuadir de que es principalmente un ser físico cuyas satisfacciones sexuales constituyen la primera prioridad, el ego tiene asegurada su posición de preeminencia.
Si abandona la necesidad de estas realidades externas, es como decirle a su ego que se vaya a paseo. Así pues, su falso yo alimentará la idea de obtener placeres de cualquier cosa que no sea la luz celestial del espíritu que alberga su cuerpo.

• El que se encuentre en un estado de agitación y desasosiego satisface a su ego. Su ego alimenta el descontento suficiente para mantenerle en un estado de agitación, pero no el suficiente para que vaya a buscar la paz que reside en su propio interior. Moverse en esta situación de descontento le hace creer que no puede evitarlo. El ego le empuja al interior de una corriente de descontento.
El ego le alienta a hallar fallos, ser pesimista, y en general a ver el lado negativo de la existencia. Cuanto más se comporta así, más conserva el falso yo su poder sobre usted. Está intentando evitar que sienta la desesperación necesaria para impulsarle a buscar su naturaleza espiritual. Si comienza a buscar la pureza y la paz a través del yo superior, el ego sabe que empezará a experimentar más optimismo y contento.
El ego hará todo lo necesario para evitarlo.

• Mientras sienta la necesidad de compararse con otros, seguirá los dicta dos del ego. Una vez que ve que otros están en su búsqueda espiritual, no puede evitar enviarles amor, y el ego es demasiado inseguro como para permitir eso. En consecuencia, su falso yo le alienta a compararse con otros y a molestarse cuando otros le derrotan o tienen más cosas y parecen hallar felicidad.
Cuando descarte esta idea de que la comparación es algo apropiado, ya no tendrá que consultar a su ego.
Estas son algunas de las principales recompensas que su ego obtiene por fomentar el pensamiento, las sensaciones y el comportamiento malsanos. Ahora ha llegado el momento de desplazar su atención hacia algunas de las formas de ser que traerán la pureza a su vida.

NUEVAS FORMAS DE SER PURO EN CUERPO, MENTE Y ESPÍRITU

• Cuando sienta que las exigencias de su cuerpo se adueñan de usted, tómese unos momentos para guardar silencio y escuchar a su yo superior. Sólo escuche y realice un esfuerzo por posponer el inmediato y fugaz placer de los sentidos durante unos instantes.
En estos preciosos instantes encontrará la fuerza para renunciar a las exigencias del ego. Aunque sólo consiga posponer su dependencia respecto de las presiones de su cuerpo durante unos instantes, habrá hecho un progreso. Aquello en lo que piensa llegará a transformarse en un hábito. Pensar según un criterio espiritualmente superior hará que funcione el mecanismo que se sobrepondrá al ego.

• Comience a llevar la cuenta de los juicios que establece cada día. Incrementar su conciencia de este hábito le ayudará a consultar con la amorosa esencia divina cuando surjan esas actitudes.
Si su primera tendencia es enjuiciar la apariencia física de alguien, repare en que está haciéndolo y cambie su pensamiento para considerar la plenitud de Dios que hay dentro de esa persona. Esta perspectiva le hará tomar conciencia de corno piensa habitualmente. También le proporcionará una vida más tranquila, dado que el enjuiciamiento conduce a unas reacciones internas y externas más hostiles.
A medida que se sorprenda en actitudes de enjuiciamiento, comenzará a deshabituarse. Acabará reemplazando el hábito por pensamientos puros, que le harán ver su conexión con cualquier persona que conozca.

• Cuando se encuentre con que recae y se entrega a pensamientos o comportamientos malsanos, pídale a su yo sagrado que intervenga. Pásele el pensamiento o comportamiento con una afirmación de entrega y confianza.
Este tipo de afirmación le pondrá en contacto con una energía que está muy alejada de las nocivas exigencias de su ego.
Aunque es verdad que puede hacerle falta algún tiempo para purificarse por entero, también es cierto que las recaídas cada vez serán menores y más espaciadas. Cada vez que recaiga, será consciente de la influencia de su ego. Esta conciencia reforzará su determinación hasta que, por fin, sólo escuchará a su yo superior.


Final del capítulo

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