sábado, 6 de junio de 2020

LIBRO DEL EGO.- CAPÍTULO 12: LA AUSENCIA DE EGO (PARTE 2) FINAL DEL CAPÍTULO


No puedes privarte del ego.
¿Quién lo hará? Es algo que ocurre, no algo que se hace. Te adentras en tu ego y llega un momento en el que todo resulta tan terrible que el sueño se deshace. Y de repente lo comprendes: el ganso está fuera, nunca ha estado dentro de la botella.
Nunca has sido un ego. Era simplemente un sueño que te rodeaba. Sí, un sueño necesario, y no hay que condenarlo, porque necesariamente formaba parte del desarrollo.
En la vida todo es necesario. Nada es innecesario, nada puede ser innecesario. Todo cuanto ha ocurrido tenía que ocurrir. Todo cuanto está ocurriendo ocurre por ciertas causas, muy profundas. Se necesita para mantener el engaño. Es como un capullo que te ayuda que te protege, que te ayuda a sobrevivir. No hace falta permanecer dentro del capullo para siempre. Cuando estés preparado, rompe el capullo y sal.
El ego es como la cáscara del huevo y te protege, pero cuando estés preparado, rómpela, sal del cascarón. El ego es el cascarón, pero espera. Precipitarse no te servirá de mucha ayuda, no te servirán las prisas; quizá te entorpezcan. Deja pasar tiempo y no lo condenes porque, ¿quién lo condenará?



Ve a ver a los llamados santos, que hablan de humildad y modestia, y mírales a los ojos. No encontrarás un ego tan refinado en ninguna otra persona. Su ego ha adoptado la vestimenta de la religión, el yoga, la santidad, pero allí sigue. Quizá no estén acumulando riquezas, sino acumulando seguidores, porque la moneda ha
cambiado y cuentan con muchos seguidores...
Quizá no anden en pos de las cosas de este mundo, sino del otro mundo, pero al fin y al cabo, los dos son mundos. Y pueden ser incluso más codiciosos, porque dicen que las cosas temporales, las cosas momentáneas de este mundo son placeres fugaces... y ellos desean los placeres eternos.

Tienen una codicia suprema. Los placeres momentáneos no los satisfacen. Ellos desean los placeres eternos. A menos que algo sea eterno no se sienten complacidos.
Su codicia llega a lo más profundo, es absoluta, y la codicia es propia del ego.
La codicia es el hambre del ego. Por eso, a veces los santos son más egoístas que los pecadores y están mucho más alejados de lo divino. Y a veces los pecadores pueden llegar al dios más fácilmente que los llamados santos, porque el ego supone una barrera.
Según mi experiencia, los pecadores pueden librarse del ego más fácilmente que los santos, porque los pecadores nunca han estado en contra del ego. Lo han alimentado, han disfrutado de él, han vivido completamente con él, mientras que los santos siempre
han luchado contra él y nunca lo han dejado madurar.
De modo que mi actitud es la siguiente: hay que perder el ego, pero quizá haya que esperar mucho, y solo se perderá si antes se cultiva. 

En eso reside la dificultad del fenómeno, porque la mente dice: si tenemos que abandonarlo, ¿por qué cultivarlo? La mente dice: si tenemos que destruirlo, ¿por qué crearlo?
Si haces caso a la mente tendrás problemas. Como la mente es siempre lógica y la vida siempre ilógica, nunca coinciden. Se trata de simple lógica, de simples matemáticas, que si vas a destruir una casa, ¿por qué construirla? ¿Por qué tomarse la molestia? ¿Por
qué tantos esfuerzos y pérdida de tiempo y energías? Si la casa aún no está ahí, ¿por qué construirla para después destruirla? La cuestión no es la casa; la cuestión eres tú.
Al construir la casa, cambiarás, y al destruir la casa cambiarás por completo, no serás el mismo... porque crear la casa, ese proceso, supondrá desarrollarte. Después, cuando la casa está terminada, la derribas. Eso significará una transformación.
La mente es lógica y la vida dialéctica. La mente sigue una línea simple, y la mente siempre salta de un extremo a otro, de una cosa a la opuesta.
La vida es dialéctica. Crea, y la vida dirá que destruyas. Nace, y la vida dirá que mueras. Gana, y la vida dirá que pierdas. Sé rico, y la vida dirá que seas pobre. Sé una cima, un Everest del ego, y después transfórmate en un abismo de la ausencia de ego.
Entonces habrás conocido las dos cosas, lo ilusorio y lo real, el maya y el brahma.

El otro día dijo que el esfuerzo es peligroso, pero que hay que trabajar con ahínco en las meditaciones. Para mi mentalidad alemana, esforzarse equivale a trabajar con ahínco. ¿Cómo se puede trabajar con ahínco sin esforzarse?

Se trata de un asunto delicado. El esfuerzo siempre se hace con desgana, siempre es parcial. Lo haces porque no sabes cómo obtener los resultados que deseas sin hacerlo. Si hubiera otro modo te olvidarías del esfuerzo y llegarías directamente a la conclusión. Nunca te centras por completo en el esfuerzo, es imposible, porque la idea está en el futuro, en el resultado final.
El esfuerzo está orientado hacia el futuro, orientado hacia el resultado. Se realiza el esfuerzo únicamente con miras a un resultado futuro, a un beneficio, a una compensación, por codicia.
Por eso dicen los maestros del zen que se necesita el esfuerzo sin esfuerzo.

¿A qué se refieren con el esfuerzo sin esfuerzo? Dicen que hay que trabajar con ahínco pero no con miras al futuro. Hay que disfrutarlo, sin ningún otro objetivo. Aun si no se consigue nada haciéndolo, es hermoso por sí mismo. Y eso es lo más difícil para
la mente humana. Por eso lo llamo trabajar con ahínco.

Lo más difícil consiste en hacer algo porque sí, cantar porque sí, meditar porque sí, amar porque sí.
Eso es lo más difícil para la mente humana, porque la mente siempre tiene las miras puestas en el futuro. Dice: «¿Cómo que porque sí? ¿Para qué? ¿Qué voy a sacar en claro de eso?». Hay personas que vienen a verme y me dicen: «Podemos meditar, pero ¿qué vamos a sacar en claro? Podemos ser sannyasins, pero ¿qué vamos a obtener con eso?». Así es la mente... codiciosa.

Voy a contaros una cosa...
UN DÍA, EL MULÁ NASRUDÍN ESTABA MIRANDO POR LA VENTANA CUANDO VIO A UN ACREEDOR APROXIMÁNDOSE A LA CASA. Como sabía qué quería aquel tipo, llamó a su mujer y le dijo que recibiera a la visita.
La esposa del mulá abrió la puerta y dijo:
—Señor, sé que no hemos podido pagarle todavía, y aunque el mulá no está en casa en este momento, no para de pensar, noche y día, en cómo conseguir dinero para pagarle. Hasta me ha pedido que esté al tanto para que cuando pase un rebaño de ovejas recoja trocitos de la lana que se enganchan en los arbustos. Así, cuando tengamos suficiente lana, la tejeremos, haremos un par de chales, los venderemos y con ese dinero le pagaremos la deuda.
El acreedor se echó a reír, y el mulá salió de su escondrijo, diciendo:
—Si serás canalla... Como hueles el dinero, sonríes.
LA MENTE ES IGUAL DE CANALLA. En cuanto ve la mínima insinuación de alguna especie de futuro, sonríe. Se abalanza inmediatamente, se aferra a lo que sea... y dejas de estar aquí y ahora.
Se medita porque sí, como se ama porque sí.
Pregúntale a una rosa por qué florece. Florece sin más. Florecer es muy hermoso, sin ningún motivo. Pregúntales a los pájaros por qué cantan. Cantan sin más. Les gusta, les encanta, sin motivo.
Deshazte de la mente y desaparecerá el motivo. De modo que al menos durante unas horas al día haz cosas porque sí: bailar, cantar, tocar la guitarra, estar con amigos o contemplar el cielo. Al menos durante unas horas dedica tiempo a actividades gratuitas. Esas son las actividades en las que hay que trabajar con ahínco.
Ya sé que la mente es muy perezosa. Le gusta soñar y no quiere trabajar; por eso piensa sin cesar en el futuro. Pero la mente es muy perezosa y solo piensa en el futuro para eludir el presente y eludir así el reto del presente.

Me han contado una anécdota...
PASEANDO JUNTO A LA ORILLA DE UN RIACHUELO un hombre se topó con un joven tumbado indolentemente bajo un árbol con una caña de pescar en el agua, sobre la que el corcho cabeceaba frenéticamente.
—¡Eh! ¡Han picado! —gritó.
—Sí —contestó el pescador perezosamente—. ¿Le importaría sacarlo?
El paseante lo hizo, y el pescador le preguntó, aún tumbado:
—¿Le importaría sacar el pez, poner otro cebo en el anzuelo y echarlo al agua?
El hombre lo hizo y comentó jovialmente:
—Con lo vago que eres, deberías tener unos cuantos hijos para que se encargaran de estas cosas.
—No es mala idea —replicó el pescador bostezando—. ¿Tiene idea de dónde podría encontrar a una mujer embarazada?

ASÍ FUNCIONA LA MENTE: no quiere hacer nada. Se limita a esperar, a desear, a aplazar.
El futuro es un truco para aplazar el presente; el futuro es un truco para eludir el presente. No es que vayas a hacer nada en el futuro, no... porque estará la misma mente y dirá mañana, mañana. Morirás y no habrás hecho nada; solo pensar.
Y tanto pensar te ayuda a aguantar: no te sientes perezoso porque piensas tanto en las grandes cosas que vas a hacer, sueñas con grandes cosas y no haces las pequeñas cosas que tendrías que hacer ahora mismo. Trabajar con ahínco significa estar presente y hacer lo que te plantea como reto el presente.

«El otro día dijo que el esfuerzo es peligroso, pero que hay que trabajar con ahínco en las meditaciones.»

Sí, trabajar con ahínco... porque tendrás que ir en contra de la mente.
La dificultad del trabajo no radica en el trabajo mismo —el trabajo es extraordinariamente sencillo, muy simple—; la dificultad estriba en que, como la mente te nubla la visión, tienes que salir de ella.

«Para mi mentalidad alemana, esforzarse equivale a trabajar con ahínco.»

Eso lo comprendo, pero todas las mentes son alemanas. Por eso todo el mundo tiene tales dificultades, por eso todo el mundo encuentra su propio fascismo, su propio nazismo, su propio Hitler, Todo el mundo.
La mente es fascista y busca continuamente líderes, alguien que dirija.
El mundo entero se sorprendió cuando Alemania cayó en la trampa de Adolf Hitler.
Nadie daba crédito; era casi ilógico. Un pueblo tan hermoso, con tal tradición de conocimientos, de hombres cultos, de grandes filósofos, Kant, Hegel, Feuerbach, Marx... Semejante cultura, con intelectos tan refinados, una cultura de grandes científicos, de grandes músicos, novelistas y poetas, el país de los filósofos y los
profesores... En ningún otro país se ha respetado más que en Alemania la palabra «profesor».
¿Qué ocurrió para que un pueblo tan inteligente cayera en manos de un ser estúpido, casi subnormal, como Hitler?
Pero hay que comprender lo siguiente: que el saber, si es superficial, si se limita a la mente, no sirve de ayuda. El saber se mantiene en la superficie, mientras que en lo más profundo sigue siendo infantil.
Esos intelectuales, incluso un hombre como Martin Heidegger, un gran filósofo, quizá el más importante del siglo XX, también era partidario de Adolf Hitler. ¿Qué les ocurrió a esos gigantes para que apoyaran a un hombre que estaba medio loco?
Hay que comprenderlo; puede ocurrir y siempre ha ocurrido. Esas grandes mentes solo son grandes en la superficie; en el fondo, su vida es infantil. Lo único que ha crecido es su intelecto, pero ellos no han crecido como personas. La mente de Heidegger era muy madura, pero su ser muy infantil. El ser, si es infantil, espera a
alguien que lo dirija.

Una persona realmente madura no carga sus responsabilidades a nadie; se hace responsable de su propio ser. Pero resulta que este país de científicos, filósofos, profesores, poetas e intelectuales fue víctima de un hombre vulgar, mediocre, y ese hombre dominó
el país.
Este hecho debería contribuir a que todos comprendieran la estupidez del intelecto.
El intelecto es superficial.
Habría que avanzar en el desarrollo del ser, porque en otro caso siempre tenderemos, siempre estaremos dispuestos a convertirnos en víctimas de semejantes personas.
La mente está condicionada desdé el exterior, puede ser gobernada desde el exterior. Hay que madurar hacia la no-mente, y solo entonces no os dominarán desde el exterior.
Solo la persona de no-mente es libre, independiente. No es ni alemana, ni india, ni inglesa, ni estadounidense... es sencillamente libre. Estadounidense, indio, alemán... no son sino nombres de las prisiones, no de los cielos de libertad. No son los cielos para volar, sino las prisiones en las que vivir.
Nadie es dueño de la persona libre; la persona libre es dueña de sí misma. La persona libre es sencillamente una energía sin nombre, forma, raza ni nacionalidad. Ya ha pasado la época de las naciones y las razas y se aproximan los tiempos del individuo.
En un mundo mejor no habrá ni alemanes, ni indios, ni hindúes ni cristianos... habrá individuos puros, absolutamente libres, que vivirán la vida a su aire, sin molestar a los demás y sin permitir que los demás los molesten.

Por otro lado, la mente es infantil y astuta a la vez. Puede ser víctima de cualquier Hitler, de cualquier patriotero, de cualquier loco con la suficiente audacia... y hay gente muy audaz, que no alberga la menor duda. En eso consistía el atractivo de Hitler. Era
tan audaz que era la audacia personificada. Nunca se planteaba ninguna duda; se sentía absolutamente seguro de sí mismo. Y las personas que no tienen tal seguridad se sienten profundamente atraídas por un personaje así. Una persona tan segura de la verdad debe de haber encontrado la verdad. Esa gente empieza a seguirla, y debido a su inseguridad son víctimas de un loco, pero los locos siempre están muy seguros. Solo dudan quienes están muy alerta, muy conscientes. Sus dudas demuestran su estado de alerta y la complejidad de la vida.
Y la mente es muy astuta. Puede racionalizarlo todo.

Me han contado que...
REFUGIADO CON SU MUJER EN UNA APARTADA BUHARDILLA DE BERLÍN, para protegerse de los nazis, Berger decidió un día salir a tomar el aire. Mientras caminaba se encontró frente a frente con Hitler. El líder alemán sacó una pistola y señaló un montón de excrementos de caballo que había en la calle.
—¡A ver, judío! —gritó—. ¡Cómete eso o te mato!
Temblando, Berger hizo lo que le había ordenado. Hitler se echó a reír de tal manera que se le cayó el arma. Berger la recogió y dijo:
—¡Ahora, o te lo comes tú o disparo!
El führer se puso a cuatro patas y empezó a comer. Mientras realizaba esta tarea, Berger se escapó, se internó en un callejón, saltó una valla y subió a todo correr a la buhardilla. Cerró la puerta de un golpe y echó el cerrojo.
—¡Hilda, Hilda! —le gritó a su mujer—. ¿A que no sabes con quién he comido hoy?

LA MENTE RACIONALIZA CONTINUAMENTE. Incluso si comes excrementos de caballo puede convertirlos en una comida como es debido y en un «¡Hilda, Hilda! ¿A que no sabes con quién he comido hoy?».
Cuidado con las trampas de la mente. Y cuanto más alerta estés, más capaz serás de vivir en el momento, en el acto, completamente. No existe motivación alguna: lo haces porque te gusta, y por eso yo digo que es el trabajo más difícil.

Salir de la mente es el trabajo más difícil, pero no se trata de esfuerzo, sino de conciencia; no se trata de esfuerzo, sino de un intenso estado de alerta.

FINAL DEL CAPITULO

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